Introducción: Pensar Las venas abiertas de América Latina desde la historia intelectual
Marcela Echeverri, Vania Markarian y Pablo Messina
Yale University
Universidad de la República
Universidad de la República
Evocar a Eduardo Galeano (1940-2015) nos lleva a hablar de periodismo, literatura, política, historia y ciencias sociales. Representante de una generación criada al calor de la crisis, nos legó un repertorio de obras de diverso calibre y tenor. En 2021, coincidiendo con los cincuenta años de la publicación de su más reconocido libro, Las venas abiertas de América Latina (1971), decidimos revisitar esta obra. Desde el convencimiento de que la producción intelectual de Galeano permite dar cuenta de debates latinoamericanos fundamentales durante las décadas de los sesenta y setenta, como son los problemas del subdesarrollo, la conciencia histórica de América Latina, el boom literario latinoamericano, el periodismo testimonial de fines de los sesenta y las distintas formas de hacer política de aquel entonces, pensamos que la realización de un seminario internacional era una buena oportunidad para llevar estos tópicos a debate y convidar a la reflexión colectiva.[1] El presente dossier recoge algunas de las tantas exposiciones que enriquecieron durante tres días, en junio de 2021, nuestra mirada sobre Galeano y su obra, así como sobre América Latina como realidad y problema a estudiar.
Las venas abiertas fue una apuesta muy particular de Galeano. Él, que desde los 14 años estuvo vinculado a la prensa y desde muy joven también se dedicó a la literatura, abandonó los géneros cuento y novela durante cuatro años, entre 1967 y 1970, para dedicarse a escribir un libro de “economía política”. Lejos de su discurso antiacademicista, antes de que el libro viera la luz, Galeano contaba en el semanario Marcha que había pasado esos cuatro años “metido hasta las orejas, estudiando economía e historia”. Poco antes de la publicación de Las venas abiertas, le había dedicado tiempo también a la producción de una versión de divulgación del libro El proceso económico del Uruguay (1969), un texto de elaboración colectiva del Instituto de Economía de la Universidad de la República (Udelar), reconocido como una suerte de “manifiesto dependentista” en dicho país. Esto indica que Las venas abiertas de América Latina surgió de un proceso en el que Galeano tuvo un serio acercamiento a las ciencias sociales y la divulgación científica. En rigor, se trata de un libro que contiene más de trescientas citas bibliográficas, además de referencias a informes, documentos y datos estadísticos. Por eso, en esa misma entrevista, Galeano afirmaba que “los académicos no tienen de qué quejarse”.[2] Aunque, como apreciaremos más adelante, tal vez sí tuvieron de qué.
El libro tenía un objetivo político explícito en las intenciones del autor: “poner la economía política al alcance del lector medio”, y para esto debía “bajar de las cumbres inaccesibles muchos de los secretos que los técnicos manejan en código”. Precisamente en ese sentido, el éxito editorial del libro a lo largo del tiempo ha sido innegable. Las venas abiertas de América Latina tiene más de 77 ediciones y lleva comercializadas más de un millón de copias, constituyéndose así como el libro más vendido de la editorial Siglo XXI. Además, ha sido traducido a más de veinte idiomas. Y, más allá de lo cuantitativo, los ejemplos de su impacto son notorios en canciones, ensayos, su uso por las distintas izquierdas y, también, vale señalarlo, el rechazo que las múltiples expresiones de la derecha continental le han profesado. En esta línea, suele destacarse el Manual del perfecto idiota latinoamericano de Apuleyo Mendoza, Montaner y Vargas Llosa,[3] pero la crítica tuvo otras manifestaciones similares a lo largo y ancho de América Latina.
A pesar del gran impacto del libro, su integración en el ámbito académico ha sido, hasta ahora, relativamente modesta. El historiador Aldo Marchesi ofrece como explicación posible que el libro se presenta como un ensayo “tardío”, ya que emerge en un contexto de fuerte profesionalización de las ciencias sociales en el Cono Sur, en el que la renovación implicaba una apuesta intelectual contra el ensayismo.[4] El propio Galeano parece habilitar esta interpretación cuando afirma: “Cuando yo publiqué Las venas abiertas, mis amigos más queridos me trataron con indulgencia. Me dijeron: está bien, no está mal, pero esto no es algo que pueda ser tomado en serio”.[5] Sin embargo, como podrá apreciarse en este dossier, y como fue ejemplificado con varias vivencias personales en el seminario, la recepción inicial del libro por parte de la academia estuvo más marcada por la apertura y el interés de lo que el propio Galeano pareció reconocer.
Es probable que haya más explicaciones para entender el escaso tratamiento que a la postre tuvo el libro por las ciencias sociales. Si bien alejarse del género ensayo pudo haber sido una de ellas, otra de las razones, más allá de su estilo, pudo tener que ver con el marco teórico que lo inspiró. De punta a punta, quien haya leído Las venas abiertas puede constatar que se trata de un libro con una clara interpretación dependentista sobre el problema del subdesarrollo latinoamericano. Comienza con una denuncia de la división internacional del trabajo, en la que “unos se especializan en ganar y otros se especializan en perder”. O sea, si el género ensayístico lo alejaba de las ciencias sociales, el marco teórico que inspiraba los argumentos y esquemas narrativos sobre el subdesarrollo lo acercaba. Pero también por eso es razonable pensar que, conforme el dependentismo fue perdiendo peso y ganando detractores en la academia, el interés por esta obra de Galeano haya menguado.
Lo cierto es que el derrotero del dependentismo no se explica solo por sus debilidades y fortalezas teóricas, sino también por lo que aconteció con los movimientos sociales, políticos e intelectuales que sostenían como proyecto parte sustancial de las propuestas dependentistas. No es casual que el Chile de Salvador Allende fuera el principal lugar de producción de estas ideas; tanto porque allí existían desde hacía mucho tiempo instituciones como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ilpes) y Escolatina, como porque el ensayo socialista chileno se nutrió de y contribuyó también al desarrollo de estos cientistas sociales. Por lo tanto, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, junto con la persecución, censura, represión y desaparición de muchos académicos, implicó cierto declive de la teoría de la dependencia como marco inspirador de preguntas para indagar y comprender la realidad.[6] Ese marco continuó parcialmente y bajo censura en los centros privados de investigación que se desarrollaron en el contexto represivo y también en el exilio académico que se concentró en México.[7]
En medio del avance autoritario, el dependentismo y Las venas abiertas fueron perdiendo adhesiones en el Cono Sur, a la vez que empezaron su recorrido por otras partes del mundo. El consumo de las ideas dependentistas fue creciendo en Norteamérica y Europa, mientras que el libro de Galeano ganaba lectores gracias a su casi inmediata traducción al inglés.[8] En el propio seminario de 2021 contamos con el testimonio de Jeremy Adelman, quien narró cómo en Canadá –país que se debatía a sí mismo como parte integrante del imperialismo norteamericano o como una suerte de zona dependiente de los Estados Unidos– Las venas abiertas pasó a ser una referencia en las universidades. Peter Winn afirmó también que, en su época, fue uno de los libros más leídos y discutidos en cualquier café universitario de los Estados Unidos.
Pero a partir de esa coyuntura tan significativa, tanto dentro como fuera de la academia, nada fue lo mismo. Las condiciones de investigación y de trabajo intelectual, más centradas en proyectos de corto plazo, fueron alejando a quienes ejercían la investigación de las preocupaciones más teóricas. Categorías analíticas como imperialismo, plusvalía y excedente fueron cayendo paulatinamente en desuso. La falta de democracia y las violaciones a los derechos humanos más elementales hicieron que los problemas del capitalismo global y del desarrollo desigual y combinado tuvieran menos protagonismo con respecto a la necesidad de la transición política y la recuperación de los derechos civiles más básicos. Asimismo, ciertas lecturas fatalistas sobre la imposibilidad del desarrollo del capitalismo en la periferia se vieron disputadas con la emergencia del Sudeste Asiático, cuestionando en parte algunos postulados de la teoría de la dependencia.
De esta forma, en los ochenta y noventa el dependentismo fue marginado de la academia y tal vez esto ayude a explicar el poco tratamiento de Las venas abiertas en las ciencias sociales. Pero, según dijo Diego Giller, como escuela de pensamiento estuvo mal sepultada y, por lo tanto, todavía hoy sus “espectros” siguen entre nosotros. El seminario contó con la participación del economista argentino Claudio Katz, quien, además de analizar el contexto de elaboración y las tesis del libro de Galeano, también dio cuenta de la producción intelectual dependentista contemporánea, de la que él mismo forma parte. Incluso, en una larga intervención, el economista uruguayo Daniel Olesker –exministro de Salud y exministro de Desarrollo Social en Uruguay durante los gobiernos del Frente Amplio– se manifestó como dependentista y justificó la vigencia de dicha escuela en la actualidad.[9]
Con todos estos elementos en consideración pensamos que era necesario no dejar pasar inadvertidos los cincuenta años de la publicación del libro de Galeano. Y no es casual que la iniciativa haya surgido de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, institución que publicó la primera edición de Las venas abiertas y donde Galeano trabajó como director del Departamento de Publicaciones desde 1965 hasta su exilio en Buenos Aires en 1973.
Coincidió además con que Helena Villagra, la compañera de vida de Galeano, había resuelto donar su archivo privado al Archivo General de la Universidad de la República. Y la puesta en servicio público de un material tan valioso nos pareció otro motivo para la realización de un seminario internacional. La pandemia de covid-19, que tantas restricciones nos impuso y tantas secuelas ha dejado, también posibilitó como nunca antes el uso de plataformas virtuales para la realización de encuentros académicos. Esto permitió contar con la presencia de profesoras y profesores de los Estados Unidos, Europa y América Latina que seguramente en un formato presencial nos hubiera sido imposible financiar.
La Universidad de la República y la Yale University, nuestras instituciones de pertenencia, respondieron de inmediato y favorablemente a la propuesta del seminario. También la casi totalidad de académicos y académicas que convocamos.[10] Vale también recordar que, durante la realización del evento, asistimos con preocupación a la descalificación del ministro de Educación y Cultura de Uruguay, Pablo da Silveira, sobre Eduardo Galeano y el libro que estaba cumpliendo cincuenta años. Su rechazo no sorprende, porque en la moda neoliberal de los noventa, Da Silveira había escrito contra Galeano en tanto lo consideraba un intelectual irresponsable. Para quienes no conocen ese texto, se trata de un ensayo corto de lectura menos entretenida que la del Manual del perfecto idiota latinoamericano.[11]
El intercambio y debate que desplegamos desde la realización del seminario nos permite en esta introducción sugerir algunas líneas de análisis del libro de Galeano en el marco de una renovada historia intelectual de América Latina que viene dando valiosos frutos en varios países del continente. Se trata de una empresa incipiente y exploratoria porque, como se podrá apreciar más adelante, ni el autor ni su obra han ocupado un lugar importante en la historiografía de la región, más allá de su persistente gravitación entre las lecturas de muchos latinoamericanos sobre su historia.
Las contribuciones que presentamos en este dossier, pues, ofrecen miradas originales a Las venas abiertas de América Latina de Galeano y tienen en común el interés por contextualizar la obra en la historia intelectual latinoamericana. Los seis trabajos dan cuenta de las raíces del libro en las preocupaciones políticas implícitas a la producción literaria y al debate cultural de mediados del siglo xx. Hemos estructurado el dossier teniendo en cuenta los vínculos temáticos entre los artículos, aunque, a su vez, cada autor enfatiza una problemática distinta. Todos los trabajos se basan en investigaciones originales; algunos anclados en –y en diálogo con– los temas de estudio particulares de los autores, y otros diseccionan las fuentes de la obra en cuestión y miran la intersección de sus ideas centrales, y más trascendentes, con debates políticos y con corrientes específicas del conocimiento sobre América Latina de mediados del siglo pasado.
Abre el dossier el estudio de Carlos Aguirre, que reconstruye la historia del libro de Galeano en Cuba, específicamente en relación con el Premio Casa de las Américas en 1971, año de publicación de Las venas abiertas y de enorme importancia tanto para la Revolución como para la cultura latinoamericana. Aguirre aborda una interesante pregunta sobre por qué Las venas abiertas, que se convirtió posteriormente en gran éxito literario dentro y fuera de América Latina, no ganó el premio en Cuba. Revisando el contexto marcado por importantes cambios político-culturales, como el llamado “quinquenio gris”, el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, el “caso Padilla” y el cierre de la revista Pensamiento Crítico, Aguirre ofrece pistas para entender ese aparente desacierto del jurado, visto desde la popularidad del libro solo un lustro más tarde hasta nuestro presente. El artículo invita a pensar el momento histórico específico que contribuyó a darle un lugar singular en la literatura política del momento y a entender el denso entramado político dentro del cual se produjo esa obra.
De la misma manera, en el trabajo de Rafael Rojas vemos un aporte para desentrañar el andamiaje intelectual sobre el cual se basó Galeano al escribir Las venas abiertas. El autor brinda herramientas muy valiosas para descifrar tanto las fuentes del autor como su posicionamiento en relación con la disciplina de la historia. Rojas reflexiona sobre la naturaleza del texto, al que denomina “uno de los ensayos medulares del latinoamericanismo intelectual de la Guerra Fría”. Al mismo tiempo, el artículo revela interesantes intersecciones y contradicciones de Galeano –y de Las venas abiertas– con textos fundamentales, contemporáneos, y también con la izquierda latinoamericana. Mirando el diálogo de Galeano con sus fuentes historiográficas, a la vez que posicionando sus interpretaciones en un marco político concreto, Rojas ofrece una lectura muy rica del libro, que se adentra en la propuesta narrativa de Galeano y permite reflexionar sobre los ejes temáticos y las representaciones del pasado que han sido su principal legado en la imaginación latinoamericana.
El artículo de Inés Moraes tiene en común con el de Rojas el interés por la relación de Las venas abiertas con la producción intelectual y académica del momento, en este caso específicamente con la teoría de la dependencia. Mientras que Rojas relaciona la obra con la historiografía más amplia que en América Latina reinterpreta algunos hitos de la historia moderna de América Latina –Revolución haitiana, independencias, guerras civiles, liberalismos y positivismos del siglo xix, revoluciones, populismos y dictaduras del siglo xx–, Moraes se centra en el tema fundamental del origen colonial, que atraviesa todas las épocas. La autora pone en perspectiva el dependentismo que tanto impacta a Galeano y su escritura en Las venas abiertas, evidenciando la forma transversal en que marcos historiográficos y teóricos dentro de la disciplina económica han visto el estudio del origen colonial como la fuente del problema central latinoamericano. Esta rica discusión sobre la persistencia del “atraso” o “subdesarrollo” en América Latina como tema vinculado a la identidad de la producción académica en la región aporta elementos analíticos para ubicar Las venas abiertas en un momento que le dio sentido y al cual el mismo libro marcó.
Ximena Espeche nos lleva también a un análisis de contexto, forma y contenido, con especial atención a la escritura. Como en el caso de Rojas, Espeche está interesada en el género ensayo y enfatiza en la trayectoria de Galeano como periodista para explicar la calidad literaria del texto. Además, nos muestra cómo la preocupación de Galeano por la circulación y la recepción de su libro estuvo marcada por su compromiso político. Para esta autora, es necesario reconocer y rescatar el problema del “aburrimiento”, que era relevante para los autores que, como Galeano, escribían para entrar en contacto con los públicos más amplios –las “masas”– y cuyo fin era, precisamente, afinar sus intervenciones culturales para facilitar la difusión y la comprensión de sus obras e ideas. En este sentido, el texto de Espeche aporta una interesante discusión sobre la relación entre la “guerra informacional” y la Guerra Fría, poniendo Las venas abiertas en el centro de la literatura latinoamericanista de la época.
El artículo de Sinclair Thomson tiene como objeto la representación de los indígenas en Las venas abiertas. Thomson muestra a través de un análisis de la obra de Galeano anterior a este libro –en particular, las crónicas periodísticas de Guatemala– que el autor tenía una perspectiva indigenista que marcó su narrativa sustancialmente. En el proyecto literario indigenista, como en los escritos de Galeano, la representación de la América indígena tendía a enmarcarse entre los extremos de la romantización y la victimización. Thomson, además, estudia el contraste entre este enfoque indigenista –difundido entre los intelectuales de izquierda latinoamericanos– y la manera en que un intelectual indígena boliviano como Fausto Reinaga escribió sobre el pasado indígena en un libro –contemporáneo a Las venas abiertas– titulado La revolución india (1970). Aquí volvemos al tema de la relación del libro de Galeano con la historia, específicamente con la historia social. También vemos en este artículo el contexto desde otro ángulo, al resaltar la relación de Galeano con las ideas políticas de la izquierda y sus repercusiones para la construcción de la memoria del continente en clave social.
Finalmente, Rodrigo Patto aporta un trabajo sobre la recepción de Las venas abiertas en un contexto nacional específico, el de Brasil, a lo largo de varias décadas que vieron cambiar su significado y sus lecturas. El libro fue publicado en portugués en 1978 y a partir de entonces se convirtió en una referencia obligada en la izquierda que se oponía a la dictadura instalada en 1964. Patto estudia la manera en que el libro encajó con los valores de la izquierda brasileña y cómo, a su vez, contribuyó a forjar una noción en ese país sobre la historia latinoamericana y a pensar a Brasil en América Latina. El artículo también examina la contraparte de este proceso, es decir, cómo el libro de Galeano se convirtió en objeto de los ataques sostenidos y vigorosos de la derecha radical brasileña, que lo vio como uno de los símbolos centrales de la cultura de izquierda en el país.
Estos interesantes artículos nos motivan a hacer el ejercicio de enumerar las implicaciones historiográficas de este dossier, a señalar algunas zonas de vacancia y a sugerir posibles desarrollos a futuro para el estudio de la obra de Galeano. Al ubicar en ese marco los posibles aportes del conjunto de artículos que ahora presentamos, es necesario reconocer que la historia intelectual es hoy un campo amplio y en expansión, cuyos límites imprecisos se definen en intensos contactos e intercambios con otras formas de practicar la disciplina.
Desde ese reconocimiento, empecemos por la afirmación obvia de que los estudios de historia del libro y la edición, con crecimiento expansivo hacia periódicos y otros impresos en proliferación casi infinita, se despliegan como el marco casi natural de estos esfuerzos. Este posicionamiento implica varias operaciones simultáneas, no todas cubiertas en este dossier por razones evidentes que hacen a la diversidad de su origen y a los motivos de la convocatoria. Es preciso reconocer que este conjunto de artículos se concentra en los contenidos y contextos de escritura y lectura de Las venas abiertas y dice poco sobre la historia del libro como tal (sus aspectos materiales, su diseño, producción y modos de difusión). Tampoco se problematiza el papel de su autor como agente central del campo editorial en el Uruguay de los sesenta. Esto se vincula a la escasa atención que recibió la expansión de la industria editorial en el pequeño país sudamericano en esa época.[12] Esta carencia funciona aquí como exhortación: resulta a esta altura imprescindible emprender esa tarea para entender mejor los procesos de modernización cultural y politización de amplios sectores de la sociedad uruguaya, en paralelo con la renovación del pensamiento sobre lo social, asuntos sobre los que existen enjundiosos estudios para otros países del continente.[13] Al pensar la edición de libros como modo de intervención política, también sería interesante pensar el éxito de Las venas abiertas como el de un tipo particular de “best seller político” que tuvo la pericia de ensamblar coyuntura y perspectiva histórica de un modo particularmente potente.[14] ¿Quiénes participaron de esta hazaña, además de su autor y primer editor? ¿Hasta qué punto sirven los indicadores de tirajes y ventas para entender su impacto en un mundo intelectual y político en efervescencia editorial?
En relación con Galeano, sus múltiples funciones de editor, cronista, ilustrador y corresponsal en periódicos centrales de las izquierdas de ese entonces, como El Sol, Época y Marcha, deben tenerse en cuenta al considerar su experiencia al frente de la editorial universitaria en su fase de mayor auge y alcance, entre 1965 y el golpe de Estado de 1973 (momento en que decidió publicar allí Las venas abiertas, inmediato best seller a escala nacional). Y esta labor, a su vez, debe ponerse en juego al calibrar su más conocido trabajo como impulsor principal de la famosa revista Crisis del otro lado del Plata, entre 1973 y 1976. En todo este derrotero, es necesario sopesar los determinantes nacionales de un campo editorial todavía bastante indiferenciado en cuanto a las funciones de sus agentes, pero también las circulaciones transnacionales de saberes, personas y bienes culturales, de las que Galeano y su obra fueron ejemplos relevantes. Sus documentados intercambios con Eudeba al tomar las riendas de las ediciones de la Universidad de la República, y el triple contrato de edición de Las venas abiertas en Cuba (Casa de las Américas), Uruguay (Udelar) y el resto del mundo hispanohablante (Siglo XXI), son evidencias adicionales (y previas a las peripecias del exilio) de esos contactos que todavía esperan estudio profundo.
Como dijimos, los artículos de nuestro dossier no se detienen demasiado en esos aspectos de la trayectoria de Galeano y su libro. Algunos los eluden por resultarles marginales desde sus enfoques o temas de interés y otros los dan por descontados para avanzar de modo más atento en un abanico de asuntos estrechamente relacionados con el mundo de la edición: la recepción y circulación de objetos culturales, en este caso impresos y particularmente libros. En efecto, los textos de Espeche, Aguirre y Patto, desde perspectivas muy diferentes, coinciden en su interés por las diversas, cambiantes y muchas veces paradójicas claves de lectura que fueron haciendo de Las venas abiertas un éxito de ventas en los lustros siguientes a su primera edición. Las formas de imaginar públicos y lectores a la hora de elegir ciertos modos narrativos (Espeche), los posibles equívocos de su presentación en espacios especializados de premiación y legitimación (Aguirre), las razones de sus múltiples apropiaciones, rechazos y censuras (Patto) son algunas entradas para entender las muchas vidas de este libro en las cinco décadas que median entre nuestro presente y su aparición en 1971. Pero se trata solo de apuntes sugerentes para el desafío todavía abierto de examinar cabalmente su lugar en los complejos procesos de circulación comercial de bienes simbólicos, las estrategias de promoción, la diversidad de agentes implicados y las razones contingentes de su progresiva expansión y extraordinaria supervivencia en los mercados editoriales nacionales, regionales y globales.
Esta última observación pone de relieve la necesidad de tener en cuenta la historicidad y la espacialidad de la génesis y la difusión del libro que nos ocupa, y nos lleva de lleno al campo historiográfico más amplio en que queremos ubicar el conjunto de estos aportes. Se trata del estudio de la Guerra Fría, el conflicto global que en las últimas décadas ha venido a redefinir cronológica, geográfica y conceptualmente la historiografía de la segunda mitad del siglo xx en el subcontinente. En especial, el examen de las dimensiones culturales del enfrentamiento entre las dos potencias ha repuesto la importancia de la región en esta cronología que sitúa a la Revolución cubana en una secuencia más larga de resistencias más o menos frontales al imperialismo de los Estados Unidos. En ese sentido, el de la especificidad del subcontinente, sería interesante articular con más precisión cuál ha sido el aporte de las diversas etiquetas y giros que han subdividido el tramo y redefinido el espacio mediante rótulos como “long sixties”, “global sixties” y aun “global South”. En términos generales, parecería que se trata de incentivar miradas globales, regionales y locales, junto con análisis comparativos y transnacionales.[15] Sin embargo, como también han señalado diversos analistas, estas supuestas innovaciones (en general emanadas de los centros académicos de Europa y los Estados Unidos) han tendido a considerar local lo ocurrido en el sur del planeta y global lo que proviene del norte. Suelen pecar, además, de cierto desconocimiento de lo producido en otros espacios académicos, lo que refuerza su indiferencia hacia la historicidad, la contingencia y las disparidades intrínsecas de esos mismos movimientos y desplazamientos escalares.
En cualquier caso, todos los estudios del libro de Galeano que ahora presentamos expresan la productividad de pensar desde América Latina esos asuntos. Plantean la necesidad de tomarse en serio la articulación de escalas en un derrotero intelectual que puede estudiarse desde las declinaciones de una cultura política nacional (las del tercerismo uruguayo) hacia la articulación de una corriente política regional (la de las izquierdas castristas latinoamericanas) e incluso la formulación de un movimiento de alcance verdaderamente global (las nuevas izquierdas al sur y al norte del planeta). Y afirman, a su vez, la importancia de considerar las particularidades de unos circuitos comerciales donde las limitaciones del mercado local se vieron compensadas por extensas redes políticas e intelectuales sostenidas también a través de la circulación de bienes simbólicos. En esa compleja combinación de niveles y escalas de análisis es posible dibujar una geografía que se fue ampliando año a año: de Montevideo a Cuba, del Río de la Plata hacia toda América Latina y, en sucesivas ediciones, también a España y, traducciones mediante, a los Estados Unidos, el resto de Europa y más allá. Ese estudio, que todavía nadie ha emprendido a cabalidad, combinando la historia del libro, de su recepción y circulación, puede convertirse también en una forma de entender la paradoja del declive dramático de los proyectos revolucionarios y antiimperialistas, que Las venas abiertas expresó, en primer lugar, mientras aumentaban el prestigio y el atractivo del libro, como forma de resistencia o combate a los proyectos abiertamente autoritarios que los derrotaron. Algo de eso puede ayudar a comprender el trasfondo de los planteos de Aguirre y Espeche, que equilibran sus preguntas en esa contradicción solo perceptible desde el tamiz de estas cinco décadas.
De este modo, el dossier despliega también el potencial de volver a pensar la historia política de los años sesenta y setenta en América Latina en una clave diferente a la que dio forma inicial al campo de estudios de lo que en el Cono Sur seguimos llamando “pasado reciente”, incluyendo los conflictos entre “nuevas” y “viejas” izquierdas en la región. Este campo ha cambiado mucho en las últimas décadas. Se ha fortalecido en particular el examen de la dimensión cultural de unos cismas y reagrupamientos que no pueden reducirse a la clave ideológica, y se ha hecho foco en los debates intelectuales que dieron espesor a los enfrentamientos por asuntos como “las vías” de la revolución, el papel de Cuba, la opción por las armas y las formas de plantarse ante el avance de los “nuevos autoritarismos” y las derechas vernáculas. Las venas abiertas, tal como aparece en los textos de este dossier, ofrece un prisma múltiple para repensar esos debates en dimensiones que se articularon de modo complejo con el devenir de las organizaciones políticas, viejas y nuevas, armadas o no.
Como apuntamos antes, resulta especialmente atractivo pensar el impacto del libro en esas renovaciones desde los estudios de historia de las ciencias sociales en América Latina, de creciente importancia en la región. Se trata de entender las imbricaciones e influencias mutuas entre la elaboración de proyectos políticos de cambio radical y la producción de nuevos saberes sobre la sociedad en espacios académicos y con pretensiones de institucionalización disciplinar. Nuevamente, varios de los artículos del dossier, sobre todo los de Moraes y Rojas, ofrecen pistas para ubicar a Las venas abiertas y sus avatares en esas transiciones entre formas de pensar a las sociedades latinoamericanas y propugnar su transformación. Mientras que la primera autora repone la historicidad de esos temas en la historiografía económica de y sobre América Latina, el segundo se permite hacer dialogar la obra de Galeano con la historia de la historiografía del continente. Este gesto, que no tiene pretensiones de exhaustividad, deviene audaz porque se trata de una disciplina que ha ignorado tanto su impacto en los públicos lectores (e incluso en el despertar vocacional de muchos historiadores) como sus diálogos con la historiografía de su tiempo.
En este sentido, los nuevos trabajos sobre la capacidad del dependentismo para hegemonizar las diferentes ciencias sociales con sede universitaria, desde las llamadas ciencias económicas hasta la historia, pasando por la sociología, resultan centrales para reponer el contexto de producción del libro en estrecha relación con el medio académico uruguayo y latinoamericano.[16] Según señalamos al comienzo de esta introducción, este punto ha quedado casi tan oculto como el asiento universitario de la primera edición del libro, que se presentó y difundió de modo premeditado como una alternativa contundente a cualquier enfoque académico del problema de la dependencia en la historia latinoamericana. Sin embargo, se trata de datos fundamentales para entender las influencias teóricas de la obra, las lecturas concretas de su autor, sus redes de sociabilidad intelectual y también la decisión de difundir en clave ensayística los principales asuntos de esa corriente académica que permeó el pensamiento político de amplios sectores de la izquierda. Efectivamente, este asunto, el de la ubicación de Las venas abiertas en unos circuitos institucionales de producción del conocimiento y unos contextos intelectuales precisos, ayuda a calibrar el papel de esos espacios y las personas que los animaron en la formulación de proyectos revolucionarios de gran impacto en la región.
En ese sentido, lo que la obra moviliza desde su credo dependentista y su énfasis en la casi inmanente condición colonial del continente es también una forma específica de identificación en clave latinoamericana que, con frecuencia, fue sustantiva a esos proyectos.[17] Textos como el de Galeano fueron centrales en un desplazamiento de sentidos que, desde el tercermundismo en boga, erosionó de modo más o menos radical el orgulloso internacionalismo y también cierto cosmopolitismo de la mayor parte de las izquierdas del continente. Todo esto se procesó en medio de disputas, recuperaciones y formas nuevas de pensar la temporalidad de sus sociedades en la historia y el presente del capitalismo.[18] En ese contexto, la ambigua definición de los ahora llamados “pueblos originarios” más como víctimas esenciales de la historia que como agentes de los cambios que se postulaban necesarios para torcer su curso, según el aporte de Thomson, apunta con precisión a las dificultades de la época para articular esa dimensión identitaria, tanto en este libro como en muchas otras producciones culturales contemporáneas. La exploración de estas contenciosas articulaciones de pasados útiles para la promoción del cambio social, es decir, de las formas de construir el régimen de historicidad de los proyectos políticos, es otro camino que queda abierto para tratar de entender mejor a las izquierdas latinoamericanas de los sesenta.
Esto nos lleva de nuevo de lleno al tema central de esta introducción: la posibilidad de hacer dialogar este dossier sobre Las venas abiertas de América Latina con las diferentes vertientes de una historia intelectual renovada en América Latina. Su inclusión en Prismas refuerza el intento de colocar la obra de Galeano en esa renovación historiográfica. Esto tiene que ver con el lugar del Centro de Historia Intelectual de la Universidad Nacional de Quilmes como promotor y baliza de este campo de estudios a escala regional, asumiendo el desafío de propiciar la reflexión sobre sus límites analíticos y ayudar a conceptualizar la multiplicación de sus prácticas concretas.[19] Los textos incluidos en este número pueden leerse en ese doble registro de pluralidad y ductilidad, abriendo así un espacio para volver sobre algunos rasgos de ese amplio paraguas historiográfico.
También cabe señalar que, como en los análisis de Las venas abiertas que ofrecemos en el dossier, convergen en la historia intelectual disímiles acumulaciones y múltiples tradiciones con balances variables en los diversos contextos geográficos donde se la cultiva. Se trata no solo de pensar qué puede aportar esa perspectiva para ahondar en la obra y la trayectoria de Galeano, sino también qué podemos decir de ese campo de estudios desde la navegación en un libro como Las venas abiertas. Construida en gran medida en tensión y concibiéndose a menudo como superación de la vieja historia de las ideas, la historia intelectual se ha apartado de algunas preguntas que animaron largamente esa tradición de corte ensayístico y filosófico en diversos países de América Latina. Se dejó de lado, en particular, la propia pregunta sobre la singularidad del continente, su lugar en el mundo y la posibilidad de producir desde allí (desde acá) un pensamiento que contribuyera a su autonomía, en general entendida como afirmación de su independencia con respecto a los centros mundiales de poder. Este interrogante solía adquirir un tono esencialista que opacaba la preocupación por la historicidad y la contingencia de las ideas, y desplazaba el interés por los contextos de producción y circulación del conocimiento, temas centrales de la nueva historia intelectual que venimos reseñando. Más recientemente, la cuestión ha vuelto a aparecer desde una preocupación erudita que constata la recurrente “imaginación identitaria” del subcontinente, en palabras de Carlos Altamirano, y reconoce la importancia de seguir pensándola en clave plural.[20]
¿Qué puede decirnos de todo esto Las venas abiertas de América Latina, con su insistencia en la perdurable condición colonial de América Latina y su obstinación por volver a señalar a los culpables y determinar el tamaño del ultraje y el sufrimiento de las víctimas? De la crispación que produjo dan cuenta una y otra vez los textos que ahora presentamos. Sin embargo, vale la pena hacerse la pregunta por la condición de dependencia del continente, incluyendo el llamado a evaluar críticamente las restricciones de su producción intelectual en perspectiva histórica. Sin perder de vista los marcos contingentes de escritura y lectura, Las venas abiertas puede pensarse en una voluntad de interpelación a la identidad latinoamericana que va desde los cultores de aquella historia de las ideas, como Leopoldo Zea y Arturo Ardao, hace escala en defensores de una epistemología alternativa, como Aníbal Quijano y Enrique Dussel, y llega hasta los promotores de la teoría decolonial, como Walter Mignolo. Este trazado no implica un linaje (en el que no se reconocerían autores tan disímiles); no pretende tampoco exaltar ninguna de estas respuestas, por lo demás tan alejadas de nuestra concepción de la historiografía. Busca simplemente, inspirándose en varios trabajos de reciente aparición, recuperar la densidad de esas inquietudes en unos contextos académicos, los nuestros, con frecuencia más preocupados por sus dinámicas internas que deseosos de aceptar el desafío de los grandes interrogantes.[21] A esa tarea también se abisma este dossier. o
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[1] El comité académico del seminario “Las venas abiertas de América Latina cincuenta años después” estuvo integrado por Jimena Alonso, Marcela Echeverri, Aldo Marchesi, Vania Markarian y Pablo Messina. El programa y los videos de las mesas se encuentran en: udelar.edu.uy/portal/2021/05/jornadas-las-venas-abiertas-de-america-latina-50-anos-despues/.
[2] Jorge Ruffinelli, “El escritor en el proceso americano. Entrevista con Eduardo Galeano”, Marcha, no 1555, 6 de agosto de 1971, pp. 30-31.
[3] Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, Manual del perfecto idiota latinoamericano, Barcelona, Plaza y Janes, 1996.
[4] Aldo Marchesi, “Imaginación política del antiimperialismo: intelectuales y política en el Cono Sur a fines de los sesenta”, eial - Estudios Interdisciplinarios de América Latina y El Caribe, vol. 17, no 1, 2006, p. 149.
[5] Eduardo Galeano, cit. en Diana Palaversich, Silencio, voz y escritura en Eduardo Galeano, Madrid, Iberoamericana, 1995, p. 142.
[6] Fernanda Beigel, “Vida, muerte y resurrección de las ‘teorías de la dependencia’”, en clacso (ed.), Crítica y teoría en el pensamiento social latinoamericano, Buenos Aires, clacso, 2006; Juan Cristóbal Cárdenas, “Una historia sepultada: el Centro de Estudios Socioeconómicos de la Universidad de Chile, 1965-1973 (a 50 años de su fundación)”, De Raíz Diversa, vol. 2, no 3, 2015; Diego Giller, Espectros dependentistas. Variaciones sobre la teoría de la dependencia y los marxismos latinoamericanos, Buenos Aires, Universidad Nacional de General Sarmiento, 2021.
[7] En instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), la Universidad Autónoma de Metropolitana (uam), la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (flacso), el Instituto Latinoamericano de Enseñanza Técnica y Superior (ilet) y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (cide).
[8] Eduardo Galeano, Open Veins of Latin America: Five Centuries of the Pillage of a Continent, traducción de Cedric Belfrage, Nueva York, Monthly Review Press, 1973.
[9] Véase el libro de Claudio Katz La teoría de la dependencia, cincuenta años después, Buenos Aires, Batalla de Ideas Ediciones, 2018. El creciente interés en la teoría de la dependencia por parte de los historiadores intelectuales es evidente, por ejemplo, en Margarita Fajardo, The World that Latin America Created: The United Nations Economic Commission for Latin America in the Development Era, Cambridge, MA, Harvard University Press, 2022; y Sofía Mercader, “Popularising dependency theory in Latin America: Hour of the Furnaces and Open Veins of Latin America revisited”, Global Intellectual History, vol. 9, no 1-2, 2024.
[10] Cabe mencionar dos trabajos de participantes del seminario que no integran este dossier, sino que aparecieron en otros medios como parte del mismo contexto de renovado interés por la obra de Galeano: sobre el libro de Galeano Guatemala, clave de Latinoamérica (Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1967), véase Roberto García, “‘Aquella señal en la frente’: Guatemala y la izquierda latinoamericana en la Guerra Fría”, en E. Galeano, Guatemala. Ensayo general de la violencia política en América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2020; sobre las dimensiones literarias y políticas de Las venas abiertas, véase Patricia Funes, “Ensaio, literatura e Ciências Sociais entre Las venas abiertas de América Latina”, en E. de Freitas Dutra y J. Myers (orgs.), Continente por definir: As ideias de América no século xx, Belo Horizonte, Editora da ufmg, 2022.
[11] Véase Pablo da Silveira, “Eduardo y Marilyn”, El Estante, año iv, no 43, 1999, p. 10.
[12] Sobre el período del que estamos hablando, véase Alejandra Torres Torres, Lectura y sociedad en los sesenta: a propósito de Alfa y Arca, Montevideo, Yagurú, 2012; Leonardo Guedes Marrero, Carmen Luna Sellés, Alejandra Torres Torres y Néstor Gutiérrez Yanotti, Una aproximación a la historia de la edición en Uruguay, Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2022.
[13] Para una mirada comprensiva, véase Gustavo Sorá, A History of Book Publishing in Contemporary Latin America, Nueva York, Routledge, 2021.
[14] Véase Ezequiel Saferstein, ¿Cómo se fabrica un best seller político? La trastienda de los éxitos editoriales y su capacidad de intervenir en la agenda pública, Buenos Aires, Siglo XXI, 2021. Sobre edición política argentina, véanse también, entre otros, Gustavo Sorá, Editar desde la izquierda en América Latina. La agitada historia del Fondo de Cultura Económica y de Siglo XXI, Buenos Aires, Siglo XXI, 2017; Horacio Tarcus, La Biblia del proletariado. Traductores y editores de El Capital en el mundo hispanohablante, Buenos Aires, Siglo XXI, 2018; Adriana Petra, Intelectuales y cultura comunista. Itinerarios, problemas y debates en la Argentina de posguerra, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2017. Dentro de la historia del libro, el estudio de Carlos Aguirre, La ciudad y los perros. Biografía de una novela, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2015, que reconstruye (entre otros aspectos) circuitos de consagración y las ediciones simultáneas de un libro clave del boom, es un trabajo ejemplar para futuras aproximaciones a Las venas abiertas.
[15] Sobre el lugar de América Latina en estos asuntos, véanse, por ejemplo, Aldo Marchesi, “Escribiendo la Guerra Fría latinoamericana: entre el Sur ‘local’ y el Norte ‘global’”, Estudos históricos, vol. 30, no 60, 2017; Stephan Scheuzger, “La historia contemporánea de México y la historia global: Reflexiones acerca de los ‘sesenta globales’”, Historia Mexicana, vol. lxviii, no 1, 2018; Pablo Palomino, “On the disadvantages of ‘Global South’ for Latin American Studies”, Journal of World Philosophies, vol. 4, no 2, 2019. Para una mirada del campo de estudios, véase Thomas Field, Stella Krepp y Vanni Pettinà (eds.), Latin America and the Global Cold War, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2020. Algunos ejemplos de estos enfoques que incluyen los países del subcontinente en diferentes escalas: Odd Arne Westad, The Global Cold War: Third World Interventions and the Making of Our Times, Nueva York, Cambridge University Press, 2005; Vania Markarian, Left in Transformation: Uruguayan Exiles and the Latin American Human Rights Networks, 1967-1984, Nueva York, Routledge, 2005; Tanya Harmer, Allende’s Chile and the Inter-American Cold War, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 2011; Valeria Manzano, The Age of Youth in Argentina: Culture, Politics & Sexuality from Perón to Videla, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 2014; Aldo Marchesi, Latin America’s Radical Left: Rebellion and Cold War in the Global 1960s, Nueva York, Cambridge University Press, 2018; Laura Ehrlich y Ximena Espeche (eds.), “Dossier: Guerra fría cultural en América Latina”, Prismas. Revista de Historia Intelectual, vol. 23, no 2, 2019; Eric Zolov, The Last Good Neighbor: Mexico in the Global Sixties, Durham, Duke University Press, 2020.
[16] Fajardo, The World that Latin America Created; Marchesi, “Imaginación política del antiimperialismo”; Pablo Messina, “Capítulo 2. De la cide al Iecon: surgimiento y auge de la generación dependentista (1960-1973)”, en Instituto de Economía, Miradas sobre la investigación en economía en Uruguay. Setenta años del Instituto de Economía, Montevideo, iecon-fcea-Udelar, agu-Udelar y Doble clic Editoras, 2022.
[17] Véase Marchesi, “Imaginación política del antiimperialismo”.
[18] Véanse, por ejemplo, Martín Bergel, El Oriente desplazado. Los intelectuales y los orígenes del tercermundismo en la Argentina, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2015; Gyan Prakash y Jeremy Adelman (eds.), Inventing the Third World: In Search of Freedom for the Postwar Global South, Nueva York, Bloomsbury, 2023.
[19] Véase Carlos Altamirano, Para un programa de historia intelectual y otros ensayos, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005.
[20] Carlos Altamirano, La invención de Nuestra América. Obsesiones, narrativas y debates sobre la identidad de América Latina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2021, p. 17.
[21] Véanse, por ejemplo, Hilda Sabato, Las repúblicas del nuevo mundo. El experimento político latinoamericano del siglo xix, Buenos Aires, Taurus, 2021; Adrián Gorelik, La ciudad latinoamericana. Una figura de la imaginación social del siglo xx, Buenos Aires, Siglo XXI, 2022. Vale reconocer el antecedente de José Luis Romero, Latinoamérica, las ciudades y las ideas, Buenos Aires, Siglo XXI, 1976.