Centro de Historia Intelectual, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes
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Verónica Tell,
El lado visible. Fotografía y progreso en la Argentina a fines del siglo XIX,
Buenos Aires, UNSAM Edita, 2017, 332 páginas
El trabajo de Verónica Tell marca un hito fundamental en los estudios sobre historia de la fotografía en la Argentina y no sería atrevido decir en relación con las experiencias culturales, políticas y económicas. A pesar del gran atractivo que las fotos ejercen en nuestra cultura, hasta ahora eran escasas las investigaciones que dieran un lugar preciso a las prácticas fotográficas entre los discursos y las experiencias político-intelectuales, presentando una mirada de conjunto, como lo hace la autora en este libro. Los historiadores que han olvidado las esferas de observación y representación de las imágenes obliteran un campo que fue relevante en la conformación de la Argentina moderna. En la vereda opuesta algunos estudios de la fotografía magnifican un área que es necesario comprender no tanto como excepción sino justamente por haber conformado prácticas entrelazadas con los discursos, los significados y las representaciones de la época.[1] En cambio, uno de los méritos del trabajo de Tell se encuentra en ubicar la producción y la circulación de la fotografía junto a los ámbitos sociales y políticos.
Comprender los usos y las representaciones de la fotografía en un sentido amplio social y político está en la base del trabajo de Tell, cuestión que ha saldado con calidad magistral en este libro. Philippe Dubois ha trazado ciertas líneas historiográficas sobre los estudios de la fotografía que es pertinente considerar aquí para comprender el lugar que ocupa la investigación de El lado visible.[2] Este autor señala que Roland Barthes dio inicio a las teorías sobre la fotografía considerando la lectura de diversos artefactos, como la arquitectura, los films y las fotos en tanto signos y textos, lo que abrió un amplio espectro de trabajos, mientras que algunas investigaciones se proponían comprender la ontología de la fotografía y pusieron de relieve su especificidad en relación a otros tipos de imágenes.[3] Con el posestructuralismo surgieron otras ideas para reconsiderar la imagen como modelo antitextual y el reconocimiento de un pensamiento específico visual. En estas líneas críticas, señala Dubois, se produjo un renacimiento de los historiadores en detrimento de la teoría semiológica. Esta perspectiva, en la que se inscribe el trabajo de Tell, en vez de preguntarse qué es la fotografía se interesa más por comprender qué puede hacer y cuáles son los usos de la foto de tipo privado, criminal, científico, entre otras posibilidades. En el marco de las preguntas por los usos históricos y teóricos de la fotografía surge el objetivo de la autora en el libro: restituir el lugar que ocupó la imagen en la construcción de historias. Y en este marco surge el objetivo de su investigación, que se propone restituir el lugar que ocupó en la construcción de historias. La investigación de Tell representa un trabajo de historia cultural e incluso intelectual, al tender un puente entre los hechos, los lugares y los personajes representados en las fotografías, y las elecciones y recortes, las posiciones de los fotógrafos, los marcos institucionales de producción y los espacios de circulación y consumo (p. 285).
Con bastante frecuencia se continúa insistiendo en que en el siglo XIX tanto los fotógrafos como el público apreciaban las fotografías por su alto valor de objetividad y representación fidedigna de la realidad. Como contrapartida de esa visión, se postula que recién con la aparición de las vanguardias artísticas, en las primeras décadas del siglo XX, se asumió la construcción subjetiva. A diferencia de esas ideas, Tell fundamenta, de manera precisa, cómo las marcas de autor que los fotógrafos hicieron con cierta evidencia son una muestra inequívoca de la subjetividad. Analiza las sombras del fotógrafo y el sello con el nombre de su estudio en las imágenes de la campaña militar. También estudia textos, caricaturas y otros elementos que dan cuenta de la visión construida. Tell evidencia que el conocimiento del montaje subjetivo de un punto de vista autoral era un rasgo habitual en las disputas en las que participaron los fotógrafos y los que veían, utilizaban y consumían fotografías, tanto en el siglo XIX como en el XX. La autora hace visible la construcción de la verosimilitud, de un relato visual, político, que muestra y oculta las visiones de progreso y modernidad de este período.
En líneas generales, el libro está organizado en torno a las tramas que unen las representaciones con las prácticas y estructura cada uno de los seis capítulos en relación con problemas específicos que dan cuenta de las inscripciones institucionales, las contiendas político-intelectuales y los circuitos de circulación que pasan de ámbitos más específicos a su masificación. El primer capítulo se centra en las imágenes de dos conjuntos de trabajos fotográficos que formaron parte de la campaña militar y científica que se realizó como parte de la expansión territorial hacia el sur de la Argentina alrededor de 1880. Los álbumes de los fotógrafos Antonio Pozzo, Carlos Encina y Edgardo Moreno circularon bajo un formato que tenía una reproducción menos extensa que la del mundo editorial. Sin embargo, conformaron relatos oficiales muy citados del proceso de expansión de la frontera de la sociedad criolla sobre la indígena. Tell muestra cómo las fotografías entramaron un modo de representación moderno generando visiones que aún perduran de la conquista del desierto. Las fotografías no fueron anexos o complementos de la expansión militar, sino que produjeron significados precisos acerca de los modos en que esta se produjo y tuvo éxito, junto con la exploración de carácter científico, topográfico y cartográfico. Y paralelamente a la participación de la Iglesia, que bautizó en forma masiva a los indígenas.
La inclusión de la fotografía y de los fotógrafos en las disputas políticas del último cuarto del siglo XIX es uno de los logros del libro que se analizan en el capítulo dos. En el marco de una historia más conocida sobre la caricatura política y el rol de la opinión pública en las discusiones partidarias, la autora rescata un portrait cabinet, uno de los pocos montajes fotográficos ilustrados de la época, y un conjunto de imágenes en las que el fotógrafo Antonio Pozzo, partidario de Adolfo Alsina, se ve involucrado como autor, intérprete y personaje principal de las caricaturas. De este modo, Tell muestra el reconocimiento generalizado de la construcción fotográfica, en el marco de las disputas políticas en Buenos Aires que fragmentaban al partido autonomista en 1877.
En el capítulo tres, la autora se propone comprender los modos en que se conformaron los relatos visuales sobre la modernización y el progreso. Trabaja centralmente con material de la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados mostrando cómo las fotos son un buen testimonio de la imagen que sus productores o gestores tenían de la realidad circundante (p. 139). En este sentido, las fotografías no son registros del pasado sino representaciones sociales y culturales del pasado. Fabio Wasserman sostiene que la historia intelectual pone el foco en las condiciones de producción, circulación y recepción de producciones intelectuales.[4] Pero generalmente esta historia se centra en discursos escritos. Recuperando esa mirada sobre la historia intelectual, Tell incluye en su trabajo documentos visuales junto a los textuales, lo que da densidad al análisis de sus fuentes.
Tell abre el capítulo cuarto con una foto sobresaliente de Samuel Boote (“Clase funcionando. 2º grado de una escuela de varones”) que le permite iniciar el análisis de las Exposiciones Nacionales e Industriales, entre 1871 y 1898. La autora estudia los cambios en las distintas exposiciones durante estas décadas y su rol en la construcción y difusión de imágenes de productividad regional, nacional y continental, en consonancia con la relación entre la Argentina y el mundo, basada en la idea de modernidad y progreso.
En el capítulo cinco, la autora explora el paso de la reproducción fotográfica a la impresión fotomecánica, que dio lugar a nuevas formas de consumo visual masivo, y propone un recorrido (que puede advertirse a lo largo de todo el libro) sobre las diferencias que producen los dispositivos materiales, los usos de la tecnología y el impacto sobre la circulación de las imágenes.
Verónica Tell muestra las particularidades del retrato fotográfico a lo largo de tres décadas, entre 1870 y 1900, en Buenos Aires: de la negativa de los conductores de carros a ser retratados –porque ese tipo de identificación era la utilizada por la policía con los delincuentes–, a la dicotomía que surge con la masificación de la fotografía entre aquellos que señalaban que cualquiera podía ser retratado sin que se hubiera consultado su voluntad. Otro tema que la autora aborda en su libro es el de la relación entre fotografía y tiempo: por momentos su análisis logra densidad; en otros se presenta incipiente. Es de esperar que se continúe esta línea de investigación que se muestra prometedora y original.[5]
El libro de Verónica Tell revela muchos lados visibles: desde el contenido, la materialidad y el formato fotográfico, a los puntos de vista, las representaciones y los significados que dieron vida a la fotografía, las prácticas que la instrumentalizaron, así como los discursos, relatos e imaginarios que apuntaron a expresar las diversas facetas
de una nación que buscaba y se proponía un camino de progreso y modernización.
Inés Yujnovsky
UNSAM
5 Dos trabajos que marcan propuestas novedosas sobre la relación entre imagen y tiempo son Mary Ann Doane, The emergence of Cinematic Time. Modernity Contingency. The Archive, Cambridge, Harvard University Press, 2002 y David Oubiña, Una juguetería filosófica. Cine, cronofotografía y arte digital, Buenos Aires, Manantial, 2009.
[1] Una excepción a las visiones más específicas de historia de la fotografía son los trabajos de Luis Príamo, que Tell conoce y aborda. Uno de los libros más interesantes de este autor, desde una perspectiva que ofrece novedades históricas analizando las fotografías,
es su Vistas de la Provincia de Santa Fe 1888-1892. Fotografías de Ernesto H. Schlie, Santa Fe, Argentina, Diario El Litoral, 2000.
[2] Philippe Dubois, El acto fotográfico y otros ensayos, Buenos Aires, La Marca, 2015.
[3] Ibid., p. 17.
[4] Fabio Wasserman, “Intelectuales, sociedad y política en los siglos XVIII y XIX: la historia intelectual en el espejo de Halperin Donghi”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, 3ª serie, número especial, año 2018, p. 60.
[5] Dos trabajos que marcan propuestas novedosas sobre la relación entre imagen y tiempo son Mary Ann Doane, The emergence of Cinematic Time. Modernity Contingency. The Archive, Cambridge, Harvard University Press, 2002 y David Oubiña, Una juguetería filosófica. Cine, cronofotografía y arte digital, Buenos Aires, Manantial, 2009.