El caso Dreyfus en La Prensa

Modernización periodística y sensacionalismo en Buenos Aires

 

Flavia Fiorucci e Inés Rojkind

 

 

 

 

 

 

 

Universidad Nacional de Quilmes / conicet

Universidad de Buenos Aires / conicet

Presentación

A fines del siglo xix, el denominado caso Drey--fus conmocionó el mundo y puso a prueba la hegemonía cultural de Francia. En septiembre de 1894 Alfred Dreyfus, capitán del ejército francés de origen judío, fue sometido a una corte marcial y condenado por vender secretos militares a Alemania. Luego fue desprovisto de su rango y enviado a una prisión, en la Isla del Diablo. Con el correr del tiempo las inconsistencias del proceso se hicieron públicas y distintas figuras del mundo político e intelectual comenzaron a cuestionar la culpabilidad de Dreyfus. La más resonante de esas intervenciones fue la del escritor Émile Zola, quien en enero de 1898 denunció a la jerarquía militar por encubrimiento en una carta abierta dirigida al presidente Loubet y publicada en el diario L’Aurore. La participación de Zola tuvo el efecto de arrastrar a Francia a una polémica sin precedentes entre partidarios y detractores de Dreyfus y “precipitó una de las crisis más profundas de la época”.[1] Pese a que el escritor fue acusado de difamación y sometido a juicio, los dreyfusards obtuvieron una victoria significativa cuando la Corte Suprema ordenó la revisión del proceso y dispuso el regreso de Dreyfus a Francia para un nuevo proceso judicial. El Consejo de Guerra sesionó en agosto de 1899, en la ciudad de Rennes, y luego de varias audiencias en las que comparecieron el acusado y numerosos testigos Dreyfus fue nuevamente declarado culpable. Frente a la conmoción provocada por aquel veredicto, el gobierno francés decidió indultarlo. Loubet firmó el decreto tan solo unos días después, el 19 de septiembre.[2]

La repercusión que alcanzó el affaire Dreyfus fue muy amplia geográficamente. El caso constituyó un verdadero “evento de prensa” a escala mundial, al punto que no puede ser analizado sin tener en cuenta el rol jugado por el periodismo.[3] En Francia, el tema no solo promovió la venta de miles de ejemplares de diarios, sino que las campañas periodísticas tuvieron un rol decisivo en acercar el tema a la opinión pública y, eventualmente, forzar la revisión de la condena. Más allá de las idas y vueltas de la causa judicial, los ritmos y los picos de intensidad del caso fueron igualmente construidos por las intervenciones periodísticas. Por otro lado, la cobertura del caso permitió a los diarios poner a prueba los avances tecnológicos disponibles, así como ensayar nuevos modos de relacionarse con el público. Fuera de Francia, la prensa también se hizo eco de aquel largo e intrincado episodio, articulando lo que la literatura ha identificado como un “momento global”, entendido este como un suceso revestido de una carga simbólica particular que lo transformaba en foco de la atención mundial.[4] La importancia que el caso adquirió no fue casual. El affaire tenía lugar en el período de mayor influencia cultural e intelectual de Francia y su epicentro era París, la ciudad de las artes, la cultura y la modernidad. El asunto Dreyfus ponía en duda todos esos atributos y obligaba a interrogarse sobre el prestigio de Francia en la cultura occidental. En los escenarios más diversos, contar con una opinión sobre aquella cuestión se convirtió en “un signo de civilidad”.[5] El periodismo porteño no fue ajeno a esa pulsión. Los principales diarios siguieron con creciente interés las alternativas del caso. Como ha observado Daniel Lvovich, en Buenos Aires se configuró una opinión pública respecto del suceso, opinión que asumió –sobre todo después de la intervención de Zola— posiciones cada vez más favorables a Dreyfus.[6]

En nuestra investigación nos interesa explorar la construcción de ese episodio tan complejo y, en múltiples sentidos, tan lejano para el público porteño, como una noticia que atrajo su atención y llegó a ocupar un lugar predominante en la jerarquía informativa local. Entendemos que también en Buenos Aires el tratamiento del caso Dreyfus se convirtió en un evento o, mejor dicho, un experimento de prensa que brindó la oportunidad de desplegar algunas de las formas y los sentidos de la veloz modernización que atravesaba entonces el campo periodístico. Hacia fines del siglo xix el mundo de la prensa porteña se hallaba en plena expansión, impulsado, entre otras novedades, por los cambios técnicos y de formato que incorporaban los diarios, el aumento en la circulación, la diversificación de las publicaciones periódicas y la ampliación del universo de lectores. Era un contexto propicio para la experimentación con nuevos recursos periodísticos y narrativos, así como también para que los diarios buscaran hacer ostensible su propia modernización.[7] En esa línea y en el marco de la intervención acotada que podemos efectuar en este ensayo, pondremos el foco de observación en el seguimiento que hizo en particular el diario La Prensa del segundo juicio al que fue sometido el capitán Alfred Dreyfus, en 1899. La cobertura del llamado juicio de Rennes llenó las páginas de la prensa francesa y fue reproducida en los diarios de las capitales del mundo, incluida Buenos Aires. Las posibilidades informativas y dramáticas del caso alimentaban la fascinación generada por el nuevo proceso. La instancia del juicio se recortaba como un espectáculo sumamente atractivo, que despertaba el interés no solo de la audiencia que asistía a las sesiones, sino de la opinión pública en general, que aguardaba expectante conocer el veredicto definitivo sobre la culpabilidad o la inocencia de Dreyfus.[8] Sostenemos que en torno del seguimiento del proceso de Rennes La Prensa realizó una operación noticiosa de grandes dimensiones que le permitió poner en juego y, a la vez, exaltar, algunas de las innovaciones que en esos años convertían al diario de los Paz en “el epítome de todo lo que podía representar el periodismo moderno”.[9] Con el propósito de desarrollar ese argumento, proponemos dos coordenadas de análisis.[10] En primer lugar, examinaremos el dinamismo de la cobertura periodística, es decir, los esfuerzos efectuados por La Prensa para canalizar y presentar ante sus lectores el enorme y heterogéneo volumen de informaciones sobre el caso que transmitían los corresponsales desde Francia y desde otros lugares del mundo. En segundo lugar, consideraremos las estrategias de escritura a través de las cuales –podemos intuir– la cobertura del diario fue configurando “canales de sentido”, como los define Lila Caimari, que hicieron llamativa para el público local la complicada y trágica historia del capitán francés.[11] Procuraremos mostrar que La Prensa consiguió gestionar el caudal informativo sobre el caso Dreyfus al mismo tiempo que ensayaba nuevas formas de narrar y presentar la noticia ante los lectores.

Cobertura periodística y gestión de la información

La circulación de las noticias internacionales en Buenos Aires se había visto profundamente modificada a partir de la introducción del servicio de cable telegráfico, que permitía una conexión directa y rápida con el mundo. En la década de 1890 La Prensa participaba activamente en aquel veloz flujo informativo, alimentando con primicias y extensas crónicas las páginas de su sección “Boletín Telegráfico”. Los avances técnicos que el diario introducía continuamente, así como la disposición de un nutrido ejército de reporteros y corresponsales en el exterior, lo facultaban para brindar información actualizada y detallada sobre los sucesos que conmovían a la opinión pública global.[12] En ocasión del juicio de Rennes, el acceso a las principales fuentes de información internacional le permitió llevar adelante un seguimiento minucioso de las audiencias que se prolongaron a lo largo de varias semanas. Las notas sobre el “nuevo proceso Dreyfus” ocuparon columnas enteras, con referencias sobre los elementos más diversos de las escenas que se desarrollaban cada día en la sala del tribunal: las declaraciones de los testigos, la actitud del acusado, la predisposión de los jueces, las estrategias empleadas por la defensa, las reacciones del público dentro y fuera del recinto, el asedio de los reporteros, etc. El ejercicio efectuado por La Prensa para cubrir el evento en todos sus pormenores era una clara demostración de que, en ese aspecto, como en varios otros, el diario se encontraba al frente de la renovación periodística en Buenos Aires.

Resulta difícil separar el análisis de la capacidad informativa de La Prensa del discurso celebratorio con que exhibía sus logros.[13] En ese sentido, el desafío de comunicar las alternativas del nuevo litigio contra Drey-fus parece haber ofrecido una ocasión ideal para que el diario pusiera en funcionamiento los medios y los recursos que poseía. En la imagen que La Prensa proyectaba de sí misma, el hecho de contar con un poderoso servicio telegráfico marcaba una diferencia sustancial, ya que garantizaba la “más amplia información posible” sobre los sucesos que –como el caso Dreyfus– tenían el “extraordinario privilegio de atraer sobre sí la atención del mundo entero”, incluso cuando otros diarios también disponían de servicios similares. El compromiso asumido ante el público se centraba entonces en la rapidez, la continuidad y la exactitud de la información que proporcionaban los cables: “la crónica diaria de esas sesiones, que publicamos el día mismo en que tuvieron lugar, constituye un servicio de información tan extenso y perfecto en sus menores detalles, como han podido hacerlo los principales diarios de las grandes capitales europeas y norteamericanas”.[14] Aquel posicionamiento tenía, por lo tanto, dos facetas. Por una parte, frente a los lectores, contenía la promesa de una cobertura rigurosa que permitiría seguir casi en tiempo real y en toda su complejidad el intricado desarrollo del juicio. Por la otra, ese mismo criterio supuestamente situaba al diario a la altura de los principales exponentes del periodismo mundial y venía a reforzar, en consecuencia, su liderazgo en el mercado local.

Ese despliegue autopromocional escondía, sin embargo, algunas fisuras y contradicciones. Por un lado, y tal como ha mostrado Caimari en sus trabajos, el seguimiento del juicio de Rennes implicaba, en realidad, la convergencia de diversos sistemas de producción de noticias que no se agotaban en la tan exaltada modernidad del cable telegráfico. La información del exterior llegaba a los diarios porteños por diferentes vías (incluyendo el transporte marítimo de “paquetes” noticiosos) que, a su vez, involucraban múltiples temporalidades, autorías y formas de intervención para producir el material publicable. Los discursos autocelebratorios tendían a diluir tanto la complejidad de aquel proceso como los desajustes que generaba.[15] Pero, además, es importante tener presente que esos discursos no se originaban en el vacío, sino que operaban en el contexto de la carrera por la modernización periodística y de la disputa entre quienes aspiraban a liderarla. Así, el empeño puesto por La Prensa en visibilizar su dinamismo informativo en torno al caso Dreyfus pueder ser leído como una reafirmación de su posición de preeminencia frente al desafío de potenciales rivales. La competencia se planteaba, en particular, con el diario La Nación, el segundo en importancia en cuanto a tirada e influencia. Aunque con un estilo diferente, más enfocado en el debate de ideas políticas y en la intervención cultural y literaria, La Nación también experimentaba importantes avances periodísticos que lo colocaban en un lugar destacado para disputar con La Prensa la vanguardia informativa. Ambos diarios se hallaban insertos desde tiempo atrás en un duro enfrentamiento acerca de la calidad de sus respectivos servicios telegráficos. La insistencia de La Prensa en subrayar los alcances de su cobertura del juicio de Rennes probablemente se inscribía también en ese marco.[16]

Evidentemente, la existencia de esas complejidades y tensiones obliga a matizar las imágenes triunfalistas que difundía La Prensa. No obstante, creemos que la cobertura que desplegó el diario acerca del juicio contra Dreyfus tuvo el efecto de activar y hacer ostensible su gran capacidad de innovación. La Prensa demostró tener los recursos necesarios para alimentar una impresionante marea informativa sobre un evento internacional que poseía múltiples y confusas aristas. Sostuvo día tras día a lo largo de un mes la tensión creciente que generaba el desarrollo del juicio y la incertidumbre sobre cuál habría de ser esta vez su desenlace. No se trataba solamente de acumular información, sino de gestionarla para convertirla en una noticia de actualidad que pudiera atrapar el interés de la audiencia local. El carácter extremadamente enmarañado del proceso, la cantidad y variedad de actores involucrados, la especificidad de los conflictos propios del escenario político francés, eran factores que diferenciaban el affaire Dreyfus de otras noticias internacionales más convencionales (gue------rras, desastres naturales, crímenes o atentados), y volvían, por lo tanto, muy compleja la tarea de construirlo como noticia de alto impacto, que ocupara un lugar destacado en la geografía del diario y que pudiera seducir durante semanas al público porteño. Esa operación puso a prueba la aptitud de La Prensa no solo para acceder al caudal informativo que se generaba alrededor del proceso de Rennes, sino también para administrarlo de manera novedosa. Las extensas crónicas que inundaban la sección del “Boletín Telegráfico” con noticias sobre el desarrollo del juicio eran diagramadas y presentadas bajo formatos que apuntaban a capturar desde un comienzo la atención de los lectores: títulos llamativos, anuncio de primicias, promesas de relatos exhaustivos y testimonios exclusivos, investigaciones especiales, supuestas revelaciones, la palabra de los protagonistas, etc. Ese dinamismo se acentuó, como veremos en la próxima sección, con la utilización de estrategias narrativas y técnicas de escritura que contribuían a explotar el potencial dramático del caso, poniendo en el centro la figura de Dreyfus y configurando la escena del juicio como un espectáculo.

Estrategias de escritura: estilo sensacionalista y conexiones emocionales

Como ya dijimos, informarse sobre el affaire demandaba por parte de los lectores porteños comprender un evento complejo poblado de detalles foráneos. Además del compromiso de inmediatez y rigurosidad, La Prensa ensayó en la manera en que contó el episodio una serie de estrategias de escritura que buscaban renovar en cada nueva jornada la fidelidad de su público. Esa cuestión pone en primer plano la intención de confeccionar y presentar historias que cautivaran a un público que se expandía, tanto en su composición social como en sus intereses.[17] Es interesante advertir que esas estrategias, si bien venían a complementar la construcción del episodio como noticia, se inscribían en una lógica diferente que estiraba el límite entre el discurso informativo y la ficción. Las crónicas del juicio respondían, como ya indicamos, al propósito de difundir las últimas y más completas novedades sobre el caso, pero también exploraron modos y protocolos narrativos que se situaban con mayor comodidad en el campo literario que en el terreno periodístico. Tampoco ahorraron efectos relacionados con el sensacionalismo y los discursos de la prensa amarilla, donde el objetivo de informar se superponía y se mezclaba con la voluntad de conmover y entretener al público. Este tipo de escritura comulgaba con los nuevos paradigmas de la prensa europea y norteamericana del momento, que comenzaba a experimentar con registros narrativos heterogéneos. Incluso el propio caso Dreyfus constituyó en Francia una oportunidad clave de sondeo en este sentido.[18] Sobre los aspectos en que había incertidumbre o faltaba información, el periodismo cubrió esa ausencia con textos sostenidos por recursos propios de la ficción.

En el caso de La Prensa esa escritura híbrida se puede observar en una serie de elementos que conformaron la composición y la trama narrativa del segundo juicio, y que creemos que pueden ser contemplados como parte de un ejercicio constante de experimentación y ensayo con nuevos modelos de relatar las noticias y formas de interpelar al público. Una de esas operaciones fue el tipo de discurso que se tejió alrededor de las figuras involucradas y el protagonismo que se les asignó en la arquitectura de la noticia. Esto es muy evidente en el caso de Alfred Dreyfus. Sin llegar al límite de componer un personaje literario, las crónicas del diario comunicaron detalles de la personalidad, de los estados de ánimo y de la intimidad de Dreyfus que no hacían necesariamente al devenir del juicio. Varios fueron los escritos que informaron sobre la salud del capitán, su alimentación, las cartas que escribió estando preso en la Isla del Diablo. La relación con la información objetiva, neutral, perdía relevancia frente a la urgencia de decir algo nuevo sobre el personaje. Mientras que una noticia llegada de París describía la salud de Dreyfus y afirmaba que estaba al borde de la muerte, otra sostenía que “gracias a su energía moral” había salido de la Isla “en un estado relativamente satisfac-to-rio”.[19] El rumor y las especulaciones integraban también la cobertura. El interés de La Prensa por la persona de Dreyfus era parte de un fenómeno mundial que había hecho de este una “celebridad”, es decir, alguien que despertaba una curiosidad que iba más allá de su persona pública y que se extendía hacia lo que podríamos considerar parte de su vida privada.[20] Por otro lado, el énfasis en el personaje (sobre todo en sus sufrimientos) a la vez que humanizaba a los protagonistas de la historia facilitaba a los lectores establecer puentes y conexiones emocionales con ellos. La imagen del encuentro de Dreyfus con su hermano, su esposa y sus hijos, después del indulto presidencial, convertía un drama distante y por momentos ininteligible en un conjunto de escenas cotidianas con las que los lectores porteños podían fácilmente identificarse. Otros nombres suscitaron igualmente la atención de La Prensa. Se destaca el caso del abogado defensor de Dreyfus, Fernand Labori, quien fue víctima de un atentado durante el proceso. A partir de allí, las disquisiciones sobre su recuperación, la identidad y los móviles del atacante convergieron para agregar aun más suspenso y dramatismo a la cobertura del juicio. La esposa de Dreyfus también ocupó un lugar prominente en esas crónicas, lo que nos permite intuir que, en su conjunto, en estos efectos también se asomaba la intención de atraer a las lectoras mujeres.[21] Aquí se puede adivinar un rasgo innovador. Se interpelaba a las mujeres como lectoras cuando estas todavía no constituían una franja importante del público al que se dirigía la prensa periódica.

La estrategia narrativa incluía asimismo la reconstrucción detallada de los escenarios en que se desarrollaba el proceso. Quienes leyeron las crónicas de La Prensa pudieron enterarse, por ejemplo, de que en la primera audiencia “Dreyfus vestía su nuevo uniforme de capitán de artillería, azul oscuro con bocamangas y cuellos rojos”, que al comienzo volvió “la cabeza hacia los asientos de los testigos”, pero que luego se mantuvo mirando “fijamente hacia el frente”. También fueron informados de que el “salón” donde se desarrollaría el proceso tenía “la forma de una gran sala de conciertos” y que había muchas mujeres en el público (entre ellas, una misteriosa dama vestida de blanco). Las descripciones mostraban que algunos discursos provocaron las lágrimas de la audiencia y que luego de leerse el veredicto declarando culpable a Dreyfus el silencio de la sala fue interrumpido por las corridas de los periodistas apurados por enviar los cables a sus redacciones.[22] Esos detalles proveían al lector de imágenes visuales y sonoras que subrayaban la proximidad, incluso la ilusión de haberse convertido en espectadores directos del juicio. Se potenciaba así la promesa de inmediatez en el acceso a la noticia y ese espejismo contribuía a renovar el interés por el caso.[23]

Las operaciones de escritura que buscaban sostener la lectura diaria del juicio comprendían igualmente los títulos y epígrafes que encabezaban las notas. “Asunto Dreyfus. El nuevo proceso. La última sesión. Final de la Defensa. Condenado nuevamente. Detalles sobre la sentencia. Los nacionalistas y las declaraciones de Alemania. Tranquilidad en Francia. Un Telegrama de Gallifet a Joaust. Denuncia Desmentida. En Busca de Zola. Reportaje Negativo. Rumores sobre el abono de la pena sufrida. Esperanzas de indulto.” Como se puede ver en esta lista correspondiente al 10 de septiembre de 1899, los títulos eran colocados en una progresión no siempre del todo hilada pero que acentuaba la sensación de velocidad y de estar leyendo una primicia. Aparecían además en tipos y cuerpos de letras diferentes y en general sumaban más de una decena. Se situaban en la parte superior de las páginas de noticias internacionales para alimentar la curiosidad y la expectativa de los lectores. Eran, en términos gráficos y narrativos, la representación material de un mercado donde –como advierte Caimari– “la velocidad de circulación informativa era un valor fundamental” y donde la avidez por lo nuevo guiaba la agenda del periodismo. El público podía enterarse rápidamente de lo que sucedía e incluso escoger en ese variado menú de noticias qué era lo que le interesaba leer primero. El uso de estos recursos narrativos no era un atributo exclusivo de La Prensa, pero sí fue mucho más habitual que en La Nación, por ejemplo, donde el estilo de escritura era comparativamente más ascético y mesurado, y la noticia no se presentaba fragmentada por tantos títulos, subtítulos y secciones.[24]

En ese sentido, merece una mención aparte la transcripción en La Prensa de la entrevista realizada por Jules Huret a Dreyfus luego de su indulto. Huret era para ese entonces uno de los reporteros más prominentes de Francia.[25] El artículo había sido publicado en el diario Le Figaro el 22 de septiembre y La Prensa lo reprodujo para sus lectores dividido en dos partes el 23 y el 24 de septiembre. El reportaje permitía recoger por primera vez la palabra de Dreyfus por fuera del juicio, aunque no lo hacía sin mediaciones. Huret insertaba una serie de paratextos que ordenaban los sentidos del testimonio. La escenografía que montaba como contexto de la entrevista y las intervenciones que coloreaban el relato predisponían al lector a una determinada representación de Dreyfus. Se lo retrataba como “un hombre fino, amable y perfectamente tranquilo”, poco rencoroso y ávido de experiencias relacionadas con su libertad. El diálogo transcurría en el tren que llevaba a Dreyfus y a su hermano hacia su nueva morada y pintaba una escena intimista, de amor fraterno. El reportaje se nutría y a la vez alimentaba la condición de celebridad que había adquirido el capitán. Además del valor de la primicia conseguida por La Prensa, la publicación de la entrevista representaba la última pieza de una cobertura caracterizada por los registros heterogéneos, la ficcionalización de la noticia y una narración centrada en los personajes. Encajaba asimismo en el imaginario modernizador en el que La Prensa buscaba instalarse. El reportaje era un género periodístico innovador que comenzaba a afianzarse y que permitía entrelazar las diversas ambiciones de la prensa del momento: informar, pero también distraer, narrar y atestiguar.[26]

La noticia como experimento

La combinación de diversos elementos ligados a la escritura con los que La Prensa intentó capturar y mantener el interés del público otorgó un cariz particular a la forma en que el diario contó el segundo juicio a Drey-fus en esos agitados días entre agosto y septiembre de 1899. Desde nuestra perspectiva, el ejercicio funcionó como un momento de experimentación que le permitió probar la eficacia de nuevos modelos y estrategias de presentación de las noticias. En este sentido, operó también como catalizador, dándole un renovado impulso a las transformaciones que el diario transitaba en esos años. Ciertamente, el hecho de que una parte de la noticia se hubiera construido a través de cables telegráficos y transcripciones de lo publicado en diarios extranjeros plantea una dificultad a la hora de ponderar la originalidad del tratamiento que efectuó La Prensa de las novedades que iban llegando sobre el caso. ¿Cómo separar aquello que era innovación local de la mera importación de recursos y estrategias ya ensayadas en otra parte? Sabemos que las estrategias utilizadas por La Prensa eran también habituales en la prensa extranjera. No obstante, aunque la intervención de los textos era una práctica “intrínseca al uso del cable”,[27] si se compara el trato significativamente más sobrio y parco dado por La Nación a los mismos temas es evidente que La Prensa adaptó el tono de su cobertura al perfil que buscaba trazar de sí misma. En el filo del nuevo siglo, La Prensa se construía como un diario moderno. No solo era el periódico con mayor tirada de Buenos Aires y del país, sino que estaba en condiciones, además, de ofrecer a los lectores información amplia y variada de manera rápida, ágil y llamativa. Esos lectores, con intereses y adscripciones sociales cada vez más disímiles, compartían, sin embargo, la ansiedad de noticias que pudieran ser consumidas en un contexto marcado por el ritmo frenético y entrecortado de la vida urbana.[28] La cobertura que La Prensa hizo en agosto y septiembre de 1899 del juicio en el que se decidiría finalmente la suerte de Dreyfus se inserta cómodamente en la proyección de ese nuevo modelo de periodismo. Las marcas del estilo sensacionalista introducido por el diario se advierten tanto en la reescritura del contenido de los cables como también en las operaciones de compilación, selección y presentación de la maraña de información que llegaba sobre el proceso y las audiencias. Elegir qué informar, en qué orden, con qué adjetivos, títulos y grafías, todo ello configuró el modo en que La Prensa narró el affaire Dreyfus, y lo volvió un relato repleto de intrigas, suspenso y melodrama. En estas elecciones el diario hizo gala de su modernidad, expandió el contorno del público al que pretendía dirigirse y delineó asimismo un modo en que lo internacional se procesaba en clave local.[29] Los formatos con los que La Prensa experimentó en aquella oportunidad para efectuar la crónica del juicio de Rennes demostraron que poseía la capacidad de convertir eventos de diverso tipo en noticias de gran impacto que podían convocar el interés de ese público amplio y heterogéneo. Creemos que es posible afirmar que esa facultad, que sin duda acentuaba su posición dominante en el mercado periodístico del fin de siglo, tenía igualmente el efecto de anticipar rasgos del paradigma del periodismo comercial, masivo y popular que se consolidaría más tarde, ya entrado el novecientos.[30] También en ese sentido La Prensa estaba a la vanguardia. o

Bibliografía citada

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Resumen / Abstract

“El caso Dreyfus en La Prensa: modernización periodística y sensacionalismo en Buenos Aires

Este artículo analiza la cobertura que realizó el diario La Prensa del juicio al que fue sometido el capitán Alfred Dreyfus en 1899. Se sostiene que el tratamiento que el diario hizo del caso configuró una instancia de experimentación que le permitió afirmar el liderazgo que poseía en el campo periodístico porteño. El trabajo consta de dos partes. En la primera se examina la operación de construcción de la noticia, es decir, los recursos puestos en práctica para canalizar y presentar ante los lectores el enorme caudal de información sobre el caso. En segundo lugar, se consideran las estrategias de escritura a través de las cuales se fueron plasmando conexiones emocionales que volvieron atractiva para el público local la historia del oficial francés.

 

Palabras clave: Prensa - Caso Dreyfus - Telégrafo - Modernización periodística - Sensacionalismo

 

 

 

The Dreyfus Affair in La Prensa: journalistic modernization and sensationalism in Buenos Aires

This article analyses the La Prensa newspaper’s coverage of French Captain Alfred Dreyfus’ trial in 1899. It argues that the experimental techniques used by the newspaper to cover the trial allowed the newspaper to uphold its leadership in Buenos Aires´s journalistic field. The essay is divided into two sections. The first section examines how the news coverage was constructed. It studies the sources and journalistic techniques used by La Prensa to display and organize the vast amount of information related to the case. In the second part, the article describes the writing strategies employed by the newspaper to create emotional connections with the readers, increasing the attractiveness of the story for local audiences.

 

Keywords: Press - Dreyfus Affaire - Telegraph - Journalistic modernization - Sensationalism



[1] Thomas Bouchet, “Presse et événement”, en D. Kalifa et. al., La civilisation du journal. Histoire culturelle et littéraire de la presse française au xixe siécle, París, 2011, p. 1351.

 

[2] Una investigación exhaustiva del caso puede leerse en Ruth Harris, Dreyfus: Politics, Emotion and the Scandal of the Century, Nueva York, Metropolitan Books, 2010.

 

[3] Harris, Dreyfus, p. 315, y Bouchet, “Presse”.

 

[4] Sebastian Conrad y Dominic Sachsenmaier (eds.), Competing Visions of World Order. Global Moments and Movements, 1880s–1930s, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2007, p. 9. Sobre el impacto en la prensa europea véase James Brennan, The Reflection of the Dreyfus affair in the European Press 1897-1899, Nueva York, P. Lang, 1988.

 

[5] Claudio Lomnitz, “Los intelectuales y el poder político: la representación de los científicos en México del porfiriato a la revolución”, en Carlos Altamirano (dir.) y J. Myers (ed.), Historia de los intelectuales en América Latina I. La ciudad letrada, de la conquista al modernismo, Buenos Aires, Katz, 2008, p. 451.

 

[6] Daniel Lvovich, “No es este un asunto de Francia sino un asunto de la humanidad. Notas sobre la recepción del caso Dreyfus en Buenos Aires”, Anuario iehs, n° 18, 2003, pp. 273-302. Es preciso aclarar que, a diferencia de Francia, en la Argentina el affaire no activó particularmente la participación en la prensa de figuras vinculadas al campo de las letras. Esto se puede relacionar con la mayor lejanía con el tópico, pero también con el carácter fragmentario y escasamente institucionalizado del espacio letrado local.

 

[7] Claudia Roman, “La modernización de la prensa periódica, entre La Patria Argentina (1879) y Caras y Caretas (1898)”, en Alejandra Laera (dir.), Historia crítica de la Literatura argentina: el brote de los géneros, Buenos Aires, Emecé, 2010, pp. 15-37.

 

[8] Sobre la fascinación que podía provocar el seguimiento periodístico de un caso judicial con resonancias políticas, puede verse Edward Berenson, The Trial of Madame Caillaux, University of California Press, 1992.

 

[9] Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argentina moderna, Buenos Aires, Sudamericana, 1988, p. 40. El diario La Prensa había sido fundado en 1869 por José C. Paz. Treinta años después era una gran empresa periodística que ofrecía a sus lectores una amplia y variada oferta de información y servicios, que podía medir su éxito en razón del constante aumento en la cantidad de ejemplares que lanzaba diariamente a la circulación (varias decenas de miles), se financiaba con la publicación de avisos comerciales y poseía un magnífico edificio en la Avenida de Mayo, donde funcionaban no sólo una avanzada imprenta sino también salones, biblioteca, consultorios y oficinas. Véase Sylvia Saítta, Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, p. 31.

 

[10] Este trabajo es parte de una investigación más amplia sobre la construcción del caso en los diarios La Nación y La Prensa.

 

[11] Lila Caimari, “En el mundo-barrio. Circulación de noticias y expansión informativa en los diarios porteños del siglo xix”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr Emilio Ravignani”, 3ª Serie, n° 49, 2018, p. 111.

 

[12] La Prensa estaba asociada con la empresa norteamericana Central and South American Co., de gestión del flujo telegráfico internacional. Véase Lila Caimari, “‘De nuestro corresponsal exclusivo’. Cobertura internacional y expansión informativa en los diarios de Buenos Aires de fines del siglo xix”, Investigaciones y ensayos, n° 68, 2019, p. 33.

 

[13] Caimari ha señalado en más de una oportunidad que los propios diarios se encargaban de subrayar los alcances de la modernización que atravesaban. También Roman, “La modernización de la prensa periódica”.

 

[14] La Prensa, “Proceso Dreyfus. Servicio telegráfico de La Prensa”, 8 de agosto de 1899, p. 5; “El servicio telegráfico de La Prensa”, 10 de agosto de 1899, p. 5.

 

[15] Lila Caimari, “El mundo al instante. Noticias y temporalidades en la era del cable submarino (1860-1900)”, Redes, vol. 21, n° 40, 2015, pp. 125-146.

 

[16] Sobre esto último, veáse Caimari, “‘De nuestro corresponsal exclusivo’”, p. 32. La Nación, propiedad de Bartolomé Mitre, era –en palabras de Paula Alonso– un “diario político moderno”. Funcionaba, por un lado, como un órgano partidario, pero ofrecía también información amplia y actualizada sobre los temas de la agenda diaria, local e internacional. Véase Paura Alonso, Jardines secretos, legitimaciones públicas. El pan y la política argentina de fines del siglo xix, Buenos Aires, Edhasa, 2010, p. 51; también Saítta, Regueros de tinta, p. 31; y Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo xix, México, fce, 1989, pp. 82-111.

 

[17] Las transformaciones en el campo periodístico reflejaban (y, simultáneamente, impulsaban) el crecimiento del público lector, así como el impacto que empezaba a sentirse de la enseñanza pública sobre diversos y amplios sectores de la población. Saítta, Regueros de tinta, p. 33; Prieto, El discurso criollista, p. 33.

 

[18] Sarah Mombert, “La fiction”, en D. Kalifa et al., La civilisation du journal. Histoire culturelle et littéraire de la presse française au xixe siécle, París, 2011, pp. 811-832.

 

[19] La Prensa, 13 de septiembre de 1899, p. 4; 8 de agosto de 1899, p. 4.

 

[20] Antoine Lilti, The Invention of Celebrity, Cambridge, Polity, 2017.

 

[21] De acuerdo con el imaginario de la domesticidad la vida de las mujeres debía restringirse al ámbito privado del hogar y serían los varones quienes asumirían el trabajo y los deberes cívicos y políticos fuera el hogar. En este escenario, si bien existen indicios de que algunas mujeres leían la prensa periódica en el siglo xix en Buenos Aires, los imaginarios prevalecientes observaban con temor y alarma esta práctica y en general, el público al que se dirigía la prensa era el masculino. La invitación de La Prensa no rompe del todo con ese clima en tanto, para incluir a las mujeres como lectoras, se despojaba la noticia de sus costados más políticos y se adecuaba el estilo de escritura a protocolos cercanos a la ficción. Graciela Batticuore, Lectoras del siglo xix. Imaginarios y prácticas en la Argentina, Buenos Aires, Ampersand, 2017, pp. 19-63.

 

[22] La Prensa, 8 de agosto de 1899, p. 4.

 

[23] Sobre el periodismo que trataba a los lectores como espectadores, véase Peter Fritzsche, Berlín 1900. Prensa, lectores y vida moderna, Buenos Aires, Siglo xxi, 2008, pp. 144 y 145.

 

[24] Un aspecto que diferenció la estrategia de La Nación de la del diario La Prensa fue el protagonismo de la figura de Zola en la organización de la cobertura. En los años previos La Nación había publicado por entregas varias obras del escritor y a comienzos de 1898, cuando estalló el escándalo provocado por la aparición en Francia de “J’Acusse”, estaba reproduciendo en sus páginas la novela París. De ese modo, el affaire y sus derivaciones interesaron en particular a La Nación porque permitía al diario construir la noticia de un modo que lo prestigiaba. Desarrollaremos con mayor precisión la comparación con la cobertura de La Nación en la versión más larga de este trabajo que será publicado en una próxima compilación.

 

[25] Marie-Ève Thérenty, “Le moment Huret ou le relais agonistique des autorités; sur l’autonomisation et la médiatisation de la littérature”, Interfaces, vol. 2, julio-diciembre de 2016, pp. 27-41.

 

[26] Mélodie Simard-Houde, “Le Reporter, médiateur, écrivain et héros. Un répertoire culturel (1870-1939)”, Tesis de doctorado, Université Laval et Université Paul-Valéry, 2015.

 

[27] Caimari, “‘De nuestro corresponsal exclusivo’”, p. 36.

 

[28] Saítta, Regueros de tinta, p. 33. Sobre las características, hábitos y consumos de los lectores metropolitanos, Fritzsche, Berlín 1900, pp. 63 y ss.

 

[29] El cruce de la noticia internacional con la agenda de preocupaciones locales será también un tema que abordaremos en una próxima versión de este trabajo. Podemos anticipar que el movimiento de rechazo provocado por la nueva condena que sufría Dreyfus alcanzó también al público de Buenos Aires, que –como hemos visto– había seguido con atención los pormenores del largo y tortuoso proceso judicial y aguardaba con expectación el veredicto del tribunal de Rennes. Ese rechazo se tradujo en la organización de un mitin de protesta, promovido fundamentalmente por estudiantes universitarios y periodistas. Aunque la demostración no llegó a ser multitudinaria, tuvo repercusiones significativas en la opinión pública porque agitó un áspero debate acerca de los supuestos impulsos autoritarios y represivos del gobierno del presidente Julio Roca.

 

[30] Martín Albornoz y Juan Buonuome, “‘La vida al día’: modernización periodística y noticias policiales en la prensa anarquista y socialista de Buenos Aires a comienzos del siglo xx”, Investigaciones y ensayos, n° 68, 2019, pp. 81-122.