Comunidades imaginadas y la crisis del tercermundismo

 

Martín Bergel

 

Universidad Nacional de Quilmes / Universidad Nacional de San Martín / conicet

Comunidades imaginadas. Refexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, de Benedict Anderson, es consabidamente uno de los libros de mayor impacto surgido del campo de las humanidades en el último medio siglo. Su ubicación al inicio del ciclo más fructífero de estudios sobre un asunto de tanto relieve como la morfología histórica de las naciones y los nacionalismos, y el hecho mismo de avanzar una definición y una serie de incisivas hipótesis sobre el fenómeno, le aseguraron ese sitial de privilegio. Y, sin embargo, mientras algunas de sus formulaciones empezando por la propia noción de “comunidad imaginada” han gozado de singular fortuna y han sido objeto multiplicado de usos y abusos, el propio lugar de artefacto intelectual del ensayo no ha merecido demasiadas interrogaciones. En este breve artículo me propongo ubicar a Comunidades imaginadas en un contexto intelectual y político singular, al que se vinculan tanto la propia trayectoria de Anderson como su célebre ensayo: el de la crisis del tercermundismo como imaginario global.

El ejercicio de historia intelectual que propongo no debiera resultar sorpresivo, si se atiende al tenor de las palabras con que el libro se inicia: “Quizás sin que lo notemos mucho todavía, vivimos una transformación fundamental en la historia del marxismo y de los movimientos marxistas. Sus señales más visibles son las guerras recientes entre Vietnam, Camboya y China”, comenzaba afirmando Anderson. Y de inmediato: “estas guerras tienen una importancia histórica mundial porque son las primeras que ocurren entre regímenes de independencia y credenciales revolucionarias innegables”.1 Ocho años después, en 1991, el prólogo a la segunda edición que desde entonces abre el volumen insistía en ubicar en “los conflictos armados de 1978-1979 en Indochina [] el motivo directo del texto original de Comunidades imaginadas”.2 No obstante, da la impresión de que la mayoría de los lectores del libro pasó por alto esos señalamientos, o los leyó como referencias carentes de importancia. Incluso más, como advertía Michael Goebel en el obituario de Anderson publicado años atrás en esta misma revista, su fama como teórico del fenómeno nacionalista a menudo condujo a olvidar su ubicación y su prolongado itinerario académico como especialista en el sudeste asiático.3 En este texto me propongo tomar seriamente esas observaciones iniciales y colocarlas en relación con dos fenómenos intelectuales recientes, que permiten leerlas de modo renovado: la publicación de Una vida más allá de las fronteras, las memorias de Anderson editadas en inglés en 2016 y en castellano cuatro años después;4 y el actual auge del Tercer Mundo como problema historiográfico –abordado ahora no como categoría metahistórica o geopolítica, como “objetividad”, sino como poderoso significante histórico pasible de ser reconstruido, desde perspectivas de historia intelectual, cultural o política, en sus múltiples usos, conexiones y derivas–.5

Las guerras internacionales de 1978-1979 que Anderson ubicaba en el origen de Comunidades imaginadas no solo estuvieron protagonizadas por regímenes marxistas, sino por naciones que poco antes habían encarnado parte de las expectativas depositadas en el llamado Tercer Mundo. En la introducción al más reciente de los libros que integran el corpus bibliográfico recién citado, Jeremy Adelman y Gyan Prakash insisten en destacar la potencia política y cultural de los imaginarios del ciclo histórico de los tercermundismos. Abonado por “pensamientos y prácticas creativas de emancipación de escritores, artistas, intelectuales y activistas [] el Tercer Mundo fue una invención al servicio de pensar un orden mundial diferente, uno que fuera moral, equitativo, inclusivo, posiblemente un globalismo alternativo antes de la globalización”.6 En la conocida fórmula acuñada por Vijay Prashad, el tercer mundo “no fue un lugar. Fue un proyecto”.7 Y ese proyecto –global, ubicuo, hiperconectado– no redujo su influjo a actores de los tres continentes que se asociaban a su nombre. También involucró a espacios y sujetos en los Estados Unidos y en los países de Europa occidental.8

Tal es el caso de Benedict Anderson, cuya autobiografía permite observar la trayectoria de un intelectual que, educado en instituciones británicas de élite, y que posteriormente desarrolla su carrera académica en los Estados Unidos, participa también de una sensibilidad política afín al tercermundismo. Por empezar, el autor identifica en la crisis del canal de Suez de 1956, y en especial en un episodio en la Universidad de Cambridge (donde estudiaba la licenciatura) en el que “una banda de matones estudiantiles ingleses de gran porte” agrede a un grupo de estudiantes asiáticos que se manifestaba a favor de la causa egipcia, una de las experiencias que más marcaron su conciencia política. “Nunca había estado tan enojado en mi vida. Me topaba por primera vez con el racismo y el imperialismo ingleses [] Esta fue, sin duda, una de las razones que más adelante suscitaron mi atracción por el marxismo y el nacionalismo anticolonial no europeo, escribe Anderson.9 Pocos años después, tras un período de incertidumbre vocacional cruza el Atlántico para asentarse en la Universidad de Cornell, y más precisamente en el Programa de Estudios del Sudeste Asiático que acababa de crearse. Allí recibe el influjo decisivo del profesor George Kahin, a quien sigue en sus perspectivas académicas y políticas. Especialista en Indonesia y partidario abierto de los procesos de descolonización entonces en curso, Kahin fue quizás el primer académico occidental en dedicar un ensayo a la célebre Conferencia de Bandung de 1955, a la que asistió como observador.10 Bajo su influjo, y el de todo el Programa de Cornell, Anderson viaja a inicios de los 60 a Indonesia, elabora su tesis de doctorado, e inicia una prolongada relación académico-afectiva con la región, que incluye el aprendizaje de varias de sus lenguas, la realización de numerosas investigaciones, y un estrecho vínculo que llega incluso hasta el momento de su propia muerte, ocurrida en Java a fines de 2015.

Las múltiples peripecias y amistades intelectuales y políticas de Anderson en distintos países del sudeste asiático conforman una de las zonas más atractivas de su libro, e ilustran cabalmente el despliegue de “una vida más allá de las fronteras” (referida en algunas ocasiones a lo largo del texto en términos de “aventura”, una palabra infrecuente en el relato de las biografías académicas).11 Las experiencias de Anderson como investigador, sobre todo en Indonesia, lo movilizan emocional y políticamente, y lo llevan a asumirse –según narra retrospectivamente– como “una suerte de nacionalista indonesio”.12 Pero aunque allí mismo asocia el contexto del que nace Comunidades imaginadas al ámbito intelectual británico –sobre todo el de la New Left Review, al que se vincula desde los años 70 a través de su hermano Perry–,13 las derivas de los países asiáticos con los que se había involucrado afectivamente impactaron también en su factura. Como sugería recientemente Richard Drayton en el dossier “Rethinking Nationalism” coordinado también por Michael Goebel, el trauma del sanguinario golpe de Estado de 1965 del general Suharto en Indonesia –que trajo aparejado para Anderson la imposibilidad de volver al país hasta su caída, más de treinta años después– no pudo sino afectar su concepción de la naturaleza y de la historia del nacionalismo14 (y, por tratarse del país de Sukarno y de la Conferencia de Bandung, también su visión del Tercer Mundo).

Ese es el otro contexto que, en conjunción con el impacto de las guerras de 1978-1979 mencionado al inicio, enmarca el origen de Comunidades imaginadas, y la desilusión respecto de la era del nacionalismo anticolonial que allí se trasunta. Ese ánimo se refleja, en el relato histórico que se ofrece en el libro, a través del establecimiento de una continuidad y una discontinuidad altamente significativas. En el primer caso, al ubicar al nacionalismo tercermundista como una configuración que replicaba los rasgos esenciales del nacionalismo tout court, Anderson se ubicaba en la vereda de enfrente del principio que moldeó el imaginario político de las izquierdas al menos desde el dictum de Lenin según el cual “una distinción debe necesariamente hacerse entre el nacionalismo de una nación oprimida y el de una nación opresora”.15 En Comunidades imaginadas el nacionalismo poscolonial en Asia y en África no es más que una “última oleada” construida sobre la base de “más de un siglo y medio de experiencia humana y tres modelos anteriores de nacionalismo”.16 La tesis continuista de Anderson sobre el nacionalismo como forma modular de la modernidad exportable, pirateable y adaptable detecta por igual modalidades populares y otras que llama “oficiales” (de homogeneización desde el Estado) tanto en la Europa del siglo xix como en los nuevos países independientes asiáticos y africanos.17 Como es conocido, esa perspectiva marcada por la indistinción fue objeto de críticas.18 Pero esas objeciones pasan por alto el fondo antropológico y teórico-formalista del enfoque de Anderson, así como su propósito de pensar la nación como artefacto cultural (según señala, del orden de otros fenómenos como el parentesco o la religión), un esfuerzo equiparable a aproximaciones como las de Étienne Balibar a la hora de caracterizar al homo nationalis.19

En un plano menos general, el libro de 1983 presentaba una discontinuidad que anticipaba una de las perspectivas centrales de la nueva historiografía del tercermundismo como imaginario histórico y como praxis político-cultural. Según Anderson, una vez llegados al poder, los líderes revolucionarios actuaban como “señores feudales” en cuanto al diseño y la implementación de políticas de nacionalismo oficial (y mencionaba como ejemplos nada menos que a Mao y a Tito). “De este acomodo –continuaba– proviene invariablemente ese maquiavelismo ‘estatal’ que constituye un aspecto tan notable de los regímenes posrevolucionarios en contraste con los movimientos nacionalistas revolu-cionarios”.20 Esa cisura entre esos dos momentos que observaba Anderson se reencuentra por ejemplo en el reciente estudio de Jeffrey Byrne sobre Argelia como “meca de la revolución”, un espacio efervescente de cruce y alimentación de redes trasnacionales tercermundistas que desde el golpe de Estado del coronel Boumédiènne, en 1965, se cierra sobre sí privilegiando una vía nacional-autoritaria y Estadocéntrica.21 Y hacia atrás, es una distinción que subyace también a un conjunto de trabajos que se remontan a la primera mitad del siglo xx y sobre todo al mundo de entreguerras, para exhumar allí prácticas e imaginarios internacionalistas que informaban el accionar de intelectuales y movimientos anticoloniales y antiimperialistas (un fenómeno que no solo condujo a establecer una periodización más extensa del tercermundismo, sino que encontró en esas décadas previas a su surgimiento “oficial” algunos de sus impulsos más creativos y ambiciosos por reconfigurar al mundo como un todo).22 Todavía en los años 50 intelectuales y activistas imaginaban un mundo poscolonial que no descansara en la afirmación de Estados-nación singulares, mientras que alternativamente a las cumbres de los grandes líderes se sucedían encuentros de “otros Bandungs” desarrollados desde el llano que también impulsaban vías utópicas.23 Veinticinco años después, Comunidades imaginadas nacía ofreciendo un eco del desasimiento de esas ilusiones.

En definitiva, si en relación con su periodización la nueva historiografía sobre el tercermundismo como fenómeno global ha avanzado en un consenso cada vez mayor sobre su emergencia a la salida de la Primera Guerra Mundial, el momento y sobre todo las causas de su ocaso permanecen aún en penumbras a la espera de nuevas exploraciones.24 Tampoco resulta evidente cómo caracterizar las sobrevidas del “tercer mundo” una vez que el proyecto utópico que evocaba se ha deshecho, y cuando su subsistencia residual proyecta sin embargo sombras que mantienen cierta eficacia en el diseño de alineamientos culturales y políticos (piénsese, por ejemplo, en los posicionamientos “campistas” ante fenómenos diversos como el ascenso de China como potencia global o los atentados contra el semanario Charlie Hebdo en París). Mientras tanto, una relectura de Comunidades imaginadas como síntoma indicativo de la crisis del tercermundismo a fines de los años 70 puede relanzar la pregunta que planea sobre su historia refulgente: ¿en ese compuesto aparentemente virtuoso de nacionalismos internacionalistas que yacía a su base, era inevitable el predominio por momentos abrasador del primero de sus polos? o

Bibliografía citada

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Resumen/Abstract

Comunidades imaginadas y la crisis del tercermundismo

El artículo propone una aproximación en clave de historia intelectual a Comunidades imaginadas, ubicando el ensayo en un contexto político-intelectual específico: el de la crisis de los imaginarios tercermundistas a fines de los años setenta. Para eso se sirve de referencias que el propio libro dispone, empezando por los señalamientos que Anderson ofrece en su inicio en relación con el significado de las guerras internacionales entre países del sudeste asiático en ese período, en combinación con trazos de su propia autobiografía y con el campo de investigaciones recientes sobre la historia de los tercermundismos. La conjetura del texto es que a través de la trayectoria de Anderson, y en particular en Comunidades imaginadas, es posible leer la crisis de la utopía tercermundista (entendida como campo virtuoso de articulación entre internacionalismo y nacionalismos populares).

 

Palabras clave: Benedict Anderson - Tercermundismos - Nacionalismo - Internacionalismo - Guerras internacionales

 

 

 

 

Imagined Communities and the Crisis of Third Worldism

The article proposes an intellectual history approach to Imagined Communities, placing the book in a specific political-intellectual context: that of the crisis of Third World imaginaries at the end of the 1970s. To this end, the article uses the references provided by the book itself, starting with Anderson’s opening remarks on the significance of the international wars between Southeast Asian countries in that period, in combination with traces of his own autobiography and with the field of recent research on the history of Third Worldism. The argument of the article is that through Anderson’s trajectory, and in particular in Imagined Communities, it is possible to read the crisis of the Third World utopia (understood as a field of articulation between internationalism and popular nationalisms).

 

Keywords: Benedict Anderson - Third worldisms - Nationalism - Internationalism - International wars

1 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993 [1983], p. 17.

 

2 Ibid., p. 11. El destacado es mío.

 

3 Michael Goebel, “Benedict Anderson (1936-2015)”, Prismas. Revista de Historia Intelectual, nº 20, 2016, p. 388.

 

4 Benedict Anderson, Una vida más allá de las fronteras, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2020 [2016].

 

5 Limitándonos a los libros y compilaciones, dentro de este campo de estudios en pleno despliegue (que, aunque en parte se solapa, a la vez se distingue expresamente de la historiografía sobre la Guerra Fría) pueden mencionarse a Vijay Prashad, The Darker Nations. A People’s History of the Third World, Nueva York, The New Press, 2007; Cemil Aydin, The Politics of Anti-Westernism in Asia. Visions of World Order in Pan-Islamic and Pan-Asiatic Thought, Nueva York, Columbia University Press, 2007; Erez Manela, The Wilsonian Moment. Self-Determination and the International Origins of Anticolonial Nationalism, Nueva York, Oxford University Press, 2007; Cristopher Lee (ed.), Making a World after Empire: The Bandung Moment and Its Political Afterlives, Athens, Ohio University Press, 2010; Michael Goebel, Anti-Imperial Metropolis: Interwar Paris and the Seeds of Third World Nationalism, Cambridge, Cambridge University Press, 2015; Martín Bergel, El Oriente desplazado. Los intelectuales y los orígenes del tercermundismo en Argentina, Bernal, Editorial de la Universidad de Quilmes, 2015; Cristoph Kalter, The Discovery of the Third World. Decolonization and the Rise of the New Left in France, 1950-1976, Cambridge, Cambridge University Press, 2016; Jeffrey Byrne, Mecca of Revolution: Algeria, Decolonization, and the Third World Order, Nueva York, Oxford University Press, 2016; Luis Eslava, Michael Fakhri y Vasuki Nesiah (eds.), Bandung, Global History and International Law: Critical Past and Pending Futures, Cambridge, Cambridge University Press, 2017; Michele Louro, Comrades against Imperialism. Nehru, India and Interwar Internationalism, Cambridge, Cambridge University Press, 2018; Tim Harper, Underground Asia. Global Revolutionaries and the Assault on Empire, Londres, Penguin, 2021; Joseph Parrot y Mark Atwood Lawrence (eds.), The Tricontinental Revolution. Third World Radicalism and the Cold War, Cambridge, Cambridge University Press, 2022; Jeremy Adelman y Gyan Prakash (eds.), Inventing the Third World. In Search of Freedom for the Postwar Global South, Londres, Bloomsbury Academic, 2023. Y la lista puede extenderse.

 

6 Jeremy Adelman y Gyan Prakash, “Imagining the Third World: Genealogies of Alternative Global Histories”, en J. Adelman y G. Prakash, Inventing the Third World, p. 18. La traducción es mía.

 

7 Prashad, The Darker Nations, p. xv.

 

8 En su documentado libro The Discovery of the Third World, Cristoph Kalter relee la emergencia de la nueva izquierda francesa (incluido Mayo del 68) a la luz de la centralidad de los referentes y narrativas tercermundistas. Para el caso de un intelectual/artista europeo particular, véase el reciente libro de Diego Bentivegna y Lucia Faienza (eds.), Pier Paolo Pasolini y el tercer mundo, Buenos Aires, Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2022. En un registro distinto, en Anti-Imperial Metropolis Goebel mostró como la París de entreguerras ya había sido un espacio de experiencia de gran relevancia en la emergencia y circulación de redes e imaginarios anticoloniales y antiimperialistas a escala transcontinental.

 

9 Anderson, Una vida, p. 33.

 

10 George Kahin, The Asian-African Conference, Bandung, Indonesia, April 1955, Ithaca, University of Cornell Press, 1955. Su tesis doctoral Nationalism and Revolution in Indonesia, publicada tres años antes en la misma editorial, es considerada una obra clásica en los estudios sobre ese país.

 

11 El cruce de fronteras es, en ese sentido, multidireccional: si el libro se origina, según cuenta Anderson, en una idea de una editora del Japón que le propone elaborar un ensayo autobiográfico que sirviera para ilustrar a los lectores de ese país acerca de la cultura académica estadounidense en la que había forjado su itinerario, en reversa, las andanzas que rodearon el trabajo de campo del autor en Indonesia, Tailandia o Filipinas ofrecen postales de la vida en esos países en plena transformación que a los ojos curiosos de académicos europeos, estadounidenses o latinoamericanos resultan también instructivas y atrapantes.

 

12 Anderson, Una vida, pp. 123-124.

 

13 Ibid., pp. 129-136.

 

14 Richard Drayton, “The Poetics of Anticolonial Nationalism”, The American Historical Review, vol. 127, nº 1, p. 361.

 

15 Vladimir I. Lenin, Collected Works, vol. 36, p. 36, cit. en Elías Palti, “El enfoque genealógico de la nación y sus descontentos. El dilema hobsbawmiano”, en E. Palti, Aporías, tiempo, modernidad, historia, sujeto, nación, ley, Buenos Aires, Alianza, 2001, p. 201.

 

16 Anderson, Comunidades imaginadas, p. 191. “La última oleada” es el título del capítulo de cierre del recorrido histórico de los nacionalismos. Evidenciando la indistinción que lo separa del principio leninista, Anderson considera dentro de esa ola tanto al nacionalismo de los nuevos países de Asia y África, como el de Suiza (pp. 192-197).

 

17 Ibid., pp. 197-199.

 

18 Por ejemplo, de Partha Chaterjee, La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.

 

19 Étienne Balibar, “Homo nationalis. Boceto antropológico de la forma nación”, en É. Balibar, Nosotros, ¿ciudadanos de Europa?, Madrid, Tecnos, 2003. Señalo de paso que si en Comunidades imaginadas Anderson hilvana una perspectiva teórica sobre el nacionalismo que se destaca por su originalidad y persuasión, avanza menos de lo que promete al inicio (“También trataré de explicar por qué estos artefactos culturales particulares han generado apegos tan profundos”, p. 22) en claves que echen luz sobre el poderío y la intensidad evidenciados por las identidades nacionales en ciertas circunstancias –en particular las guerras, que como se vio están en el origen del libro–. Quizás una nueva ola de estudios sobre los nacionalismos pueda sacar provecho de una imbricación mayor con las preocupaciones del affective turn, como han hecho ya algunos trabajos –por caso, Andreas Stynen, Maarten Van Ginderachter y Xosé M. Núñez Seixas (eds.), Emotions and Everyday Nationalism in Modern European History, Londres, Routledge, 2020–. No obstante, probablemente la literatura y las artes continúen evocando de manera más penetrante la profundidad de las emociones nacionales (pienso por ejemplo en el fascinante retrato de tintes oníricos con que Stefan Zweig reconstruye el arrebato con que las personas comunes se entusiasman con sus respectivas nacionales al inicio de la Guerra del 14 en su autobiografía El mundo de ayer).

 

20 Anderson, Comunidades imaginadas, p. 225.

 

21 Byrne, Mecca of Revolution.

 

22 Véanse, entre otros, Aydin, The Politics of Antiwesternism; Manu Goswami, “Imaginary Futures and Colonial Internationalisms”, American Historical Review, vol. 117, nº 5, 2012; Louro, Comrades against Imperialism; Adelman y Prakash, “Imagining the Third World”; Harper, Underground Asia.

 

23 Frederick Cooper, Citizenship between Empire and Nation: Remaking France and French Africa, 1945-1960, Princeton, Princeton University Press, 2014; Su Lin Lewis y Carolien Stolte, “Other Bandungs: Afro-Asia Internationalisms in the Early Cold War”, Journal of World History, vol. 30, n° 1-2, 2019.

 

24 Srirupa Roy, “The Death of the Third World Revisited. Curative Democracy and World-Making in Late 1970s India”, en Adelman y Prakash, Inventing the Third World.