Hugo Vezzetti: itinerarios críticos

 

Sesión especial del Seminario de Historia de las ideas, los intelectuales y la cultura “Oscar Terán”, del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, en celebración de los 80 años de Hugo Vezzetti. Realizada el 6 de diciembre de 2024 y organizada en colaboración con el Centro de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes y la cátedra de Historia de la Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

 

Presentación

Adrián Gorelik

conicet / Universidad Nacional de Quilmes

 

Hoy tenemos una reunión muy especial, tanto por su formato como por la concurrencia. Pero sobre todo por su tema: no es habitual en este ámbito, dedicado por lo general a debatir sobre producciones recientes en la historia de la cultura, de las ideas, de los intelectuales, celebrar una trayectoria larga y prolífica como la de Hugo Vezzetti. Pero sus 80 años no podían pasar desapercibidos aquí. Hugo forma parte del Seminario que organizó Oscar Terán desde antes de que se instalara en el instituto Ravignani (es decir, en 1988), cuando ya a mediados de los años 1980 comenzó a reunir a investigadores en estas áreas de historia del pensamiento con el objetivo de discutir sobre los temas que venían desarrollando. Y desde entonces Hugo ha sido un animador fundamental de este espacio que, contra todo pronóstico, dado lo lábil de su inserción institucional y el carácter eminentemente voluntario —y voluntarista— de la participación en él, ha conseguido renovar su vigencia por casi cuatro décadas.

Asimismo, más o menos durante el mismo período construyó la cátedra de Historia de la Psicología, con un programa de docencia e investigación que ya produjo varias camadas de estudiosos, conformando un campo disciplinar plural, sólido y sofisticado. Y ha sido un colaborador asiduo de las iniciativas del Centro de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes en multiplicidad de encuentros y en proyectos colectivos de investigación, así como de su revista Prismas, en la que es considerado un consultor permanente.

Esto explica que estas tres instituciones nos hayamos unido para organizar esta celebración, en la que abordaremos, gracias al concurso de Mauro Vallejos, Claudia Hilb y Sebastián Carassai (los menciono en el orden en que van a intervenir), las diferentes dimensiones en que se ha desplegado el trabajo de Hugo: la historia del mundo psi, la historia de los intelectuales y la cultura de izquierda, y ese campo en el que supo reunir su capacidad de indagación crítica con su compromiso, político e intelectual: el de los derechos humanos y la memoria de la violencia y del terrorismo estatal.

Desde la publicación de Historia de la locura en la Argentina, su primer libro de 1983, hasta Memoria, derechos humanos y democracia, su libro más reciente, de 2023, en el que compila sus intervenciones más políticas —muchas de ellas publicadas en la revista Punto de Vista, que integró desde su primer número en 1978—, Hugo dejó contribuciones de peso, insoslayables en cada uno de esos campos de conocimiento, diseñando una trayectoria intelectual que es, en sí misma, un indicador extraordinario de esos 40 años de cultura, política y vida académica en la Argentina. A lo que habría que sumar la actividad editorial: su labor al frente de la colección Claves en Nueva Visión a lo largo de tres décadas, donde publicó una biblioteca completa de actualización en ciencias sociales y filosofía.

Como ocurre con algunas de las figuras señeras de esa generación que se formó en la ebullición experimental de los años 60, cuando las preocupaciones estrictamente disciplinares se cruzaban con la renovación intelectual más general y la militancia revolucionaria, Hugo también protagonizó la reconstrucción institucional en democracia: fue, entre 1984 y 1986, decano normalizador de la Facultad de Psicología, una de las áreas del mundo académico con la que más se había encarnizado la represión dictatorial, frente a la cual Hugo había demostrado un coraje cívico admirable. Y como de esto él, con su habitual reserva y discreción, no suele hablar, conviene recordar aquí que su proyección pública —y, al mismo tiempo, su vínculo más estrecho con el activismo por los derechos humanos— comenzó en 1978 cuando, inmediatamente después del Mundial de fútbol fue secuestrada Beatriz Perosio, presidenta de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (apba), junto con un grupo de militantes de Vanguardia Comunista. Hugo, que acompañaba en la gestión de la apba a Perosio, debió asumir la presidencia junto con la campaña por el esclarecimiento de su desaparición. Desde entonces, ya no dejó de acompañar su producción intelectual con el ejercicio crítico de una voz pública muy personal, habitualmente a contrapelo de los consensos establecidos.

Respecto de esta última dimensión, no puedo dejar de decir que, para muchos de nosotros, además de un referente intelectual de primera magnitud y un amigo muy querido, Hugo es ante todo —o, mejor, en última instancia— un vector ético, una suerte de brújula infalible que en el mar proceloso de la vida política e institucional argentina ofrece siempre una orientación acorde a principios y valores.

Escuchemos ahora el análisis crítico de las tres dimensiones de su trayectoria, que es lo que mejor va a explicar los motivos de esta celebración. o