Gisèle Sapiro,
Qu’est-ce qu’un auteur mondial? Le champ littéraire transnational,
EHESSGallimard-Seuil, 2024, 480 páginas.

Qu’est-ce qu’un auteur mondial? Le champ littéraire transnational enfrenta un tema paradojal. Clásico, si pensamos al menos desde las primeras formulaciones de Goethe sobre la Weltliteratur, y casi vacante si se demandan demostraciones científicas rigurosas, como las logradas en el reciente libro de esta socióloga francesa: datos, métodos y, por sobre todo, preparación de muchos lustros a través de obras previas que permiten predecir que la escala y la profundidad de análisis están presentes en sus preocupaciones desde mediados de los años 90, durante su formación universitaria. Y si hablo de público mundial es también para refrendar una rara propiedad del presente: la posibilidad de que este tipo de investigadores/as alcance, lentamente, con el overol del trabajo empírico (sin datos no hay derecho a la teoría) y de laboratorio, un reconocimiento internacional amplio y duradero. Esta es también una paradoja en la medida en que la globalización, con la cultura digital como tecnología del intelecto dominante, ha incrementado la conectividad y la fragmentación, la centralización y la exclusión. Lo que la autora demuestra para la literatura vale para las ciencias sociales, en las que Sapiro es un raro caso de autora sino mundial sí presente en los cinco continentes, ya que también investigó en importantes proyectos colectivos, entre los que se destaca Interco-ssh (International Cooperation in the Social Sciences and Humanities: Comparative Socio-Historical Perspectives and Future Possibilities, 2013-2017).

El libro explora una larga serie de instituciones, prácticas, representaciones, condicionamientos, posicionamientos y disposiciones que concretizan un proceso social sui generis: la circulación internacional de ideas, en este caso en el dominio de la literatura. La amplia variedad de hechos observados es unificada alrededor del concepto-maestro campo literario transnacional-transcultural. Estos calificativos se articulan como sinónimos o se utilizan en ciertos contextos para demarcar lo literario de lo nacional o subrayar el ineludible anclaje nacional de los espacios de producción y de recepción extranjera. Se trata de una operación teórica en la que Sapiro trabaja al menos desde el año 2013.1 Desde entonces, ha desmontado y desplazado la trillada crítica a Pierre Bourdieu como analista circunscrito a Francia, visión esgrimida como contradicción para la generalización de su programa científico. ¿O acaso a partir de Néstor García Canclini no se ha multiplicado y sigue activa la afirmación de que la realidad latinoamericana es singular y exige específicos miradores sociológicos? Este punto de vista oblitera características cardinales de la obra de Bourdieu, como la génesis “extranjera” (argelina) y antropológica (campesinado) de su trayectoria como investigador, o la raigambre estructuralista del concepto de campo (acuñado con nitidez desde 1968), con el recaudo bachelardiano de considerarlo como una configuración entre otras posibles, o lévistraussiano de tratarlo como modelo y transformación de estados precedentes del mismo campo o traducción de principios generales presentes en otros dominios.

Estos nexos y posturas de Sapiro son necesarios si afirmamos, sin dudar, que Quést-ce qu’un auteur mondial? es la más reciente y profunda aplicación de todos los caminos, premisas y postulados desplegados por Bourdieu desde 1989, cuando pronunció la conferencia luego publicada como “Las condiciones sociales de la circulación internacional de ideas”.2 El libro y la mayor parte de la producción de Sapiro deben leerse como extensión de una larga secuencia de aportes igualmente señeros realizados por ella y por otros miembros del Centre de sociologie européenne. Entre otros, Pascale Casanova, Anna Boschetti, Joseph Jurt y Johan Heilbron. Si consideramos la escala del objeto, la referencia inmediata es La República mundial de las Letras, de Casanova, editado en 1999. Orientada en su doctorado por Bourdieu –como Sapiro– a mediados de los años 90, Casanova reconsideró la geografía, el relieve, los canales y las barreras para la interrelación de literaturas en distintos lugares y de diferentes orígenes nacionales, a través del vector de la traducción y del trastocamiento de ideas por las fuerzas receptoras.

Ya en su tesis doctoral,3 Sapiro trabajó sobre los conflictos internos al campo literario francés antes, durante y después de la Ocupación. Llegó a Bourdieu después de una formación inicial en la Universidad de Tel Aviv bajo la tutela de Itamar Even-Zohar, propulsor de la teoría del polisistema literario, en la cual demuestra el peso de la literatura extranjera traducida para la modelación de las literaturas nacionales. Aquí, el énfasis está puesto en los fenómenos de aclimatación de lo extranjero desde los intereses locales. La mirada de Sapiro, entonces, se formó entre dos autores-faro para la eclosión de los estudios sociales de la traducción y de la internacionalización de los mercados de bienes simbólicos. Mientras que en Casanova son centrales las operaciones de traducción y recepción, en Sapiro es nítido el efecto del tiempo para desarrollar hasta sus últimas consecuencias dos temas lanzados por Bourdieu pero que él mismo no trabajó con sistematicidad: la traducción y el campo editorial.

En este nuevo libro se recurre a objetos ya presentados en trabajos previos y a nuevos emprendimientos analíticos. La obra se divide en cuatro partes. La primera se titula “La fábrica de la autoridad transcultural”; la segunda, “De la nacionalización a la internacionalización”; la tercera, “Transnacionalización y apertura del horizonte geocultural”; la cuarta, “La globalización: una diversidad bajo dominio anglófono”. Los títulos informan el sentido histórico del análisis, la exigencia de explicaciones genéticas para comprender el estado actual de un campo literario transcultural/nacional como transformación de tres configuraciones precedentes.

La introducción encuadra el objeto de Sapiro entre paradigmas necesarios para delimitar su programa: “Para una sociología de la literatura mundial”, así su título. Puede leerse como un compendio de paradigmas, autores, perspectivas, a veces convergentes, otras contradictorias. Se atraviesan formulaciones precedentes e indispensables, como la teoría de las transferencias culturales formulada por Michel Espagne y Michael Werner; las teorías de las desigualdades entre centros y periferias; la lógica de la teoría de los campos aplicada a la edición y a la traducción; los paradigmas circulatorios; las apuestas y métodos desplegados en los no tan numerosos estudios sobre literatura mundial, para abrevar finalmente en su perspectiva superadora sintetizada en una sociología del campo literario transcultural. En el decurso subraya conflictos y malentendidos en el uso de términos como cosmopolitismo, transnacionalismo, globalización o Weltliteratur.

La primera parte retoma el cardinal asunto planteado por Michel Foucault en ¿Qué es un autor?, interrogante no por nada aplicado al título general del libro. El trabajo de Sapiro multiplica sobre la segunda mitad del siglo xx y el presente los ejercicios desplegados por Roger Chartier, trabajo ejemplar en la historización y sociologización de las premisas foucaultianas. ¿Cómo se transformaron históricamente las nociones de autor y de autoridad cultural? Las respuestas atraviesan las prácticas que figuran las representaciones autorales, los índices de prestigio y el reconocimiento intelectual, los intermediarios, los mediadores –en particular los traductores–, los fenómenos de recepción. Acto seguido, y en primer plano, las desiguales condiciones para la circulación de obras en traducción. La noción de canon es observada con lentes de microscopio. La idea de “clásicos universales”, impuesta definitivamente en los años 30 por las políticas culturales de la Sociedad de Naciones, es trabajada con casos del período de posguerra, como las colecciones de Gallimard y de la Unesco. Tal categoría atraviesa todo el libro y vuelve a aflorar en investigaciones con los archivos del Premio Nobel. En este caso, se observa que a pesar de la diversificación de orígenes lingüísticos y nacionales y del tardío reconocimiento de mujeres escritoras, no deja de ser una instancia reproductora de jerarquías del campo cultural mundial. En perspectiva histórica, es aún abrumadora la supremacía del inglés y la sobrerrepresentación de autores masculinos.

Otras claves bourdieuanas del análisis son “¿Quién crea al creador?”, ¿cuáles son las lógicas que controlan la consagración de la literatura clasificada como mundial? También los procesos de reconocimiento, apropiación y valoración de un autor en el extranjero, procesos que jamás pueden explicarse apenas por la calidad intrínseca de un pensamiento, estilo y otras variables atrapadas por el encantamiento de las ideas, de la inteligencia.

El campo literario transnacional no es una sumatoria de campos nacionales, sino una estructura sui generis. Se compone de mediadores (agentes, como los críticos, los gate-keepers de ideas, diría Lewis Coser) y de mediaciones (instituciones y artefactos específicos como el Pen-Club, el Premio Nobel y tantos otros, ferias de editores, festivales literarios, colecciones, publicaciones periódicas), es decir, un mundo como otros, pero diferenciado. Las tensiones entre autonomización y heteronomización de ese espacio de relaciones socioculturales son evidenciadas por los diversos sistemas de intereses enfrentados para dar forma a la categoría nuclear del tema y por los obstáculos para remodelar una jerarquía en la que inercialmente se imponen las lenguas centrales o la hipercentral, donde los significados de la diversidad son contrarrestados por el imperialismo de lo universal. Ello se demuestra en todos los casos empíricos analizados en el libro, y cobra nitidez en el caso de los festivales literarios o los foros sobre la traducción y la bibliodiversidad, tribunas para la expresión política que conlleva el problema.4 En definitiva, ¿quiénes regulan los intercambios interlingüísticos y transfronterizos? Frente al idealismo de la teoría de la globalización al respecto de un inexorable proceso de unificación de todas las culturas (actitud longeva, implícita o explícita al menos desde el evolucionismo decimonónico), en la mirada de Sapiro las muy concretas e históricas estructuras del espacio cultural internacional se transforman entre los límites y condicionamientos de la gran producción (polo regido por la rentabilidad financiera) y de la producción restringida (polo gestor de la bibliodiversidad), constatación de homología con realidades locales y nacionales que permite comprender que, en definitiva, la globalización o la internacionalización de las relaciones culturales son hechos sociales sui generis, anclados en la historia, cuya comprensión exige rigor metodológico como el que presenta este nuevo aporte de la colega francesa.

Gustavo Sorá

Universidad Nacional de Córdoba / conicet

 

1 “Le champ est-il national? La théorie de la différenciation sociale au prisme de l’histoire globale”, Actes De La Recherche en Sciences Sociales, vol. 200, 2013.

 

2 Como publicación, tuvo una primera edición en 1990, en la Romanitische Zeitschrift für Literaturgeschichte/Cahiers d’histoire des littératures romanes, y otra en 2002, en el número 145 de Actes de la Recherche en Sciences Sociales. Al castellano fue traducido por Alicia Gutiérrez y publicado en la compilación Intelectuales, política y poder, Buenos Aires, eudeba, 2007.

 

3 La tesis de Sapiro fue publicada como La guerre des écrivains. 1940-1953, París, Fayard, 1999.

 

4 Un ejemplo en nuestro medio local es el Instituto Lenguas Vivas, lugar dispersor de la acción sobre estos asuntos de académicas como Andrea Pagni, Patricia Wilson o Alejandrina Falcón.