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Reseña

Pablo Martínez Gramuglia, La forja de una opinión pública. Leer y escribir en Buenos Aires, 1800-1810,

 

Adriana Milano (1)

 

(1) Universidad Nacional de Rosario

 

Santiago de Chile, Ariadna, 2021, 298 páginas

 

En este libro, Pablo Martínez Gramuglia estudia la forja de la opinión pública en Buenos Aires. Y lo hace teniendo en cuenta el impacto del período revolucionario sobre las formas de interacción pública del período colonial. Para ello, no supone a ambos períodos como constructos estancos. Por el contrario, elige una perspectiva desde la que estudiar los cambios en las formas y objetivos de los discursos analizados. Para ello, propone estudiar la intersección de los modos de lectura, escritura y expresión entre 1800 y la revolución.

Es claro aquí que la temporalidad es clave, más aún porque el autor tiene muy en cuenta el desarrollo de la bibliografía secundaria al respecto. Así, el autor postula su análisis advirtiendo cómo en los discursos analizados había una evidente pulsión de futuro. Apostaban a un porvenir de esplendor al que se arribaría con el conocimiento y la razón ilustrada que justificaban las empresas periodísticas. Gramuglia logra valorar su objeto de análisis, y no cae en una mera reconstrucción de la historia de la prensa rioplatense. Detecta los cambios en los géneros y soportes materiales existentes, las adaptaciones en las formas de leer y escribir, así como también en las figuras de letrado que se construyen mediante esas lecturas y escrituras. Además, está atento a las modificaciones en las formas de circulación de los discursos en el espacio construido socialmente que constituye la opinión pública.

Martínez Gramuglia realiza una operación sobre los discursos que invita a un análisis de cruce entre un modo de entender la crítica literaria y la historia intelectual. Por una parte, sigue de cerca el peso del género biográfico en la constitución de una figura de autor, y por el otro, apela al análisis de conceptos como futuro, progreso o civilización para dar cuenta del peso de la matriz ilustrada en las conceptualizaciones de esos futuros como posibles.

De este modo, el inicio del proceso revolucionario en el Río de la Plata constituye un parteaguas en un universo de sentidos y prácticas que está por desmoronarse. Y a ello se suma la importancia de Buenos Aires como ciudad considerada como parte de un mundo “civilizado”, entre otras características, porque posee una producción periodística propia. Gramuglia analiza temas relevantes para quienes se interesan por los estudios sobre la temporalidad y el concepto de futuro en el mundo iberoamericano del momento.[1] ¿Cuáles son los significados que los letrados otorgan a esos cambios? ¿Cómo se articularon las novedades políticas y culturales de los últimos años de dominación colonial? ¿Cómo se da sentido a la época vivida y quiénes emprendieron las tareas para dárselo? A los ojos de los letrados, Buenos Aires como capital poseía una carencia que parecía irresoluble a los sus ojos: la escasez de libros. La élite alfabetizada hizo de esta carencia el reconocimiento de una posibilidad: asumió el rol de ilustrar al público local, y de visibilizar la ciudad a los ojos del mundo.

Este seguimiento de la relación entre local-global es también importante porque vincula el caso rioplatense con una más amplia historia cultural del libro, como la línea ya clásica, y aún vigente, de Roger Chartier como principal referente. Así, Martínez Gramuglia se ocupa de la función de la letra impresa en la difusión de ideas útiles (tema asociado con el de la Ilustración iberoamericana), además de la conservación de hechos significativos para el lector futuro. Asimismo, tiene muy en cuenta los estudios de Jürgen Habermas sobre la vinculación entre prácticas de lectura y los cambios centrales asociados con el fenómeno revolucionario que dejaron una herencia activa en un proyecto político a largo plazo asociado a lo “liberal”, democrático o moderno. Explora la idea de lectura y progreso implicándose mutuamente, la marca ilustrada de la lectura o ilustradora de la escritura, el hecho de escribir para ilustrar y leer para ilustrarse.

Gramuglia se pregunta sobre el lugar de una “literatura” en ese contexto, para proponer el sentido variable e histórico del concepto de “lo literario” poniéndolo en conexión con la temporalidad de los textos. El autor remite a la historia conceptual en su análisis de Reinhart Koselleck en torno a espacios de experiencias del presente y expectativas del futuro en donde literatura, escritura e impreso se resignifican en el Buenos Aires de la primera década del siglo xix.

En el primer capítulo, analiza a los lectores y las lecturas de periódicos, considerados a partir de la necesidad de crear un público lector por medio de la primera prensa periódica porteña representada por el Telégrafo Mercantil, el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, y el Correo de Comercio. Enfoca el desafío ilustrado de ampliar el alcance de los textos escritos y el modo en que esos periódicos reforzaron su apuesta, para legitimarse en uno de los espacios más despoblados y pobres de la Corona española. En ese contexto, Gramuglia advierte la emergencia de la realidad de lo escrito como un modo de comunicación intra-élite, en un mundo de lo escrito múltiple y permeable; y con ello otorga un primer material para los interesados en la historia de los intelectuales: analizar la pulsión de futuro desplegada en un reducido grupo letrado sobre el que el autor también se detiene. Con ello pone en evidencia cómo se vieron afectados desde 1810 por una ampliación irreversible de su horizonte de expectativas. En este punto y en los capítulos siguientes el lector encontrará material significativo para incursionar en la historia de aquellos letrados que, dotados de formación intelectual, asumirían en poco tiempo el rol de publicistas, como planteara Jorge Myers. Aquellos que conformarían una categoría de escritor público puntual: el letrado patriota que habiendo participado al servicio de la monarquía española se vio obligado a ponderar y enunciar distintas alternativas para el futuro de sus lugares de origen o patrias.[2]

En este seguimiento de las apuestas sobre el futuro, tiene en cuenta de qué forma los contenidos bélicos reemplazaron gradualmente a los propósitos modernizadores. Gramuglia pone a la luz cómo la idea liberal de progreso ya no podía ser viable en el contexto transitado. Y cómo los letrados nucleados en la prensa asumen su nueva obligación de elogiar el valor y el patriotismo. Por ejemplo, en el Correo de Comercio el autor reconoce un cambio fundamental: el paso de la lectura a la escritura en sus lectores. Si bien los tres periódicos presentan a los “lectores débiles” como sus destinatarios, el Correo los incluye, responde a su interpelación, construye, dice Gramuglia, una relación que se verifica al punto de que los mismos lectores pasan a escribir y contribuyen a una ilustración general: lectores que toman “la pluma” y la palabra.

En este libro, la época de la prensa periódica en el Río de la Plata es considerada como aquella en que también madura la idea de escritura perdurable, o que se piensa a sí misma perdurable, potenciada como tal por la imprenta. Si bien los periódicos citados no lograron ser consumo cultural de los lectores buscados, el éxito radica en el logro de “algún público”. De este modo, la lectura de la prensa sería una actividad ilustrada junto con la escritura como ilustradora. Lectura y escritura cumplen sus funciones como articuladores del sentido de la época.

Quizás uno de los principales aportes del libro sea su reflexión en torno del concepto que da sentido al libro: el de opinión pública. Una noción para la que el año 1810 y la guerra cierran una etapa para comenzar otra. En el capítulo segundo, es interesante el seguimiento de las producciones poéticas de la primera década del siglo xix. Le resulta muestra de las certezas ilustradas que anunciaban un futuro promisorio, como podían ser los poemas de Manuel José de Lavardén. El caso elegido es su poema “Al Paraná”. La estética neoclásica estaba al servicio de acceder a lectores dotados de libertad de interpretación, a ser conducida por los autores. La función pedagógica de la poesía pasaría así del discurso moral a promover una didáctica de la patria. Es decir: una escritura con intenciones pedagógicas que no deje lugar para una interpretación demasiado libre del mensaje a transmitir y que combina pertenencia a la monarquía española y fidelidad al rey. Los referentes de la “tímida” actividad literaria porteña como Lavardén, José Prego de Oliver, Domingo de Azcuénaga y Vicente López y Planes son ejemplos de cómo la politización de la vida en común se reflejaba en los textos escritos, aun en los versos, que permitían enfatizar ideas desde otros códigos y significantes. Una vez más las conexiones que pueden derivarse entre historia conceptual en torno a civilización, utilidad, progreso y otros en relación con la vida de los letrados involucrados son evidentes.

En el capítulo tercero, indaga acerca del proceso paralelo de legitimación de los autores. Se trataba de un nuevo criterio de valor encarnado en el patriotismo y el heroísmo militar, y no ya por el carácter de portadores de conocimientos europeos. Analiza las diversas intervenciones en la opinión pública siguiendo a diferentes autores. Muestra cómo estos fueron representantes de un cambio tanto significativo como gradual, que dio forma a una “opinión pública” en el sentido de una verdad transparente y compartida por todos. Los publicistas constituyen una categoría exitosa, en la que se apelaba a la opinión pública para legitimar tanto la vida como la obra. La tarea principal de estos fue definir la producción de textos publicables; su autoridad provino de un supuesto mejor acceso a la verdad, de su posibilidad de enunciar la opinión pública y volverla evidente. Para mostrar esta modificación, delinea algunas “figuras de letrado” para evitar la adopción de tipos ideales. Define así a Gregorio Funes como escritor erudito, a Manuel Belgrano como símbolo de letrado moderno y a Vicente López y Planes como poeta patriótico.

Por último, el capítulo cuarto reflexiona sobre la opinión pública poniendo en relación las variaciones entre prensa virreinal, inicio de las guerras revolucionarias y reacomodamientos de los letrados a la nueva realidad. Y cómo la Gazeta de Buenos Aires terminó por constituirse en eje de una opinión pública oficial y autorizada. El caso concreto de La Gazeta como medio oficial de difusión sintetiza el ideal solapado de unanimidad de opinión entre público y gobierno que se construye en las reformulaciones de un futuro positivo, esperado a través de los letrados impulsados por la fuerza de la guerra y no ya de la razón.

Gramuglia retoma la figura del publicista; la supone parte de una discursividad colectiva que la comunidad ha construido y que excede el propio saber de los letrados. Da pautas para pensar a la opinión pública como concepto acotado a un contexto específico en el que sufre una politización progresiva.



[1] Javier Fernández Sebastián, “Levantando los planos del porvenir. Sobre el advenimiento del futuro en el mundo hispánico”, en F. Wasserman (ed.), Tiempos críticos. Historia, revolución y temporalidad en el mundo iberoamericano (siglos xviii y xix), Buenos Aires, Prometeo, 2020, pp. 83-113.

[2] Jorge Myers, “El letrado patriota: los hombres de letras hispanoamericanos en la encrucijada del colapso del imperio español en América”, en C. Altamirano (dir.), Historia de los intelectuales en América Latina, volumen i (J. Myers ed.), Buenos Aires, Katz, 2008, pp. 121-144.