Gustavo Sorá,
A History of Book Publishing in Contemporary Latin America,
Nueva York/Londres, Routledge, 2021, 246 páginas
Hace casi veinte años, los balances trazados sobre la historia del libro enfatizaban la necesidad de la superación de las narrativas centradas en los casos nacionales en vista de la producción de una historiografía atenta a las experiencias transnacionales. A lo largo de esas décadas, la proliferación de colecciones editoriales especializadas, coloquios internacionales, publicaciones periódicas o asociaciones de expertos en el área de historia del libro han refrendado aquella demanda. Asimismo, los estudios sociales e históricos sobre el libro y la edición en América Latina se consolidaron como una de las vertientes más dinámicas en la producción historiadora de la región. Esta relativa autonomización del ámbito de indagación sobre la historia de la cultura impresa produjo, sin embargo, algunos efectos propios de una especialización vuelta sobre sí misma, donde las conexiones entre experiencias locales y procesos más amplios parecieran desacoplarse.
En este sentido, el esfuerzo historiográfico por superar la antinomia entre los estudios de casos pormenorizados y los marcos interpretativos más amplios ofrecido por Gustavo Sorá, profesor de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del conicet, en su reciente libro A History of Book Publishing in Contemporary Latin America, resulta especialmente iluminador respecto del modo en que la indagación intensiva no debe perder de vista las “preguntas importantes” de las ciencias sociales y humanas. El libro de Gustavo Sorá, inscripto en la novísima serie “Routledge Studies in Global Latin America”, ofrece una aproximación a la historia cultural de América Latina a través de la indagación del lugar del libro y de las prácticas editoriales en la conformación de la unidad continental entre la década de 1930 y los años setenta. A partir de la consideración seminal de la tensión entre la supuesta homogeneidad cultural latinoamericana y la heterogeneidad de sus respectivas culturas nacionales, Sorá explora las variantes específicas de la cultura escrita en América Latina a través de una atención privilegiada a los componentes de la “ecología del libro” (editoriales, editores, traductores, etc.). Dividido en cuatro partes, el libro dedica las primeras tres al análisis de experiencias de la cultura escrita en la Argentina, México y el Brasil, mientras que en la sección final examina la feria internacional del libro de Frankfurt, por un lado, y las desigualdades en el sistema mundial de traducciones, por otro.
En el primer capítulo, dedicado a la Argentina, Sorá ofrece un balance de la historiografía sobre el libro en ese país y propone una aproximación relacional al “modelo nacional” argentino de edición, sus íntimas conexiones con la dinámica iberoamericana de producción y difusión de bienes impresos y el lugar de los editores extranjeros en la modulación del mercado latinoamericano del libro. Entre uno de los rasgos decisivos de ese modelo, Sorá reconoce la firme creencia que compartieron los editores en la producción de “libros baratos” destinados a un lectorado en expansión desde el siglo xix. La irrupción de exiliados españoles de la guerra civil en el mundo cultural argentino coincide con el ascenso de Buenos Aires como centro regional en la producción editorial y con la consolidación del mercado iberoamericano del libro. En efecto, la progresiva diferenciación de la actividad editorial, desde su subordinación a la lógica comercial de la librería, primero, y de los periódicos diarios, después, evidencia la centralidad que tuvo la publicación de libros y su distribución mediante las colecciones orientadas al público masivo en la formación de un canon literario y del pensamiento argentino. Así, la llegada de exiliados republicanos españoles desde mediados de la década tanto a la Argentina como a México transformó la composición de ambos mercados profundizando la interdependencia entre ellos y proyectándose estratégicamente sobre todo el continente. El nuevo estado de las relaciones culturales internacionales dio lugar a una complementariedad de los proyectos editoriales entre ambos países, donde las casas editoras argentinas privilegiaron la publicación de literatura, el Fondo de Cultura Económica de México se especializó en la edición de libros de ciencias sociales y humanas. Para Sorá, la clausura de ese “modelo argentino” de edición, evidenciado en el derrumbe del Centro Editor de América Latina o de eudeba con el golpe de Estado de 1976, dio lugar a un proceso de fragmentación cuyos efectos se perciben aún hoy en el mercado editorial latinoamericano.
Asimismo, Sorá presenta un trabajo dedicado a la figura de editor/intelectual de Gregorio Weinberg. Bajo la tradición reformista, el proyecto editorial de Weinberg es analizado por Sorá situando las profundas conexiones entre programas de renovación intelectual nacional orientados por patrones de la “cultura universal”. Los fundamentos internacionales de toda cultura nacional, su posición relativa forjada a través de su oposición con otras naciones, se expresa en las “batallas simbólicas” libradas en las arenas de la cultura letrada, a través de los procesos de competencia-legitimación de las posiciones en el concierto internacional de la cultura. Así, las empresas culturales animadas por Weinberg son analizadas por Sorá en el entrecruzamiento entre contextos efectivos de posibilidad, los vaivenes de una trayectoria y sus apuestas y las coyunturas tanto políticas como económicas que flanquearon esas experiencias. En tanto traductor, editor y mediador cultural, Weinberg y su proyecto originado en la editorial Lautaro, reconvertido en la casa Hachette y prolongado en Solar, representan una modulación particular de comprensión cosmopolita de la nación y de la tarea de traducción como forma de apropiación siempre localizada.
En la sección dedicada a México, Sorá plantea un estudio intensivo sobre la casa editorial Fondo de Cultura Económica y una de sus colecciones señeras: Tierra Firme. A partir del examen de la historia social y cultural de la conformación de dicha serie editorial, Sorá muestra el proyecto cultural compartido por intelectuales de todo el continente y coordinado por Daniel Cosío Villegas, su ambición en la producción de una unidad latinoamericana y los obstáculos políticos y financieros de semejante empresa. Mediante una exploración puntillosa del catálogo editorial del Fondo de Cultura Económica y de las variaciones que produjeron la serie Tierra Firme, el trabajo de Sorá permite adentrarse en la práctica editorial y su potencia para la cristalización de una región culturalmente unida. Tierra Firme, inscripta en la tradición americanista, fungió como proyecto de “regeneración civilizatorio” ante la crisis de la inmediata posguerra donde América Latina ocuparía un nuevo y preponderante sitio. En tanto empresa de alcance continental, el Fondo de Cultura Económica no solo propulsó una importante renovación en las ciencias sociales y humanas al disponer en español obras centrales de diferentes disciplinas, sino que contribuyó a proyectar un nuevo alcance del mercado del libro en español en América. Sorá ofrece una pormenorizada aproximación a ese proceso mediante la trayectoria de Daniel Cosío Villegas y la consolidación de la idea del editor como un “profesional de la edición”.
Justamente la noción de profesionalización es la que le permite a Sorá seguir los pasos de Arnaldo Orfila Reynal desde mediados de los años sesenta, luego de su desplazamiento de la dirección del Fondo de Cultura Económica hacia la formación de Siglo xxi, casa editorial promovida por un ingente número de figuras intelectuales que actualizarán la idea de una “internacional del pensamiento”, conjugada desde América Latina. La tensión entre edición y política durante la Guerra fría, visible en Orfila desde su rechazo a los emprendimientos de la Alianza por el Progreso desde comienzos de los años sesenta y, especialmente, desde su expulsión del directorio del Fondo de Cultura Económica, es abordada por Sorá a partir de una detallada reconstrucción del universo social que dio lugar a un nuevo proyecto político-editorial, Siglo xxi, a la dinámica de las redes de contacto que permitieron a Orfila la formación de un nuevo catálogo de traducciones y el apoyo de numerosos intelectuales latinoamericanos, entre ellos y ellas quienes protagonizarán el “boom” literario de los sesenta.
Brasil y su mercado editorial son analizados por Sorá mediante el estudio del marco institucional que posibilitó la formación de un espacio nacional para el libro brasileño entre los años treinta y cuarenta. Tomando en cuenta las condiciones de propagación de una industria editorial promovida desde las políticas públicas del Instituto Nacional del Libro, creado en 1937, el capítulo 5 del libro ofrece un panorama de las convergencias de las empresas editoriales junto a las instituciones estatales por forjar un ámbito de producción, distribución y consumo de los bienes impresos ante la idea de “ciudadano-lector” que se consolida en esos años del Estado Novo del Varguismo. Esa complementariedad entre emprendedores privados de la edición y las políticas públicas de acceso al libro permitieron, para Sorá, la consolidación pública de la figura del editor y la consolidación nacional de un mercado no exento de tensiones personales y conflictos regionales. Resulta especialmente interesante el tratamiento del Anuário Brasileiro de Literatura, no solo como fuente de información histórica sino en tanto dispositivo de construcción de una noción nacional de espacio de producción editorial.
El derrotero de la realidad editorial brasileña a lo largo del siglo xx es abordado por Sorá mediante su prospección de la Livraria Jose Olympio Editora, casa editorial de máxima importancia a mediados de los años cuarenta cuyo declive en los años noventa posibilita al autor, combinando una aproximación histórica y otra etnográfica, compulsar las transformaciones estructurales del negocio del libro en el Brasil; las variables posiciones jugadas por casas editoriales de origen familiar, el cambiante estatuto del editor, de mediador en la escena cultural nacional a manager del capital internacional, procesos homólogos en otros espacios del sistema de producción de bienes impresos a nivel mundial. Jose Olympio evidencia el arco completo de esa profunda mutación en la medida en que la fortaleza diferencial de su catálogo, representante de la “cultura auténticamente brasileña”, compuesta de ensayos de interpretación y novelas nordestinas, supo ser conjugado con el conocimiento específico de la labor editorial y comercial y el capital de relaciones políticas y familiares. A lo largo de los años cincuenta, y especialmente desde los sesenta, las nuevas generaciones de intelectuales desafiaron a los antiguos referentes culturales y, con ello, emergieron nuevas casas editoras que subvirtieron la jerarquía simbólica de editoriales como Jose Olympio, absorbida por grupos empresarios que integraron su fondo y prestigio en la lógica de administración de negocios a fines del siglo xx.
En la sección final del libro, Sorá presenta los resultados de dos investigaciones donde la perspectiva transnacional, si bien asumida en el resto de los ensayos del volumen, gana un protagonismo especial. En “El mundo como feria”, el autor analiza la producción de interdependencias entre los distintos actores del mundo editorial que confluyen en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt, a partir de su trabajo etnográfico en 2010, año en que la Argentina fue Invitada de Honor en el cónclave alemán. Apoyándose en sus registros de campo (notas, fotografías, mapas), Sorá muestra cómo en ese ámbito las oposiciones estructurales del campo editorial argentino se manifestaron tanto en las estrategias movilizadas por los grandes grupos editoriales como aquellas casas de edición independientes, todos atraídos por el “estar allí”, por participar en el acontecimiento mundial del libro, sujeto a los rituales propios de todo espacio regulado de intercambio, “rito de pasaje” para los participantes, donde tiene lugar la tensión entre unificación cultural anunciada por la globalización y las diversidades expresadas por editores de procedencias diferentes.
Finalmente, en el último ensayo del libro Sorá concentra su estudio sobre el intercambio desigual entre mercados editoriales a partir del indicador propuesto por la traducción de libros de ciencias sociales y humanas entre Francia y la Argentina. De este modo, la circulación internacional de ideas debe ser vista a partir de los ritmos y las intensidades del intercambio entre distintos mercados en el sistema internacional de traducciones, donde el valor de un nombre, una obra o un conjunto de ideas están íntimamente vinculados a las jerarquías culturales, lingüísticas y políticas transnacionales. Como parte de una pesquisa ambiciosa coordinada por Giséle Sapiro, Gustavo Sorá expone los procesos de intra y extraducción entre Francia y Argentina, considerando las instituciones y los agentes que intervienen en dichos intercambios pero también en la construcción de Francia en tanto referencia académica y cultural para quienes ensayan estrategias de internacionalización y validación de sus credenciales de prestigio en el campo de producción argentino. Los flujos desiguales de traducción de libros visibilizan las estrategias de reproducción de la dominación simbólica de ciertos centros de producción cultural sobre otros espacios.
¿Qué lugar ocupó América Latina en el proceso de mundialización de la cultura impresa en el siglo xx? ¿Cómo se articularon las culturas nacionales y sus respectivos mercados editoriales con el horizonte continental latinoamericano? ¿De qué modo los editores, esa especie singular de mediador cultural, intervinieron en las dinámicas de integración regional? Estas son, entre otras, las preguntas que orientan las investigaciones de Sorá desde una perspectiva transnacional. La combinación de operaciones metodológicas propias de la antropología social, de la historia cultural o de la sociología de la traducción permiten evidenciar el análisis de la materialidad de los bienes impresos (el libro incluye más de cuarenta imágenes de tapas de libros), el trabajo sobre fondos de archivo de editoriales, la reposición de entrevistas en profundidad, la ponderación estadística de correlaciones múltiples en bases de datos, la prospección de catálogos históricos de editoriales o la observación etnográfica. En parte como balance pero con un tono programático, prospectivo de líneas de investigación aún por recorrer, el libro muestra la madurez de investigaciones originales y comprometidas con la producción de pesquisas sólidamente fundadas.
Ezequiel Grisendi
Universidad Nacional
de Córdoba / conicet