La escena española
Notas sobre la labor política y periodística de Dardo Cúneo
durante la Guerra Civil Española
Juan Buonuome
Universidad Nacional de San Martín / conicet
El 30 de julio de 1936, el diario Crítica publicó una nota de alto impacto en el marco de su extensa cobertura de los sucesos en España. Se trataba de una crónica que su corresponsal había enviado por correo aéreo desde Dakar, puerto adonde había llegado a bordo del vapor Santo Tomé, luego de un periplo extraordinario que narraba en su correspondencia. Su buque había zarpado de Buenos Aires el día 16 con destino a los puertos de Las Palmas, Cádiz, Barcelona, Marsella y Génova, pero las primeras noticias recibidas por radio de onda corta sobre el alzamiento militar contra la República provocaron un dramático cambio en el curso y en la naturaleza del viaje, al galvanizar las tensiones entre las autoridades de la embarcación y el personal subalterno. Mientras la más alta jerarquía del barco festejaba y brindaba por el levantamiento, los trabajadores del Santo Tomé –marineros, mecánicos, camareros, personal de servicio–, consecuentes con su extracción proletaria, y amparados en la justicia de su causa, decidieron deponer al capitán y convertir a un simple camarero en la máxima autoridad del buque. En las horas siguientes, la súbita interrupción de las comunicaciones con Islas Canarias anotició al camarero y al resto de los tripulantes de que militares de la reacción los estarían recibiendo en su próximo destino, de allí que decidieran desviar el camino hacia Senegal. Bajo control obrero, y perseguido por un buque de una escuadra militar sublevada, el Santo Tomé llegó el domingo 26 al puerto de Dakar.[1]
Quien firmaba la corresponsalía, uno de los quinientos pasajeros a bordo del Santo Tomé, era Dardo Cúneo (1914-2011). No era infrecuente que este escritor, periodista y joven dirigente del Partido Socialista firmara notas en las páginas de la prensa de gran tirada. En efecto, al tiempo que animaba el debate de ideas en el interior del socialismo en publicaciones que defendían el valor de la insurrección armada y la dictadura del proletariado, Cúneo intentaba ganarse un lugar en el expansivo mundo del escritor profesional y colaboraba en revistas ilustradas y diarios de la tarde con textos de temas y registros muy diversos, como relatos de historia urbana, cuentos, entrevistas y comentarios sobre la situación internacional. Lo novedoso de estas “estruendosas” ocho columnas publicadas en Crítica fue que aquellas dos maneras de escritura –la del agitador y polemista de izquierda y la del periodista de la industria cultural– se presentaban ahora en perfecto maridaje.[2] El relato sobre la sublevación del Santo Tomé constituía, a la vez, un registro fáctico y objetivo que buscaba dar testimonio veraz de los acontecimientos, una épica de redención proletaria con guiños a la Unión Soviética, y una historia de acción, aventura y heroísmo como las que los lectores de Crítica se encontraban en las páginas de novelas populares o en las salas de cine de Buenos Aires. “La sublevación de los tripulantes del Santo Tomé revive una página de leyenda […] más parece un hecho novelesco que real”, escribía Cúneo haciendo jugar revolución y espectáculo.
La correspondencia de Cúneo –en rigor, la primera crónica hispanoamericana del conflicto– ilumina aspectos singulares del modo en que se configuró la Guerra Civil Española como evento global.[3] Por un lado, deja al descubierto que la construcción de la noticia involucró circulaciones y desplazamientos, materiales y simbólicos, tramados en una malla mediática compleja. En efecto, la irrupción en alta mar de la información radial, provista por una estación de onda corta de Madrid, desató un motín repentino en un vapor que se encontraba geográficamente cercano a los acontecimientos (recordemos que el epicentro inicial de los levantamientos fue el norte de África) pero que no sería parte del flujo de noticias sobre España sino hasta la publicación, casi dos semanas después, de la correspondencia de un joven militante socialista en uno de los diarios escritos en español más leídos del mundo. A su vez, la construcción de la noticia como evento de repercusión global estuvo determinada por las características del consumo de noticias internacionales de la ciudad de Buenos Aires y por el arraigo en el público lector de un imaginario de fuertes reminiscencias trasnacionales, nutrido por el cine y las industrias culturales. Si las imágenes del motín de 1905 recreadas por Eisenstein en El Acorazado Potemkin a mediados de los veinte debieron resonar en el joven izquierdista al escribir su crónica del Santo Tomé, pocas dudas caben de que quienes leyeron Crítica ese día –y el mismo Cúneo– se representaron los acontecimientos a partir de las escenas de Motín a bordo, largometraje de la Metro Goldwin Meyer protagonizado por Clark Gable, que mereció el Oscar a la mejor película en 1935 y desde mayo de 1936 era proyectado en las salas de Buenos Aires.
Por otro lado, la intervención de Cúneo en las páginas de Crítica invita a indagar en los vínculos y las tensiones entre la actividad periodística y la militancia política. Con 22 años, Cúneo fue probablemente el dirigente socialista argentino más comprometido con la situación española.[4] Pero su compromiso, sobre todo al comienzo, estuvo asociado a una postura de abierta crítica a la línea hegemónica de su partido. Lejos de la moderación y la prudencia del posicionamiento oficial del partido frente al conflicto (que evitaba la crítica abierta a la postura de no intervención del socialismo francés y presentaba en su diario los cables sobre ayuda soviética al bando republicano como noticias sin confirmación), Dardo Cúneo se ubicaba en un sector de izquierda que se autodenominaba revolucionario y marxista, y encontraba su principal modelo de inspiración en la experiencia de radicalización del Partido Socialista Obrero Español. Al mismo tiempo, mantuvo una febril actividad periodística y editorial en las que España fue absolutamente central. Durante las semanas que insumió su viaje, y el resto del tiempo que duró el conflicto, ya en Buenos Aires, Cúneo publicó crónicas, entrevistas, ensayos breves, columnas de opinión y comentarios de distinta índole que brindaban claves para la comprensión del drama que atravesaba la península. Ya sea por la naturaleza de esta labor periodística, como por la trama de relaciones que tejió con dirigentes socialistas y republicanos españoles –reflejadas en los recortes y las correspondencias de su archivo personal–, su trayectoria aparece como un prisma interesante a la hora de indagar en los cruces entre izquierda, periodismo y cultura de masas en el contexto de mundialización a que dio lugar la Guerra Civil Española.
I
Desde 1933, Cúneo realizó una sostenida actividad de militancia política inscripta en el ala de izquierda del Partido Socialista.[5] En un contexto en el que el partido se beneficiaba electoralmente con la abstención radical, un conjunto de dirigentes y afiliados exigieron un cambio de táctica.[6] Reunidos ocasionalmente en torno a emprendimientos de prensa militante de corta vida, sus posturas tenían eco en Claridad, órgano que dirigía Antonio Zamora. Allí, a comienzos de 1933 apareció una encuesta titulada “¿Debe cambiar de táctica el socialismo?”, que respondieron, en su mayoría afirmativamente, militantes activos del partido, entre los que figuraba Cúneo.[7] En octubre de ese año, además, Dardo Cúneo publicó en el órgano de la Confederación Juvenil Socialista un artículo titulado “La vuelta a Marx”, donde fustigaba al revisionismo y asociaba el reformismo con el fascismo.[8] Mismo título y argumentos similares utilizará en un texto publicado al año siguiente en el primer número de la revista Izquierda, que se convirtió en uno de los textos más representativos del ala disidente.[9] Para entonces, la huelga general revolucionaria producida en España en 1934, en el marco del bienio radical-cedista de la II República, impactaba fuertemente en la imaginación política de este sector y motorizaba los intercambios con periódicos como Leviatán, Claridad y Renovación, donde escribían los dirigentes que conducían la radicalización, como Francisco Largo Caballero y Luis Araquistain.[10] La unificación de las juventudes del socialismo y el comunismo en España conducida por Santiago Carrillo representaba otra referencia importante para Cúneo, quien formaba parte del proceso de reorganización del movimiento juvenil socialista mientras escribía notas sobre temática internacional en la prensa de la Federación Juvenil Comunista.[11]
Apadrinado por Mario Bravo, Dardo Cúneo viaja a España con el doble objetivo de militar la causa socialista y desempeñarse como periodista profesional. No se trataba de propósitos contradictorios. En los años de entreguerras, la ideología de la objetividad periodística no significaba neutralidad, ni tampoco ausencia de subjetividad, ya que no aludía a hechos sino al contexto en que esos hechos eran registrados y narrados.[12] En el universo de las izquierdas, plumas como las de John Reed y John Dos Passos, a quienes Cúneo admiraba, habían abrazado el género del reportage y unían con maestría la presentación fáctica y objetiva de los hechos con la toma de partido y la interpelación emocional al lector.[13] En el caso de Cúneo, su compromiso militante lo ponía en una buena posición para ver y experimentar de primera mano las alternativas de la guerra y, por lo tanto, poder cumplir así con las reglas y los procedimientos básicos del repórter profesional. Al llegar a Valencia desde Dakar, según relata en una crónica publicada en octubre de ese año en Claridad, consigue un salvoconducto y un auto con chofer que le permiten recorrer, registrar y describir escenas de poder obrero y construir una épica insurreccional de modo similar al relato de lo sucedido en el Santo Tomé.[14] En Valencia asiste a los entrenamientos de los milicianos en la Plaza de Toros, visita las barricadas en cada barrio y se entrevista con los representantes proletarios del gobierno. Luego, parte en un tren repleto de milicianos hacia la ciudad de Madrid, que se encuentra amenazada por el general Mola desde el norte (se combate en Guadarrama a fines de julio y principios de agosto) y por el general Franco desde el sur, que avanza desde Sevilla con una veloz columna. Los cantos revolucionarios –describe extasiado en su crónica– contagian a los campesinos, que levantan los puños y las hoces en cada estación. Ya en la capital, Cúneo visita los batallones juveniles en las posiciones ganadas al norte de la ciudad: “Sierra de Guadarrama. 60 kilómetros de Madrid. Líneas de fuego. Aquí se bate España y Anti España. La República y el fascio. El pueblo y los militares. Un auto de las milicias juveniles nos trajo. Llegamos cuando el fuego ha abierto una pausa y el tic-tac de las ametralladoras se ha traducido en un eco que persiste en la montaña”.[15] Con este estilo cortante y sintético de escritura, característico de la sección de cables de todos los diarios y que Cúneo hizo propio desde joven, la crónica publicada en Claridad se completaba con la descripción fascinada de su encuentro con Santiago Carrillo, líder de las Juventudes Socialistas Unificadas, y con el poeta Rafael Alberti y su esposa María Teresa León, en una asamblea de la Alianza Antifascista de Intelectuales en la que también se encontraban Pablo Neruda y André Malraux.
Este tipo de compromisos político-intelectuales se confirman en el segundo y último envío que hizo Cúneo a Crítica, publicado en Buenos Aires el 23 de agosto. Se trata en este caso de una entrevista que realizó a Luis Araquistain en las oficinas de redacción del diario Claridad de Madrid, periódico del ala marxista y revolucionaria del socialismo español.[16] Nada decía allí sobre los vanos esfuerzos que Araquistain, junto a Julio Álvarez del Vayo, habían hecho en las últimas semanas en suelo francés para lograr el apoyo activo de los socialistas que formaban parte del gobierno. En cambio, Cúneo exaltaba el periodismo de combate practicado por Araquistain, a quien describía alternando las recorridas por los frentes de la sierra y la organización de las milicias, con la redacción de editoriales de primera plana de Claridad y Leviatán, órganos que dirigía en tanto “teórico de su partido y capitán de los que dentro de él tienden a apresurar el paso y marchar hacia la realización más o menos inmediata del socialismo”. Sus declaraciones a Cúneo, por otra parte, evidenciaban una interpretación del conflicto español en términos de “guerra social” o “guerra de clases”, y tras una serie de comparaciones con el proceso soviético (Azaña como Kerenski, los comités populares como soviets), concluía que España “quemaba” etapas y vivía, “hoy y simultáneamente, una revolución democrática y una revolución socialista”.
El envío aéreo del texto de la entrevista a Araquistain se produjo el 15 de agosto, el mismo día en que la embajada argentina en Madrid escribió a Buenos Aires para anunciar la realización de una extensa y urgente acción de visado colectivo para permitir la evacuación y repatriación de ciudadanos argentinos.[17] De esa operación terminaría formando parte Dardo Cúneo, quien, en circunstancias no demasiado claras, debió regresar prematuramente a la Argentina en carácter de refugiado. Según el relato del hijo de Cúneo, después de su paso por Madrid se trasladó a Lisboa, donde quedó apresado y se salvó en el último momento de ser fusilado por una intervención de la embajada argentina.[18] Sin embargo, en ninguno de los textos que publicó sobre su experiencia en España relató nada parecido a un inminente fusilamiento, y a través de fuentes diplomáticas podemos saber que “Enrique Dardo Cúneo, soltero, 22 años, periodista”, fue trasladado a instancias del gobierno argentino de Madrid a Alicante en tren, de allí en un vapor alemán a Lisboa y finalmente, a bordo del General Ossorio, regresó al puerto de Buenos Aires.[19]
II
Tras su regreso, Cúneo no siguió el camino de la mayoría de los dirigentes socialistas ubicados en la disidencia, que en 1937 fundaron un nuevo partido –El Partido Socialista Obrero–. Por el contrario, se mantuvo dentro del viejo partido y, de hecho, sus representaciones sobre el conflicto español en la prensa socialista fueron acercándose cada vez más a la línea hegemónica. Si la tesis que había primado en su lectura radicalizada veía en el conflicto una guerra social, su mirada adoptó en los años siguientes la clave del antifascismo liberal. Se alejó de los conceptos de lucha de clases, insurrección armada y dictadura del proletariado y asumió una mirada humanista que rechazaba la violencia, recuperaba a líderes del socialismo reformista como Indalecio Prieto y Julián Besteiro y se embanderaba en la defensa de la cultura occidental al seguir de cerca el derrotero de artistas, escritores e intelectuales refugiados y los esfuerzos por preservar el patrimonio de los museos de España. Entre 1936 y 1939 Cúneo pasó de una mirada comunizante al más duro anticomunismo y se hizo eco de los cuestionamientos que algunos dirigentes como Araquistain y Prieto hicieron de la influencia soviética en el gobierno republicano durante la guerra. Al mismo tiempo, pasó a desempeñar un rol cada vez más central en el aparato de prensa del socialismo local. A su vuelta de España comenzó a participar asiduamente en La Vanguardia, dirigida entonces por Rómulo Bogliolo, representante de un sector renovador de ciertos planteos económicos del partido, pero defensor de la estrategia reformista, en clave democrática y evolutiva, definida por Justo y continuada en los años treinta por Nicolás Repetto y Américo Ghioldi.[20] En La Vanguardia, Cúneo se hizo cargo de temas literarios (solía comentar obras y autores latinoamericanos y argentinos, y tuvo a su cargo columnas firmadas semanalmente como “Itinerario Americano” e “Ida y Vuelta de América”), y de la sección “Marginales”, que constaba de sueltos de temas variados con un énfasis en asuntos internacionales.
No debe perderse de vista, sin embargo, que los escritos de Cúneo sobre la situación en el mundo, y sobre España en particular, no se publicaron solo ni principalmente en La Vanguardia, órgano central del partido, o en Claridad y en Izquierda, publicaciones de la izquierda socialista. Ellos deben rastrearse, en buena medida, en diarios comerciales de la tarde como Crítica, La Razón y El Mundo, y en revistas ilustradas como El Hogar, Mundo Argentino y Aquí Está! Desde antes de la guerra en España, Cúneo se desempeñaba como periodista de la industria cultural y, en paralelo con sus escritos radicalizados en órganos de la izquierda socialista, escribió en publicaciones comerciales y masivas textos que recorrían una serie de temáticas y enfoques que, a su regreso de su viaje a la península, pasarán a formar parte de sus intervenciones en las páginas de las principales publicaciones partidarias, como La Vanguardia y el Anuario Socialista. Un ejemplo de ello lo constituye el tópico de la niñez y la guerra, muy transitado por la prensa de esos años.[21] Entre 1934 y 1938, Cúneo publicó diversos artículos en diarios populares de la tarde y en revistas misceláneas para la mujer y la familia donde abordaba la cuestión de la infancia militarizada con un enfoque humanista. En el vespertino La Razón, donde tenía a cargo una columna diaria sobre temas internacionales, escribía a fines de 1934: “Los niños ya no juegan […] La sociedad ya no les alcanza un juguete, y como si negara el derecho a vivir su niñez, les plantea tempranamente los conflictos comunes a los mayores. Les ha dotado de ciudadanía”.[22] Algo similar puede decirse del problema del nuevo rol de la mujer en relación al contexto conflictivo en Europa. Así surge, por ejemplo, de la entrevista que Cúneo realiza en la casa de Victoria Ocampo a la pedagoga exiliada María de Maeztu (hermana de Ramiro), publicada en julio de 1937 en Mundo Argentino.[23] Si bien este tipo de enfoques también tuvo lugar tempranamente en publicaciones socialistas dedicadas a temáticas femeninas, como es el caso de la nota “Los niños de Europa ya no juegan” aparecida en Vida Femenina en mayo de 1935, recién a fines de la década desarrollará este tipo de miradas en las publicaciones más representativas del partido.
Incorporar al análisis la vasta producción de Cúneo en las publicaciones no socialistas permite entonces resignificar lo que a primera vista puede ser interpretado como un viraje abrupto hacia la moderación política de Cúneo durante la segunda mitad de los años treinta. Esta mirada moderada y humanista, orientada a un público más vasto y diverso que el círculo de lectores que podía interesarse por el debate en torno al austromarxismo o a la alternativa reforma/revolución, formaba parte de una temprana escritura profesionalizada desplegada en el contexto de un robusto mercado periodístico y editorial. Es esta mirada la que lleva a Cúneo después de su regreso de España a un aparato de prensa socialista que en el contexto del creciente conflicto internacional atraviesa un momento de profesionalización y modernización. En otras palabras, abordar las lecturas socialistas de la Guerra Civil Española a partir de la figura de Cúneo obliga a prestar particular atención a las prácticas periodísticas que habilitaban y al mismo tiempo condicionaban los discursos sobre la lucha en España.
Conviene, entonces, colocar los escritos de Dardo Cúneo durante la Guerra Civil Española en el marco de una serie más larga de vínculos entre la prensa socialista y los diarios populares y comerciales de la tarde. Una historia de contaminaciones, préstamos y competencia que atraviesa en estos años un giro significativo. Al igual que en otras metrópolis, la prensa popular porteña hizo de la guerra de España su gran tema.[24] Dentro de la diversidad de opiniones y posicionamientos (entre los periódicos, y en el interior de cada uno de ellos), Crítica y Noticias Gráficas se destacaron como abanderados en la defensa de la República. En el contexto de la guerra, estos diarios, los más leídos de la tarde, hicieron uso de una retórica de tono obrerista capaz de permear allí donde la política partidaria de izquierda no lo hacía. Por su parte, la prensa socialista no rehuyó al desafío. Por el contrario, el conflicto español y su enorme impacto en la prensa y en la opinión pública local brindaron las condiciones para que el diario socialista atravesara por cambios importantes en su composición, impresión y presentación. Dos meses después del inicio de la guerra, La Vanguardia incorporó modificaciones en su estilo y diagramación.[25] Acompañando el movimiento general de los diarios en todo el mundo, la información internacional y los combates en España desplazaron a las noticias de política local y se instalaron cómodamente en la primera plana, con fotos, mapas y grandes titulares.
Pero fue recién a mediados de 1939 cuando La Vanguardia atravesó por la transformación más audaz, aunque también más efímera, de su historia. Mientras España comenzaba a vivir su posguerra y la Segunda Guerra Mundial pasaba a ocupar la primera plana de los diarios, el periódico socialista cambió su mando político y editorial, y se dotó de una nueva estructura de negocios destinada a favorecer la profesionalización y la competitividad. Bajo la dirección de Mario Bravo y con el respaldo de la nueva Sociedad Ediciones Populares Argentinas S.R.L., Dardo Cúneo cumplió un rol protagónico en este proceso. Además de escribir a diario columnas destinadas a temas internacionales y dirigir el suplemento literario y cultural que salía los domingos, se encargó del diseño y la coordinación del nuevo y expandido plantel de redactores, colaboradores y dibujantes, labor en la que capitalizó su trayectoria en la industria cultural y sus contactos con el universo de intelectuales españoles radicados en Buenos Aires.[26] Un buen ejemplo lo constituye el caso de Roberto Gómez. Este dibujante madrileño había ganado popularidad a comienzos de la guerra desde las páginas de Crítica con sus viñetas y relatos breves, que luego compiló en un libro publicado en 1937, titulado Charlas de Café sobre la Guerra Civil Española.[27] Luego de este éxito, “Roberto” pasó a formar parte del plantel estable de dibujantes de La Vanguardia (junto a otros artistas como Clement Moreau, Carybé, Pedro Olmos y Tristán). Fueron clave para este desembarco las gestiones de Ángel Ossorio y Gallardo, el último embajador de la Segunda República española en Buenos Aires, de buenas vinculaciones con socialistas locales y a quien Gómez conocía desde hacía muchos años. De hecho, este intelectual católico y antifascista, que había compartido banca en la Sociedad de las Naciones con Julio Álvarez del Vayo (contacto clave para Dardo Cúneo en su viaje a España), también formó parte del cuerpo estable de colaboradores de La Vanguardia en la nueva etapa.
El salto transformador de la prensa socialista, de todos modos, no se sostuvo en el tiempo. Si bien la salida de Mario Bravo de la dirección de La Vanguardia fue un factor importante, mucho más decisivo fue el nuevo contexto de restricciones que sufrió la industria periodística en todo Occidente por la escasez de papel en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. El final de la Guerra Civil Española significó, en efecto, un parteaguas para la prensa escrita en general, y para la socialista en particular. Es verdad que durante el transcurso del conflicto fue posible observar la maduración de algunos rasgos de la cultura mediática que, desde fines del siglo xix, había hecho del consumo informativo de las noticias internacionales uno de sus pilares.[28] Así lo testimonian las concentraciones frente a las pizarras de los vespertinos de la Avenida de Mayo, y las batallas campales entre republicanos y nacionalistas en los bares y las cantinas ubicados a pocos metros, representadas con maestría por Roberto Gómez. Pero a partir de los años cuarenta, la cobertura mediática de los sucesos internacionales sufriría un vuelco. Ello se debió a la crisis y los reacomodamientos que sufrieron los diarios, que los obligó a disminuir su número de páginas, y también al ascenso definitivo de la radio, que actuó trastocando el consumo de noticias en un sentido mucho menos público que el que habilitaba la prensa periódica, sobre todo en el espacio urbano.
Con todo, desde el punto de vista del socialismo, el proceso de transformaciones periodísticas producido en el marco de la Guerra Civil Española significó una novedad: la confluencia política con quienes, al mismo tiempo, competía en el terreno periodístico. En claro contraste a lo sucedido durante la década de 1920, cuando se asistió a una batalla frontal entre La Vanguardia y Crítica, ya desde principios de los años treinta el marco más restrictivo en el que se desenvolvía el periodismo en la Argentina había creado las condiciones para un vínculo menos ríspido con la prensa popular (en rigor, con la gran mayoría de los actores de la prensa).[29] Pero fue durante la Guerra Civil Española, y en función del espacio compartido como baluartes del bando republicano y antifascista, cuando esta relación mutó en simpatía y entendimiento. La labor periodística de Dardo Cúneo, oscilante, multifacética y difícil de encasillar, constituye una puerta de entrada de particular riqueza para dimensionar el impacto que tuvo la guerra de España en la relación entre el socialismo y la prensa popular. o
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Resumen/Abstract
La escena española. Notas sobre la labor política y periodística de Dardo Cúneo durante la Guerra Civil Española
El artículo analiza los cruces entre izquierda, periodismo e industria cultural a la luz de la trayectoria periodística y política del escritor, periodista y dirigente socialista Dardo Cúneo (1914-2011), durante el transcurso de la Guerra Civil Española. Analiza la labor de Cúneo como cronista y corresponsal durante su viaje a la península en 1936 y sus escritos sobre el conflicto publicados en la prensa socialista y de gran tirada de Buenos Aires, y los pone en relación con sus cambiantes posicionamientos en el interior del Partido Socialista y con los roles que ocupó en sus estrategias y estructuras mediáticas. Sostiene que el análisis de las lecturas socialistas del conflicto español debe considerar las prácticas periodísticas que las habilitaban y, al mismo tiempo, condicionaban. Asimismo, afirma que la Guerra Civil Española constituyó un momento bisagra respecto del lugar que ocupaba el socialismo en el mercado periodístico y de sus relaciones con los principales actores de la prensa popular.
Palabras clave: Guerra Civil Española - Socialismo - Periodismo - Cultura de masas
The Spanish scene. Notes on the political and journalistic labor of Dardo Cúneo during the Spanish Civil War
The article analyzes the intersections between the left, journalism and the cultural industry based on the journalistic and political trajectory of the writer, journalist and socialist leader Dardo Cúneo (1914-2011), during the course of the Spanish civil war. It analyzes Cúneo’s work as a chronicler and correspondent during his trip to the peninsula in 1936 and his writings on the conflict published in the socialist press and the big press, and puts them in relation to his changing positions within the Socialist Party and with the roles that he occupied in the socialist media structures and strategies. The article maintains that the analysis of the socialist readings of the Spanish conflict must consider the journalistic practices that enabled them and, at the same time, conditioned them. Likewise, it affirms that the Spanish civil war constituted a pivotal moment regarding the place that socialism occupied in the journalistic market and its relations with the main actors of the popular press.
Keywords: Spanish Civil War - Socialism - Journalism - Mass culture
[1] Dardo Cúneo, “En alta mar se sublevó el ‘Santo Tomé’”, Crítica, 30 de julio de 1936, p. 1.
[2] Dardo Cúneo, “La inocencia de España”, en AA.VV., Los que fueron a España, Buenos Aires, Jorge Álvarez, 1966, p. 185.
[3] Jesús Cano Reyes, La imaginación incendiada. Corresponsales hispanoamericanos en la Guerra Civil Española, Barcelona, Calambur, 2017, p. 92.
[4] Dentro del enorme volumen de producción historiográfica reciente dedicada a analizar el impacto de la guerra española en la Argentina solo lateralmente se ha atendido a las posturas del Partido Socialista, fuerza política que más temprano y con mayor decisión apoyó a la república española durante los años de la guerra. Mónica Quijada, Aires de República, aires de cruzada: la Guerra Civil Española en Argentina, Barcelona, Sendai, 1991; Víctor Trifone y Gustavo Svarzman, La repercusión de la Guerra Civil Española en la Argentina (1936-1939), Buenos Aires, fce, 1993; Ernesto Goldar, Los argentinos y la Guerra Civil Española, Buenos Aires, Contrapunto, 1986.
[5] Carlos Miguel Herrera, “El intelectual como partido: Dardo Cúneo y la experiencia de Acción Socialista”, Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 3, 2013, pp. 35-56.
[6] Ricardo Martínez Mazzola, “El Partido Socialista en los años treinta”, en L. Losada (comp.), Política y vida pública (1930-1943), Buenos Aires, Imago Mundi, 2017, pp. 87-105; Ilana Martínez, Por la vuelta a Marx. El ala izquierda del Partido Socialista argentino, 1929-1935, Tesis de Maestría, idaes-unsam, 2012.
[7] “¿Debe cambiar de táctica el socialismo?”, Claridad, nº 262, febrero de 1933, p. 12.
[8] Dardo Cúneo, “La vuelta a Marx”, Juventud Socialista, nº 9, octubre de 1933, p. 1.
[9] Dardo Cúneo, “La vuelta a Marx”, Izquierda, nº 1, octubre de 1934, p. 5.
[10] Alejandro Cattaruzza, “Las huellas de un diálogo. Demócratas radicales y socialistas en España y Argentina durante el período de entreguerras”, Estudios Sociales, nº 7, Santa Fe, 1994, pp. 29-48.
[11] Dardo Cúneo, “Siguiendo al mundo”, Frente. La auténtica voz de la juventud, nº 8, noviembre de 1935, p. 1.
[12] Michael Schudson, Discovering the news. A Social History of American Newspapers, Nueva York, Basic Books Inc., 1978, pp. 5-8.
[13] Dardo Cúneo, “Visión argentina del mundo. John Dos Passos en Londres. Ciudades y guerra. Ayuda a Rusia”, Mundo Argentino, circa 1940; Dardo Cúneo, El último reportaje de John Reed, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2010.
[14] Dardo Cúneo, “Impresiones de la guerra civil en España”, Claridad, nº 306-307, octubre-noviembre de 1936, pp. 7-10.
[15] Ibid., p. 9.
[16] “La república que surja será socialista, dice Araquistain”, Crítica, 23 de agosto de 1936, p. 7.
[17] Edgardo Pérez Quesada a Carlos Saavedra Lamas, 15 de agosto de 1936, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, Fondo Guerra Civil Española, Caja 14, Legajo 28.
[18] Citado en Niall Binns, Argentina y la Guerra Civil Española. La voz de los intelectuales, Madrid, Calambur, 2012.
[19] “Relación de ciudadanos desembarcados del vapor alemán Tarragona procedentes de la ciudad de Alicante (día 24 de agosto de 1936)” y “Relación de ciudadanos argentinos indigentes refugiados de España que embarcan en el paquete General Ossorio el día 27 de agosto de 1936”, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina, Fondo Guerra Civil Española, Caja 14, Legajo 23.
[20] Juan Carlos Portantiero, “Imágenes de la crisis: el socialismo argentino en la década de 1930”, Prismas. Revista de Historia Intelectual, nº 6, 2002, pp. 231-241.
[21] Niall Binns, “La matanza de los inocentes. Intelectuales cubanas en defensa del niño español”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 38, nº 2, 2011, pp. 83-110.
[22] Dardo Cúneo, “La infancia militarizada”, La Razón, 30 de diciembre de 1934, 2ª sección.
[23] “María de Maeztu espera el advenimiento de un mundo nuevo”, Mundo Argentino, 7 de julio de 1937, p. 12.
[24] Adrien Bingham y Martin Conboy, “The Daily Mirror and the creation of a commercial popular language. A people’s war: a people’s paper?”, Journalism Studies, vol. 10, nº 5, 2009.
[25] “Por La Vanguardia”, La Vanguardia, 22 de septiembre de 1936, p. 1; “La Vanguardia”, La Vanguardia, 11 de octubre de 1936, p. 8.
[26] “La Vanguardia de Bravo”, Fondo Dardo Cúneo, Archivos y Colecciones Particulares, Biblioteca Nacional de la República Argentina.
[27] Roberto Gómez, Charlas de café sobre la Guerra Civil Española. Textos y dibujos de Roberto, Buenos Aires, Acento, 1937; “Presentación de nuestros dibujantes: Roberto”, La Vanguardia, circa 1939.
[28] Lila Caimari, “En el mundo-barrio. Circulación de noticias y expansión informativa en los diarios porteños del siglo xix”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Nº 49, 3ª Serie, 2018, pp. 81-116; Emiliano Sánchez, “Pasión de multitudes: la prensa y la opinión pública de Buenos Aires frente al estallido de la Gran Guerra”, Anuario iehs, vol. 33, 2018, pp. 177-204.
[29] James Cane, The Fourth Enemy. Journalism and Power in the Making of the Peronist Argentina, 1930-1955, Pennsylvania, Pennsylvania University Press, 2012, pp. 58-88; Juan Buonuome, “El socialismo argentino y las voces populares de la prensa a comienzos del siglo xx”, en L. Cucchi y J. Buonuome, El rol del periodismo en la política argentina. Primera parte: 1810-1930, Buenos Aires, Senado de la Nación, 2018, pp. 13-61.