Vanni Pettinà (editor),

La Guerra Fría latinoamericana y sus historiografías,

Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2023, 257 páginas.

El autor de la introducción y compilador, Vanni Pettinà de la universidad Ca’ Foscari de Venecia –que trabajó varios años en México– ya intervino con diferentes libros que constituyen una referencia en el campo de los estudios sobre la Guerra Fría.[1] La introducción de este volumen es contundente, y marca como tema algo que constituye buena parte de los problemas actuales en la producción académica global: el impacto del inglés y de la serie de publicaciones en lengua sajona –en particular en sede estadounidense– como lingua franca académica.[2] Frente a un diagnóstico en el que reconoce tanto la poca producción sistemática de síntesis relativas a la historiografía sobre el conflicto bipolar en lengua no inglesa, como la poca o nula integración en la producción estadounidense de la bibliografía latinoamericana correspondiente, este libro plantea una respuesta posible. Así, la compilación sintetiza en ensayos bibliográficos escritos por diversos autores/as provenientes de distintos espacios (en orden de aparición según cada capítulo: Marcelo Casals, Rafael Loris y Felipe Pereira Loureiro, Valeria Manzano, Massimo de Giuseppe, Julieta Rostica y Rafael Rojas), con bibliotecas que exceden el inglés (italiano, portugués, además de español), la producción concerniente a la Guerra Fría y las reflexiones teórico-metodológicas producidas dentro y fuera de la región. Es tanto un diagnóstico como una propuesta relativa a los alcances y límites del término “Guerra Fría”, sobre su periodización, y la importancia del componente trasnacional en la construcción de los problemas de investigación, incluyendo la cuestión concreta del acceso a archivos de muy diverso tenor y alojados en muy distintas partes del globo.

El capítulo del chileno Marcelo Casals de la Universidad de Finis Terrae –quien, además de sus trabajos específicos sobre Chile, intervino con lucidez en la discusión sobre la “geopolítica del conocimiento”– propone un recorrido por la producción latinoamericana en particular, y global en general, en torno del vínculo entre las historiografías de la llamada “historia reciente” y las de la “Guerra Fría” en el ámbito de la historia política.[3] Según Casals, el uso de “Guerra Fría” permite dotar de sentido y coherencia a un período (fines de los años 40 y de los 80), y además permite entenderlo en Latinoamérica, tal como lo hace Booth, a partir de “una articulación de conflictos de distintas temporalidades, y que tuvieron durante el periodo ‘clásico’ manifestaciones radicales y particulares”. Bajo esta afirmación en realidad podrían incluirse problemas y procesos que exceden en mucho a la Guerra Fría en particular.

Valeria Manzano, esta vez desde Argentina y miembro de la Universidad Nacional de San Martín, en el segundo capítulo plantea un recorrido por “El género y sexualidades en la historiografía de la Guerra Fría en América Latina”. La autora, que ha trabajado en estudios de género, juventudes, política y cultura, realiza un estado del área enfocando los diversos modos en que la perspectiva de género ha intersectado la investigación historiográfica, sobre todo en el ámbito de la historia reciente. Asegura que estos trabajos hacen uso de la Guerra Fría como contexto y en general no parten de ella en tanto que una dimensión analítica. Define tres áreas en las que analizar los modos en que la referencia a la Guerra Fría sería clave: los estudios sobre el control poblacional, en el que se intersectan la geopolítica, el género y las sexualidades; la historia de los movimientos feministas y de liberación sexual; los estudios sobre militancias desde estudios de género –que incorporan los trabajos dedicados a la militancia por los derechos humanos, los exilios, tanto como los vinculados a las izquierdas revolucionarias–, y de trabajos sobre las modalidades sexo-genéricas de las tramas represivas. Propone a su vez indagar en la imaginación sexo-genérica más allá de casos nacionales o latinoamericanos, como puede ser el impacto en el mundo soviético del “hombre nuevo” guevarista, así como también ampliar aún más la periodización que exceda la de la época de los 60/70.[4]

Rafael Ioris y Felipe Pereira Loureiro, ambos brasileños –de las universidades de Denver y de San Pablo, respectivamente–, se detienen en el eje de los estudios dedicados al desarrollismo y, más precisamente, ubican en un primer plano la relación, clave en el período, entre desarrollo y dependencia.[5] Insisten en que una de las más importantes falencias en los trabajos dedicados a los estudios de la Guerra Fría es que apenas tienen en cuenta ese enfrentamiento en función de dinámicas económicas, o no se detienen lo suficiente en la importancia que adquirió en el período la búsqueda de un “desarrollo acelerado”. Esto permitiría una mejor comprensión de los vínculos entre actores públicos y privados establecidos a escala hemisférica. Por ello, consideran venturoso el trabajo que, por ejemplo, recupera por una parte la dimensión conflictiva en torno de la cooperación económica –y así las muy diferentes acciones de la Alianza para el Progreso–, así como, por la otra, los estudios que se detienen en analizar la acción de actores privados en procesos dictatoriales. Quizá aquí valdría la pena incorporar un abordaje que atendió muy bien a la historización entre desarrollo y dependencia en el marco de la Guerra Fría, como es el del trabajo de Nahón, Rodríguez Enríquez y Schorr.[6]

Como vemos, uno de los ejes clave del libro es el de la transnacionalización, al que la argentina Julieta Rostica, de la Universidad de Buenos Aires, dedica su ensayo. Rostica trabaja hace ya tiempo desde el Cono Sur sobre Guatemala en particular y Centroamérica en general.[7] Avanza su lectura y revisión bibliográfica en torno de cómo se ha conformado el campo de la historia trasnacional en la región. Sobre ese campo, el de la Guerra Fría podría proponer actualizaciones que lo renovaran. Recupera los estudios académicos que caracterizaron a América Latina como unidad de análisis –donde no menciona, pero hubiera valido la pena incorporar, un estudio seminal de Hilda Sabato al respecto-, e inscribe el derrotero de los intentos comparatistas y de sociología histórica en Argentina en función de esta nueva apuesta en una unidad de análisis que trasciende a la nación.[8]

Si hay un elemento trasnacional por antonomasia es el de la religión y sus diversas instituciones, las modulaciones de las creencias, y en particular en América Latina, el peso del catolicismo. Es allí donde el italiano Massimo de Giussepe, de la Universidad de Iulum, que ha trabajado en sus investigaciones tanto sobre la institución religiosa y la religiosidad en México como sobre el Tercer Mundo en Italia, caracteriza a lo trasnacional como parte de una dialéctica con lo nacional.[9] En ese sentido, la Guerra Fría no puede comprenderse sin atender a un entrelazamiento de larga data con los procesos de secularización, los modos diversos en que actuó el mensaje socio-evangélico pastoral, los usos políticos de la religión, y cómo todo ello contribuyó a “modificar el panorama religioso en los contextos nacionales involucrados”, como bien lo muestran los trabajos dedicados a la teología de la liberación.

El libro cierra con un capítulo del cubano-mexicano Rafael Rojas, dedicado especialmente al desarrollo de los estudios que, desde la historia intelectual, han renovado las investigaciones sobre el conflicto bipolar. Rojas, referente en el ámbito de la historia intelectual y miembro del Colmex, propone un recorrido por la “pre-historia” del concepto, las “querellas ideológicas” que han sido abordadas desde los estudios de la Guerra Fría cultural, así como también busca entender cómo el enfrentamiento puede leerse en la misma producción académica hasta después del período que se cerraría con el impacto de la caída del Muro de Berlín.[10] De lo que se trataría, en la apuesta de Rojas, es de “desestabilizar los lugares comunes” (227); para ello, sobre todo, rastrea las “mutaciones” del latinoamericanismo y propone una hoja de ruta posible: además de prestar atención a la historiografía soviética sobre América Latina, la importancia de relevar también en el marco de la Guerra Fría las distintas asunciones relacionadas con las llamadas transiciones democráticas.[11]

Más allá de la solidez del volumen, varios capítulos refieren sin ningún tipo de distancia crítica al término “Sur Global”, que valdría la pena no dar por sentado tan fácilmente, más aún teniendo en cuenta la apuesta general de la compilación.[12] En cualquier caso, el libro es un volumen necesario: logra un buen panorama relativo a estudios sobre la Guerra Fría en general, y para América Latina en particular, pero también propone líneas posibles de investigación.

Ximena Espeche

Centro de Historia Intelectual - Universidad Nacional de Quilmes / conicet



[1] Por ejemplo: Historia mínima de la Guerra Fría en América Latina, México, El Colegio de México, 2018.

 

[2] Y, en este sentido, la propuesta de este volumen dialoga con la sección “Otras voces, otros ámbitos” de esta revista. Sobre esta preocupación, véase: Federico Navarro et al., “Manifiesto: Reconsideración del inglés como lengua franca en contextos científico-académicos”, Revista Argentina de Investigación Educativa, vol. iii, n° 5,
5 de junio de 2023.

 

[3] Véase: Marcelo Casals, “Which borders have not yet been crossed? A supplement to Gilbert Joseph’s historiographical balance of the Latin American Cold War”, Cold War History, vol. 20, n° 3, 2020. Su último libro es Contrarrevolución, colaboracionismo y protesta. La clase media chilena y la dictadura militar, Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 2023.

 

[4] Valeria Manzano, La era de la juventud en Argentina. Cultura, política y sexualidad desde Perón hasta Videla, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2017.

 

[5] Véanse, entre otros trabajos de estos autores: Rafael Ioris, Qual Desenvolvimento? Os Debates, Sentidos e Lições da Era Desenvolvimentista, San Pablo, Paco Editorial, 2017; Felipe Pereira Loureiro, A aliança para o progresso e o governo João Goulart (1961-1964): Ajuda econômica norte-americana a estados brasileiros e a desestabilização da democracia no Brasil pós-guerra, Brasil, Unesp, 2021. 

 

[6] Cecilia Nahón, Corina Rodríguez Enríquez y Martín Schorr, “El pensamiento latinoamericano en el campo del desarrollo del subdesarrollo: trayectoria, rupturas y continuidades”, en aa. vv., Crítica y teoría en el pensamiento social latinoamericano, Buenos Aires, Clacso, 2006.

 

[7] Su último libro es: Racismo
y genocidio en Guatemala. Una mirada de larga duración
, Buenos Aires, Clacso, 2023.

 

[8] Hilda Sabato, “Historia latinoamericana, historia de América Latina, Latinoamérica en la historia”, Prismas. Revista de Historia Intelectual, vol. 19, n° 2. 

 

[9] Entre sus trabajos, véase: Massimo De Giuseppe (comp.), Romero. Giustizia e pace come pedagogia pastorale, La Scuola, Brescia, 2010.

 

[10] Véase, entre muchas de las producciones de Rojas: Traductores de la utopía. La revolución cubana y la nueva izquierda en Nueva York, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2016; El árbol de las revoluciones. Ideas y poder en América Latina, Madrid, Turner, 2021.

 

[11] Quizá algunas simplificaciones categoriales merecen revisarse, en un capítulo que, como en todo el libro, insiste en historizar los procesos: la asunción de una suerte de izquierda transhistórica –en la que por ejemplo un Domingo Faustino Sarmiento podría ser adscrito– es, al menos, discutible.

 

[12] Véase Pablo Palomino, “On the Disadvantages of “Global South” for Latin American Studies”, Journal of World Philosophies, vol. 4, n° 2, 2019.