Ana Claudia Veiga de Castro, Um
Americano na Metrópole Latino-americana: Richard
Morse e a Formação de São Paulo,
San
Pablo, Editora da Universidade de São Paulo (edusp), 2021,
398 páginas.
Esta obra, cuya perspectiva de análisis articula
instrumentos de historia urbana, de historia intelectual y de historia
cultural, toma por objeto la producción del historiador estadounidense Richard
M. Morse (1922-2001) sobre San Pablo, que comprende una serie de textos entre
los cuales se destaca, por su consagración en el campo y su amplia circulación,
el libro Formação Histórica de São Paulo:
De Comunidade à Metrópole,
publicado en 1970 en la colección Corpo e Alma do
Brasil, dirigida por Fernando Henrique Cardoso. Se trata de un trabajo de
referencia para la historia urbana paulista pero también de un hito relevante
para el campo disciplinar a nivel latinoamericano. El análisis histórico
emprendido por Morse a partir de preguntas dictadas por su presente –la excepcionalidad
de una metrópolis industrial latinoamericana viviendo un crecimiento urbano
veloz en el siglo xx,
extremadamente acelerado a partir de los años 1930– se desarrolló en una doble
perspectiva, articulando ensayismo y objetividad científica. Se caracterizó por
apelar a una gran variedad de fuentes, dentro de las cuales asignó un lugar
protagónico a las provistas por el campo de la cultura. Sobre la base de tal
aproximación a una historia urbana cultural y consagrado como texto clásico
sobre la ciudad –constata Ana Veiga de Castro–, el
libro se transformó en una obra de referencia cuya vigencia perdura hasta el
presente. Investidos de ese carácter, los contenidos del libro no solo no
fueron cuestionados, sino que tampoco fueron indagados de manera sistemática
como objetos de estudio. Tal indagación es la tarea que Castro asigna a su
trabajo; los desarrollos que la autora elabora y las conclusiones a las que
arriba justifican el interés que despierta este libro, cuyos alcances superan
la historia urbana.
San Pablo constituyó un tema privilegiado de la intensa y
productiva relación de Morse con América Latina, y la forma variable en que
planteó la relación entre ciudad y región fue una de las tensiones que
acompañaron toda su trayectoria intelectual. Como decíamos, el libro de 1970 es
la obra más conocida dentro de las reflexiones mucho más amplias elaboradas por
Morse. En efecto, se trata de una reedición revisada del libro de 1954 De Comunidade à Metrópole: A Biografia de São Paulo, que a su vez era una
reelaboración de la tesis de doctorado finalizada en 1952 en la Universidad de
Columbia bajo la dirección del antropólogo y latinoamericanista Frank Tannenbaum. Había estado también precedida por una serie de
artículos académicos y por su tesis de maestría para la Universidad de
Princeton, centrada en la fundación de la ciudad y su período colonial (São
Paulo: The Early Years, 1947, inédita). El libro de Castro analiza este
conjunto de manera minuciosa y sutil, rastreando en el tiempo el proceso de configuración
de esa extensa reflexión, contrastando los distintos episodios de un desarrollo
de más de veinte años para identificar en su interior continuidades y
desplazamientos. Al mismo tiempo, indaga en las cambiantes condiciones
materiales y en los estímulos intelectuales que incidieron en la construcción
del pensamiento de Morse sobre la ciudad (estadounidenses, paulistas,
brasileños o latinoamericanos según lo que datos y preguntas demanden).
Identificando primero los indicios de cambios en las propias obras, la autora
se ocupa más tarde de explicar sus sentidos recuperando aspectos pertinentes de
los variables contextos históricos atravesados por la trayectoria del autor. El
análisis articula así distintos puntos de vista, describiendo un movimiento constante
de acercamiento y alejamiento de los textos de estudio hacia sus contextos. Ese
movimiento también contribuye a construir tramas complejas capaces de
identificar los distintos sentidos en que circularon actores e ideas entre
centros y periferias.
Los inicios del vínculo entre Morse y San Pablo fueron
previos a su tesis de maestría. El interés del historiador por la ciudad se
remonta a su viaje de 1941, cuando era estudiante de grado de Historia en
Princeton y recorrió distintos países latinoamericanos. El contexto de la
guerra exigía que los viajes de estudio abandonaran las tradicionales sedes
europeas como destinos, mientras que las políticas estadounidenses propiciaban
intercambios académicos con América Latina. El abordaje de este tema ilustra otro
de los aspectos potentes del libro de Castro, que consiste en el análisis de
las decisiones y elecciones de la figura intelectual en su vinculación con
tramas políticas, culturales o intelectuales más amplias, considerando la
mediación de las estructuras académicas en el impacto sobre los actores que
participan de ellas. De esta manera, en lo referente a la constitución del
campo de los Latin American Studies,
Morse es presentado como parte de una “generación intermedia” protagonista del
interés estadounidense por Brasil y América Latina. En tal carácter, el
itinerario del historiador participaba de dos momentos: el primero, más
“vocacional” o “romántico”, iniciado a principios del siglo xx, y el segundo, “completamente
institucionalizado en 1959”, sostenido por las políticas estadounidenses
dirigidas a la región durante la guerra, ampliadas en la posguerra y en el
período de la Guerra Fría. Como en otros aspectos de su trayectoria académica e
institucional, Morse respondía a ubicaciones particulares definidas por el
libro como puntos de cruce que lo llevaban a participar de universos distintos.
Esa colocación intelectual, que es condicionante a la vez que estímulo para la
elaboración de sus ideas, proporciona claves para entender su obra y sus
posiciones en debates sobre la ciudad y la cultura latinoamericanas.
Otro cruce central en su trayectoria se registra cuando su
formación académica estadounidense toma contacto con el medio intelectual
paulista al realizar sus investigaciones de campo en la ciudad a fines de los
años 1940. En efecto, Morse encontró allí una universidad de formación reciente
–la Universidad de San Pablo, creada en 1934–, donde las ciencias sociales
atravesaban un proceso de consolidación protagonizado por una constelación de
jóvenes figuras locales, dentro de las cuales destacamos, entre muchos otros, a
Florestan Fernandes y António Cândido. Los registros de
este vínculo y el rico intercambio derivado que el libro de Castro rastrea son
numerosos. Pensemos simplemente en los cambios de los títulos de sus obras: de
“biografía” de una ciudad (1954), manteniendo la aproximación clásica de las
historias urbanas de los años en que el historiador se educaba, cambiaba a la
“formación” de ese mismo fenómeno urbano (1970), adoptando la nueva terminología
proporcionada por las ciencias sociales.
El análisis de los complejos vínculos entre historia y
ciencias sociales que Castro registra en el trabajo de Morse constituye otro
aspecto central del libro. Como hemos afirmado, él formulaba preguntas a la
historia desde su presente: el excepcional surgimiento de una metrópolis
industrial en América Latina. En este caso, un producto urbano típico del
capitalismo, planteaba Morse, no se había generado a partir de las condiciones
imperantes en los Estados Unidos o en Europa, identificadas por referentes
clásicos de las ciencias sociales. En efecto, en América Latina no fue la
cultura protestante la que impulsó la formación metropolitana, sino que ella
encontró su ámbito de desarrollo en la tradición católica. ¿Cómo podía
explicarse esta doble particularidad paulista? La obra de Castro sigue la
construcción del pensamiento de Morse, que a propósito de esa pregunta postula
una tesis que mantiene a lo largo del tiempo: un particular ethos
paulista, generado y arraigado en la historia de la ciudad desde sus inicios,
habría sido la condición de posibilidad para la transformación protagonizada
por la ciudad, de aldea colonial a metrópolis moderna. Esta valorización del
rol de la cultura en las transformaciones materiales y la voluntad analítica de
comprender esa cultura como totalidad distanciaban a Morse de las ciencias
sociales, las cuales, atravesando sus propios procesos de consolidación
disciplinar, impulsaban procesos de especialización, acompañados por la fragmentación
del conocimiento que ellos producen. En otras palabras, compartía
preocupaciones y no pocas veces conceptos con las ciencias sociales, pero no
sus objetivos ni sus medios de acción. La historia y el estudio de la cultura,
sobre todo de la literatura –materia a la que prestaba atención desde sus años
formativos en Princeton, siguiendo los inicios del New Criticism
norteamericano, estimulada luego en sede brasileña por el diálogo con Cândido–, son aspectos desarrollados extensamente por el
libro de Castro. También repara en particular en la historia de la
arquitectura, ya que Morse se acercó a ella interesado en la cultura material
como fuente histórica, adoptando claves interpretativas provistas por el
intenso debate arquitectónico paulista y brasileño de los años 1940 y 1950.
El contenido del último capítulo del libro –estructurado en
tres partes–, “Da Comunidade à Metrópole:
Um Debate na América Latina”, resulta
particularmente iluminador por el material empírico que estudia y por la
reflexión conceptual que propone. Eso lo convierte, en nuestra opinión, en el
corazón de la obra. En efecto, el libro retoma y rearticula
allí cuestiones presentadas anteriormente, alrededor de dos conceptos
fundamentales de la obra de Morse y de la sociología urbana de la época.
Trayectoria de los conceptos en distintos contextos, uso que el historiador
hizo de ellos a lo largo del tiempo, sentidos que adquirieron en la forma
cambiante en que interpretó la relación entre San Pablo y los desarrollos
urbanos en América Latina son temas que se articulan en el análisis, explicando
cambios introducidos por Morse en la edición final de 1970 de sus reflexiones.
En esa obra, la ciudad ha dejado definitivamente de ser un caso brasileño para
inspirar un programa de estudios sobre ciudades latinoamericanas como el que
proponía como director de Latin American Studies en la Universidad de Yale.
Cabe destacar, finalmente, que no es este el primer libro
en el cual la autora ensaya una aproximación a la historia intelectual y
cultural a través del vínculo entre una figura y la ciudad moderna; nos
referimos a su A São Paulo de Menotti
del Picchia: arquitetura,
arte e cidade nas crônicas de um modernista
(San Pablo, Alameda Editorial, 2008). Esta concatenación de miradas afines
sobre artistas e intelectuales y ciudad debe incluir también el prefacio al
libro que nos ocupa, preparado por Adrián Gorelik y
que opera como una sugerente presentación de la figura y su trayectoria, sobre
todo para un público latinoamericano. Recordemos también que el libro se
originó en una tesis de doctorado que lo tuvo como director (junto con Ana Lanna). El libro de Castro se emparenta con la reciente
obra de Gorelik La ciudad latinoamericana. Una
figura de la imaginación social del siglo xx
(Buenos Aires, Siglo XXI, 2022): son dos obras en diálogo, buenos compañeros
impulsando un abordaje del pensamiento sobre la ciudad que desborda los límites
de la historia urbana para comprenderlo dentro de la historia intelectual de la
región. Sin embargo, la obra de Gorelik construye un
marco extendido, mientras que el abordaje elegido por Castro –una entrada más
monográfica a la vez que una aproximación particularmente sensible hacia su
objeto de estudio– le permite desarrollar una notable profundidad de análisis,
capaz de aportar miradas y conclusiones originales sobre temas compartidos. Un
libro complejo, riquísimo e iluminador de muchos más temas que los comprendidos
por la historia urbana, cuyas preguntas merecen ser retomadas por otras
indagaciones.
Anahi Ballent
Universidad Nacional de Quilmes