Victor Collard,
Pierre Bourdieu. Genèse
d´un sociologue,
París, CNRS Éditions, 2024, 447 páginas.
¿Es posible que uno de los autores de
ciencias sociales y humanas más citados en los últimos años a nivel mundial sea
un “desconocido”? El libro de Collard se propone
profundizar sobre el modo en que un “joven filósofo, cuyos orígenes sociales no
lo destinaban a un derrotero universitario prestigioso, haya invertido en una
disciplina poco valorada como la sociología, y haya devenido una referencia a
nivel mundial
”
(p. 8). El trabajo explora sistemáticamente, a lo largo de siete capítulos, el
tránsito formativo de Pierre Bourdieu desde sus primeras instancias escolares
hasta su consagración como el sociólogo francés que accedió al Collège de France. Bourdieu, que insistió en la necesidad
de atender a cómo las instituciones escolares modelan en gran medida las
trayectorias individuales, no había recibido, según Collard,
un estudio pormenorizado sobre su propio recorrido por el sistema educativo
francés que contribuyera a explicar, a través de este “caso anómalo”, los
mecanismos de funcionamiento del campo intelectual en Francia. Si bien la
investigación se detiene en Bourdieu, Collard se
esfuerza por historizar el rango de posibilidades
disponibles para el hijo de una familia de trabajadores de provincia, que
aprovechó de un modo singular los horizontes que ofrecieron las experiencias
escolares de la posguerra. Valiéndose de un detallado trabajo en los Fondos
Pierre Bourdieu, de acceso abierto desde 2022, Collard,
sin embargo, también emplea materiales recolectados en otras instituciones (École Normale Supérieure, Lycée Louis-le-Grand, Collège de
France, Maison des Sciences
de l´Homme), en fondos de archivos personales de
intelectuales que se relacionaron con Bourdieu y en numerosas entrevistas.
El “descubrimiento” de la
filosofía por parte de Bourdieu es analizado por Collard
a partir de una prospección de la vida escolar inicial, donde el proceso de
selectividad operado por el sistema educativo abrió las puertas a quienes
carecían de un capital cultural heredado. Resulta especialmente atractiva la
sección del libro dedicada a reponer las condiciones del “éxito escolar precoz”
de Bourdieu mediante la obtención de las credenciales necesarias para el inicio
del ascenso a la vida académica prestigiosa (Baccalauréat,
Terminale). ¿Cuán paradójico fue ese caso de “movilidad social ascendente”
a través de la inversión escolar? Para Collard, las
transformaciones en el status social de Bourdieu pueden asociarse a la decisión
familiar de apoyar las apuestas educativas en un contexto donde “el
reconocimiento” del esfuerzo de los hijos de los sectores populares franceses
les permitió el acceso a las clases preparatorias en París.
La llegada al prestigioso
Lycée Louis-le-Grand, su inscripción en el universo
intelectual y social de la khâgne en París, le
permiten a Collard inspeccionar las relaciones
establecidas entre Bourdieu y un conjunto de profesores menos reconocidos por
su escasa obra publicada que por su dedicación a la docencia, ámbito de
sociabilidad en el cual Bourdieu no solo cumplió con el conjunto de textos de
estudio obligatorios sino que basó su formación en numerosas “lecturas
personales”, aquellas que dilucidan, según Collard,
“el uso confiable de las obras”, es decir, una aproximación menos sacralizada a
los grandes nombres de la historia de la filosofía en vistas de su ingreso a la
École Normale Supérieure
(ens) en
1951.
Acaso fue en esa
institución, la más prestigiosa en el ámbito de las humanidades y frecuentada
en su mayoría por hijos de las familias de la clase alta francesa, donde
Bourdieu se involucró con la filosofía “menos por una vocación” que por una
“elección”, en tanto que esa “disciplina reina” se presentaba como la de mayor
jerarquía dentro del universo intelectual de posguerra. Las figuras de Louis Althusser, Michel Foucault, Jean Hyppolite,
Gaston Bachelard o
Alexandre Koyré le permiten a Collard
mostrar cómo el notable interés por la filosofía llevó a numerosos aspirantes,
como el caso de Bourdieu, a circular por las aulas de distintas instituciones
en una escena intelectual parisina en constante movimiento. La opción de
Bourdieu por un tema de historia de la filosofía para obtener su Diplôme d´études supérieures (des),
así como su primera investigación universitaria “Leibniz critique de
Descartes”, no debería sorprendernos en tanto se inscriben en el universo
formativo esperable para su recorrido en vistas a obtener l´agrégation
de philosophie. El análisis de ese mundo
académico ofrece una perspectiva valiosa para comprender cómo se “construía un
filósofo francés” en esos años, con trayectorias tensionadas entre la
flexibilidad de los cursos disponibles para los estudiantes y las notables
exigencias de especialización que la ens imponía.
El tránsito desde sus
años estudiantiles hacia su desempeño como docente e investigador en los años
cincuenta es presentado por Collard a partir de las
dificultades enfrentadas por el joven Bourdieu para proyectar su carrera
académica desde su trabajo en un lycée de
provincia durante los años de mayor esplendor de Sartre. Lector regular de las
principales revistas de la época (Les Temps Modernes, Esprit, La Nouvelle
Critique, o La Pensée, entre sus
preferidas), Bourdieu promovió una serie de acciones para posicionarse en el
campo intelectual francés, entre ellas realizar su tesis en filosofía bajo la
dirección de Georges Canguilhem, tesis que tituló “Les
structures temporelles de
la vie affective”. La opción por la dirección de Canguilhem y por dedicarse a la historia y la filosofía de
la ciencia, sostiene Collard, permitió a Bourdieu un
contrapunto heterodoxo con el existencialismo y la fenomenología, aspecto
central para comprender su posición marginal en el campo filosófico francés y
su “ruptura disciplinar” de fines de la década.
Resulta especialmente
atractiva la sección del libro de Collard dedicada a
la “improbable conversión” de Bourdieu a la sociología. El giro decisivo que
supuso la experiencia argelina para la carrera académica de Bourdieu comienza
con su convocatoria al servicio militar a fines de 1955, a menos de un año del
inicio de la guerra. A través de numerosos documentos de archivos
institucionales y personales, Collard traza el
contorno de una coyuntura fundante de un nuevo estado de posibilidades para ese
joven profesor de Filosofía. La aproximación directa de Bourdieu al territorio
argelino, su desencuentro con la administración burocrática colonial que
conoció por dentro y la cercanía a un conjunto de lecturas críticas de la ocupación
francesa permiten a Collard contextualizar la
publicación de Sociologie de l´Algérie. Incluido en la colección Que sais je? de las Presses Universitaires de France en 1958, la historia social de ese
libro resulta especialmente importante en tanto repone su recepción en el campo
intelectual a través de las reseñas que le fueron dedicadas, pero también en el
análisis que pone en relación el libro de Bourdieu con un conjunto de
referencias que van desde la antropología cultural de Ruth Benedict,
la sociología comprensiva de Max Weber y, centralmente, la antropología
estructural de Claude Lévi-Strauss.
¿Cuál era la relación
entre el joven Bourdieu y la sociología a fines de los años cincuenta? Collard elabora la genealogía de ese vínculo a partir de
los cursos que frecuentó en la ens con Georges Davy y Georges Gurvitch
y, centralmente, el curso de Ciencias Etnológicas que validó en el Institut d´ethnologie entre 1951
y 1952, por entonces a cargo del propio Lévi-Strauss
y Paul Rivet. De este modo, los cursos sobre “Moral y
sociología” dictados por Bourdieu durante su estancia en la Universidad de
Argel, sus primeras publicaciones basadas en investigaciones empíricas y la
decisiva colaboración con Abdelmalek Sayad resultan aspectos principales para comprender la
“conversión” a la sociología. Pero esa transformación no puede comprenderse
cabalmente sin el contexto de renovación de las ciencias sociales, cuyo
prestigio a nivel internacional se consolidó a comienzos de los años sesenta.
El aumento en la cantidad de estudiantes de sociología y etnología, el
financiamiento de fundaciones filantrópicas para la realización de trabajo de
campo y el interés de las agencias estatales por el “conocimiento de lo social”
explican ese nuevo perfil de la disciplina a la que Bourdieu migró. Lejos de
ser una excepción, ese desplazamiento desde la filosofía a las ciencias
sociales tuvo una larga historia, indica Collard,
remitiendo a los conocidos casos de Émile Durkheim, Lucien Lévy-Bruhl, Marcel Mauss o Lévi-Strauss.
El mayor interés por la
sociología en Francia propulsó rápidamente el giro de Bourdieu en su retorno de
Argelia. De la mano de Raymond Aron, su inserción en el sistema universitario y
científico a lo largo de los años sesenta es una estación más conocida de su
trayectoria; sin embargo, Collard se detiene en la
reconstrucción del marco de referencias con el que Bourdieu se vinculó al
Centre de sociologie européenne,
en cuya sede continuó con sus publicaciones sobre Argelia y desde donde, junto
con Jean-Claude Passeron, inició sus investigaciones
más reconocidas sobre sociología de la educación. Si bien la relación con su
disciplina de formación mutó a lo largo de las siguientes décadas, Collard muestra de manera fehaciente cómo Bourdieu
construyó un diálogo estable no solo con las referencias de la historia de la
filosofía sino con las discusiones propias de los años sesenta, en síntesis,
promoviendo su “cultura filosófica como un capital” como recurso diferencial
para la producción de una sociología reflexiva.
El libro de Collard resulta un notable aporte tanto a los estudios de
la sociología de la vida intelectual como a la historia de las ciencias
sociales, basado en un imponente relevamiento de diferentes fondos de archivo
que permiten iluminar zonas menos exploradas de la trayectoria de una de las
figuras más reconocidas del mundo de las ciencias sociales de la segunda mitad
siglo xx.
Ezequiel Grisendi
Universidad Nacional de Córdoba