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Otras voces, otros ámbitos
Qin Hui, Zouchu dizhi: Cong wan-Qing dao Minguo de lishi huiwang 走出帝制:从晚清到民国的历史回望 [Dejando atrás el sistema imperial: Revisando la historia de China desde los Qing tardíos hasta la República],
David Ownby (1)
(1) Université de Montréal
Beijing, Qunyan Publishing 群言出版社, 2016, 367 páginas
Traducción para Prismas de Pablo Blitstein
El libro que aquí se reseña, Dejando atrás el sistema imperial, se encuentra en la intersección de la producción académica y la intervención pública. Los orígenes del libro se remontan al centenario de la Revolución Republicana de 1911 en China, cuando un diario liberal –el Semanario Sureño (o “Fin de semana sureño”, Nanfang Zhoumo)– pidió a Qin Hui (1953), intelectual público e historiador jubilado de la Universidad de Tsinghua, que escribiera una columna sobre el significado de la revolución. Qin Hui produjo más material del que el Semanario Sureño había previsto. Y finalmente decidió publicar su obra como un libro que trataba de muchos otros temas además de la Revolución de 1911. Dejando atrás el sistema imperial es, en varios sentidos, un resumen de la carrera de Qin Hui, y de su visión del pasado, el presente y el futuro de China.[1]
Dejando atrás el sistema imperial debía publicarse en enero de 2016 y los ejemplares anticipados ya estaban en las estanterías de algunas librerías en otoño de 2015. Sin embargo, en diciembre de 2015, el libro fue prohibido por las autoridades chinas con la excusa de que la obra presentaba “problemas de calidad”. Si bien se trató de una prohibición simbólica, la medida logró que no circulara. La prohibición estuvo quizá ligada a la promoción oficial del nuevo “Día de la Constitución” de China, que iba a celebrarse por primera vez el 4 de diciembre de 2015: Qin Hui es un liberal de izquierda y sus opiniones sobre el tipo de Constitución que necesita China están a cierta distancia de lo que cree el Partido-Estado. Sea cual fuere la razón de la censura, lo cierto es que los ensayos originales publicados en los que Qin Hui se basó para escribir el libro siguen estando disponibles en China, muchos de ellos en línea, y el libro puede conseguirse en el exterior.
Dejando atrás el sistema imperial se sitúa en un doble debate sobre la China republicana. Por un lado, Qin Hui se opone a la perspectiva del Partido-Estado de China sobre la república, en particular a la idea de que la Revolución de 1911 fue una revolución burguesa que habría sentado las bases para el socialismo y el comunismo –es decir, una necesidad histórica para la revolución de 1949 y la Republica Popular–. Por otro lado, Qin Hui discute un argumento proveniente de sectores conservadores según el cual la revolución republicana significó un error histórico para China. Estos sectores –por ejemplo, los nuevos confucianos de China– sostienen que una monarquía constitucional hubiese expresado de forma más eficaz que una república las “características nacionales” de China. Una vez que la república se impuso sobre la monarquía, su fracaso ulterior habría implicado, por un lado, una completa ruptura con la tradición china y, por otro, la adopción de ideologías occidentales como el marxismo y/o el liberalismo, caracterizadas en China por su violencia durante un siglo. Este argumento conservador es muy poco ortodoxo desde la perspectiva del Partido-Estado. Pero el control del Partido sobre los intelectuales se ha debilitado considerablemente en el curso de la “reforma y apertura” impulsada bajo la égida de Deng Xiaoping, al menos hasta que Xi Jinping llegó al poder. Esto explica el éxito relativo de este argumento entre ciertos intelectuales contemporáneos, muchos de ellos cercanos a personajes influyentes dentro del Partido-Estado (el mismo Xi Jinping insinuó en un momento de su mandato que podría estar abierto a las ideas confucianas).
Qin Hui propone una perspectiva diferente a estas dos posiciones sobre la República. Contra el argumento conservador, sostiene que la Revolución de 1911 fue significativa precisamente porque marcó el fin simbólico de lo que llama el “sistema [de la dinastía] Qin”, es decir, el autoritarismo tradicional de China. Explica que tanto China como Europa tuvieron en el pasado sociedades feudales, jerárquicas y desiguales, caracterizadas por vínculos personales que favorecían el orden social. Si en Europa el feudalismo dio paso –en forma esquemática– al capitalismo (que, a pesar de sus crueldades, produjo riqueza material y modernizó a la sociedad), en China el feudalismo cayó ante el “sistema Qin”, ideado hace dos milenios por el Primer Emperador (221-206 a. C.).
En el libro, Qin Hui señala que el “sistema Qin” dominante en la época imperial estaba dominado por la figura del emperador, autócrata egoísta e irresponsable rodeado y protegido por funcionarios hipócritas (supuestamente confucianos pero en la práctica legalistas, es decir, partidarios de lo que llamaríamos la realpolitik). Según menciona Qin Hui, si bien el sistema cambió con el tiempo, su dinámica se mantuvo hasta el siglo xix. En ese momento hubo un choque entre China y Occidente, y parte de la élite china consideró que Occidente podía proveerle modelos no solo más poderosos, sino también más legítimos en términos morales.
Desde el punto de vista de Qin Hui, la Revolución de 1911 marcó un punto de inflexión en la historia de China, al igual que había ocurrido con el establecimiento del sistema Qin en el siglo iii a. C. Sin embargo, el experimento republicano surgido con la Revolución representaba en China una ruptura fundamental –aunque en gran medida simbólica– con un pasado caracterizado por el autoritarismo. En ese marco era normal que esa ruptura significara también la anarquía.
En el resto del libro, Qin Hui trata de evaluar la actuación de la República entre 1915 y 1927. Sus ideas se relacionan una vez más con los debates académicos y políticos contemporáneos sobre lo que China ha sido y lo que debería llegar a ser. Señalaremos aquí dos argumentos importantes. El primero tiene un carácter contrafáctico: según el autor, China podría haberse modernizado sin “occidentalizarse” si la gente se hubiera dado cuenta de que el problema de la tradición china no era la cultura confuciana (que había sido suprimida por los legalistas con el auge del sistema Qin, pero que nunca había desaparecido del todo), sino la política autoritaria. El segundo argumento implica un cambio de foco en el análisis de la historia china del siglo xx: en su opinión, hay más continuidades que discontinuidades entre la República de China y la República Popular, y eso supone que la revolución más importante de China en el siglo xx no fue la de 1949, sino la de 1911. En otras palabras, el autor sugiere que la promesa de la Revolución de 1911 sigue sin cumplirse.
Dejando atrás el sistema imperial de Qin Hui es una obra relevante no solo por lo que nos dice sobre la historia de China, sino también por la manera en que interviene en la escena intelectual contemporánea de China. Una traducción completa en español sería muy bienvenida.
[1] Para traducciones del trabajo de Qin en inglés y español, véase el sitio web <www.readingthechinadream.com>.