Amín Pérez, Combattre en sociologues.
Pierre Bourdieu et Abdelmalek Sayad
dans une guerre de libération (Algérie, 1958-1964),
Marsella,
Agone, Collection L’Ordre des choses, 2022, 368
páginas.
El vínculo entre Pierre Bourdieu y Argelia ha sido
remarcado en numerosas ocasiones. Sin embargo, menos frecuentes han sido las
exploraciones sistemáticas en torno a las conexiones entre Bourdieu y Abdelmalek Sayad durante la
guerra de liberación, relación indispensable para comprender los derroteros de
los dos intelectuales y sus opciones disciplinares en perspectiva. El libro de
Amín Pérez ofrece una recolocación de la experiencia argelina en la formación
política e intelectual de ambos, reponiendo la historia social del
“compromiso”, noción que anudó conocimiento social y acción política en el
contexto de la violencia colonial. La pregunta por la inestable frontera entre
ciencia y política que recorre el trabajo de Pérez es analizada a partir de las
posiciones de los agentes y las dinámicas propias del universo de la guerra de
liberación argelina, que aparece menos como un trasfondo general que como una
esfera de sentidos que interpeló las reflexiones académicas orientadas por un
horizonte de conflictos profundos. Así las cosas, la producción sociológica de Sayad y de Bourdieu es inscripta en una secuencia
históricamente situada y se presenta como el resultado de determinadas
afinidades ideológicas, relaciones sociales y opciones políticas. Amín Pérez,
profesor del Departamento de Sociología de la Université
du Québec à Montréal,
brinda en este libro, basado en la tesis doctoral, un impresionante trabajo en
los respectivos fonds d´archives
de Pierre Bourdieu y Abdelmalek Sayad,
además de valiosas entrevistas y una detallada revisión bibliográfica. Se
organiza en seis capítulos agrupados en dos partes: “La sociologie
comme émancipation” y “La libération par la connaissanse”.
La opción de Pérez de prospectar las trayectorias de Sayad y Bourdieu a partir de las conexiones entre ambos
intelectuales resulta especialmente atractiva en tanto que dicha aproximación
parece sortear la “ilusión” de recomposición total del recorrido vital,
concentrando la mirada en un “momento” intenso de sus biografías. Así, Pérez
revisa las trayectorias de Bourdieu y de Sayad hasta
1958, atendiendo a los entornos familiares y escolares donde cada uno forjó su
visión del mundo y su sensibilidad ante las desigualdades. A continuación, se
describe el escenario de la Universidad de Argel que reunió a ambos
intelectuales cuya “distancia social”, sin embargo, los aproximó, al compartir
experiencias de “desarraigo” de sus respectivos mundos sociales. Tras la
publicación de Sociologie de l’Algérie, Bourdieu se aproximó a la realidad militante
de Sayad, con quien compartía la necesidad de
“comprender los mecanismos de dominación que estructuran la vida de las masas
argelinas”, movilizando recursos científicos que sostuvieran el “engagement politique”.
La emergencia de una “sociología de la revolución colonial”, sostiene Pérez,
provino de la traducción de los respectivos posicionamientos políticos en
indagaciones científicas. La génesis de ese “saber subversivo” es restituida a
través de la indagación en la configuración familiar de Sayad,
la centralidad del compromiso político de su padre y los ámbitos de
sociabilidad juvenil en los primeros años cincuenta para comprender la
formación de un “métier militant”,
a la vez contestatario de la dominación francesa y crítico de algunas prácticas
de la dirigencia nacionalista. Asimismo, Pérez nos presenta el origen social y
el traumático derrotero formativo de Bourdieu, sujetos a un “desplazamiento
social” equivalente al de Sayad, que modelaron su
“inconformismo” con las ortodoxias universitarias y políticas parisinas, desde
el existencialismo sartreano al marxismo dogmático.
En uno y otro caso, la guerra en Argelia fue decisiva en la
reorientación de sus trayectorias. Las circunstancias bélicas interrumpieron el
posible pasaje de Sayad por la universidad en Francia
y demoró la tesis en filosofía que Bourdieu planificó. Estas bifurcaciones
respecto de los caminos originales colocaron a ambos en un escenario donde la
violencia represiva del Estado colonial radicalizó la politización de Sayad y sus intervenciones desde el “Comité étudiant d’action laïque et démocratique”, además
que propulsó a Bourdieu, enviado a realizar su servicio militar de dos años en
una Argelia en ebullición, a reorientar sus estudios de una tesis en filosofía
bajo la dirección de Georges Canguilhem hacia la
etnología y la sociología, mientras que promovía intervenciones públicas de
denuncia con el apoyo de antiguos compañeros “normaliens”
como Jacques Derrida.
Para Bourdieu y para Sayad, el
conocimiento específico devino herramienta decisiva para el develamiento de las
relaciones de dominación y vía necesaria para la emancipación social. Pérez
recompone los contornos de las investigaciones dispuestas por ambos
intelectuales con especial énfasis en el trabajo de campo etnográfico como
forma privilegiada de aproximación a la realidad de las poblaciones más
castigadas por el capitalismo europeo. Así, la “sociología del orden colonial”
tomó el apoyo de algunas figuras claves del mundo cultural y político argelino
como Himoud Brahimi o Mouloud Feraoun para profundizar
en el análisis de los efectos estructurales de los desplazamientos forzados por
la dominación colonial sobre el orden social tradicional, discutiendo
interpretaciones culturalistas como las de Germaine Tillion. La apuesta de Bourdieu por el estudio sistemático
de las condiciones sociales en Argelia como base de la “emancipación política”
lo llevaron a participar de discusiones teóricas en torno al concepto de
“subdesarrollo” o a rebatir perspectivas psicologizantes
sobre la situación argelina, en tanto que “hacer sociología se había convertido
en una forma de hacer política de otro modo”. Esta religación de las ciencias
sociales y la acción política como punto de partida para la crítica abierta a
la dominación francesa y a la comprensión de la opción revolucionaria del
Frente de Liberación tomó por base la investigación empírica que Sayad orientó gracias a su profundo conocimiento de las
poblaciones campesinas. Pero, como muestra Pérez, el posicionamiento que el
militante argelino sostuvo ante las posturas “conservadoras”, como las del
tunecino Albert Memmi, prolongaron la necesidad
política de un conocimiento de las condiciones sociales necesarias para una
revolución anticolonial.
En el capítulo 4, Pérez se detiene en la práctica de investigación
social en el territorio que llevan a cabo Bourdieu y Sayad
en el marco del “Plan Constantine”, organizado por el
Gobierno francés para la “integración” de la población argelina. A partir de la
elaboración de encuestas a comunidades urbanas y rurales y del registro de las
condiciones habitacionales bajo la orientación técnica de la Association algérienne pour la recherche démographique, économique et sociale (Ardès) a lo largo de
1959 y 1960, Bourdieu y Sayad practicaron una
sociología que articuló la política con la ciencia además de “sacar a la luz
las causas del sufrimiento social que observaban”. Resulta especialmente
interesante la reconstrucción que Pérez elabora del “impacto” de la experiencia
etnográfica en ambos intelectuales y su aproximación a los ritos, las prácticas
económicas y las secuelas del proceso de industrialización y reconversión de
los campesinos en trabajadores bajo un nuevo régimen de exploración. La
inmersión de Bourdieu, Sayad y equipo en “las
trincheras etnográficas” supuso un tipo particular de trabajo de observación y
registro “en caliente”, durante el desarrollo de los conflictos armados,
situación que abonaría reflexiones sobre el estatuto del etnógrafo en el
contexto de dominación colonial y de la validez de los datos allí construidos.
Contra el reclamo objetivista de “distanciamiento” para la
práctica sociológica, Sayad y Bourdieu repusieron su
apuesta de una investigación social comprometida, atenta a la práctica de los
agentes y la dinámica política. La revisión de la antropología estructuralista
de Claude Lévi-Strauss y de las polémicas etnológicas
sobre las sociedades “sin historia” permitieron a
ambos investigadores repensar una ciencia social “en la historia”. Al modo de
la “mirada distanciada” de Tristes trópicos, el tránsito de Bourdieu por
la Cabilia argelina le ofreció un ángulo reflexivo para pensar su punto de
partida en el Béarn rural, la experiencia del impacto
del capitalismo en una sociedad tradicional. De este modo, el objeto de estudio
que Sayad y Bourdieu tenían ante sí se valió de la
relectura de los clásicos de las ciencias sociales, de la revisión de las
propias experiencias afectivas y formativas y de la insatisfacción con la
práctica sociológica imperante. El proceso del desarraigo del campesinado, su
conflictiva adaptación al medio de vida urbano y la desarticulación de las
relaciones de solidaridad rural ocasionados por el Estado colonial son partes
del cuadro de análisis bourdieusiano que recupera
sistemáticamente la sociología del poder de Max Weber para evidenciar la
dominación y la persistencia de cierto ethos “precapitalista” bajo la lógica del capitalismo. Los
resultados de la pesquisa fueron apareciendo en diversas publicaciones afines
al reclamo anticolonial, como Études méditerranéennes de Jean Lacouture,
a la vez que algunos editores les propusieron planes de libros sobre la
temática, que aparecieron luego de la independencia: Travail
et travailleurs en Algérie
(1963) y Le Déracinement (1964).
Las investigaciones realizadas por Sayad
y Bourdieu, sostiene Pérez, buscaron explicar la realidad social argelina y dar
sustento a una “sociología de la revolución” cuyo alcance podría recuperarse en
las luchas de liberación en otras latitudes. En este sentido, los ejemplos de Jawaharlal Nehru o de Fidel
Castro sirvieron para interrogarse sobre otras experiencias de revuelta social.
Sin embargo, Bourdieu y Sayad no fueron ajenos a la
obra de Frantz Fanon para
pensar los cambios desarrollados durante la guerra y el surgimiento de una
“conciencia política”, aunque no compartieran el diagnóstico sobre las
condiciones que harían posible una revolución socialista. Al respecto, ambos
investigadores también presentaron su crítica a la orientación “mesiánica” que
algunos líderes revolucionarios imaginaban para la Argelia independiente. Por
ello, Sayad y Bourdieu pensaban que el objeto de la
insurrección podía equivocar los objetivos si no se identificaban “condiciones
efectivas de dominación” y se entregaba la organización a una “reacción
apasionada”. La utopía racional de los sociólogos se enfrentaba a un límite: la
dinámica de las fuerzas revolucionarias.
Finalmente, Pérez muestra la inserción de Bourdieu y de Sayad en el medio académico metropolitano con el cierre de
la guerra, cuyas investigaciones sobre Argelia fueron celebradas por
importantes revistas como Annales, Études rurales o L´Homme.
La marca indeleble de la experiencia argelina en ambos intelectuales modeló, en
grados diversos, las prácticas sociológicas balizadas por el horizonte del
“saber comprometido” y empíricamente sólido. La síntesis fue producir una
ciencia social de combate contra el poder. En cualquier caso, para Bourdieu y Sayad su sociología no solo buscaba el develamiento de las
estructuras del poder sino que, como Pérez subraya, suponía un horizonte
pedagógico, una voluntad de transmisión de los resultados de esas pesquisas
como herramienta de emancipación social.
Pérez ofrece un libro ambicioso en su objeto y con un
especial cuidado en los fundamentos metodológicos de la pesquisa. La opción por
explorar la sociogénesis de dos figuras intelectuales
de la envergadura de Pierre Bourdieu y Abdelmalek Sayad a partir de la restitución del “momento argelino” que
unió a ambos constituye un aporte valioso para la historia de las ciencias
sociales, además de una invitación a la reflexión sugerente sobre las
relaciones entre apuesta intelectual y dinámica política.
Ezequiel Grisendi
Universidad Nacional de Córdoba